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Jaidith Soto Caraballo

JAIDITH SOTO CARABALLO

COLOMBIA – CERETÉ, 1975

Poeta, tallerista y gestora cultural.  Miembro fundador y organizadora del Encuentro Internacional de Mujeres Poetas de Cereté.  Perteneció al Taller Literario El Túnel, Montería. Fue Coordinadora del taller Manuel Zapata Olivella de la Universidad de Córdoba. Ha publicado el poemario Desde la sombra (Medellín: Lealon, 2006).  Junto al poeta Juan Manuel Rocca fue antologadora de la Muestra de Poesía Binacional En tierras del cóndor (Bogotá: Taller de Edición Rocca, 2014) y  antologadora de la Muestra de Poesía Binacional Perú – Colombia Encuentro de Raíces (Montería: Editorial Zenú, 2014). Sus poemas están incluidos en diversas antologías. Fue coordinadora del área de Exposiciones, Exhibiciones y Entretenimiento, así como coordinadora del Salón Internacional del Cómic y el Rincón de la Poesía en la Feria Internacional del Libro de Lima, organizada por la Cámara Peruana del Libro. Es Directora Ejecutiva de Kimochi Gestión Cultural en Perú. 

 

ANOTACIONES SOBRE EL CULTIVO DE ALGODÓN 

Nacer con las calles cubiertas de blanco y el rancio olor de las semillas de algodón

me hizo pensar que el mundo había quedado sepultado bajo la sombra de las plantaciones.

Con pocos años,

cuando los pies tambaleaban,

una encontraba gusanos y empezaba el juego de aplastar los cuerpos deformes para observar si esos extraños seres tenían un solo color a pesar de la muerte.

En los surcos de nuestra vida las niñas solíamos ser ninfas

y dejábamos caer la piel sobre los pupitres.

No había otro camino a la transformación.

El colegio también era un gran campo algodonero

donde nos enseñaban a cortar nuestros propios retoños.

Éramos gusanos con uniformes grises, blusas y medias blancas como aquellos campos, pero con los zapatos tan negros

como los intereses de quienes plantaban la tierra

bajo el discurso de trabajar para sobrevivir.

Hay en mi pueblo una plantación de niños y niñas alrededor del río,

Crecen con los cultivos y cuando se acaba la cosecha vuelven a nacer,

van al colegio y dejan al gusano que solían ser.

Niños y niñas van por los confusos caminos del campo,

llevando su propia larva a cuestas.

Cuando la tarde llega, vuelven a ser gusanos del mismo color

y mueren aplastados a medida que cambian las fechas de la recolección.

 

EL BAÑO

Me han tomado de las manos describiéndome la temperatura del agua,

pregunté si era lluvia.

… Mamá me lanzaba baldes repletos de lluvia,

papá me hacía secar el balde que derramaba la madre,

gotas que rodaron en la infancia sobre mi cabeza,

gotas que caían de la falda de la madre,

gotas con dolor que rodaron por debajo de la mano del padre.

No me gusta esa lluvia que dejan caer como cuernos sobre mi cabeza,

esa lluvia que gotea rompiéndome los huesos.

Suéltenme las manos,

no quiero agua,

no es lluvia,

no me interesa la lluvia sobre mi cuerpo.

Mamá lanzaba baldes sobre mi cabeza,

no quiero lluvia,

no me interesa el agua sobre mi cuerpo.

 

TODA LIBERTAD CONDUCE A LA MUERTE

Como la rama de un árbol

entro serena al universo.

Al alrededor, todo desaparece,

sigo libre, desprendida de la raíz.

Sombras se entrecruzan unas a otras,

como las dificultades de la familia

que como troncos espesos

se llenan de vacíos y se rompen

a la espera de crecer.

Se puede ser libre en esta prolongación de la semilla.

 

¡Una rama es libre aunque esté muerta!

Crezco tan lejos de la tierra,

que podría dejarme llevar por el simple instinto

y ser leña para otro hogar,

intentando tener mi propia libertad a pesar de la muerte.

 

INTENTANDO ESCRIBIR EN EL VALLE DEL MANTARO

Trepando por la rivera del Mantaro,

veo como se asoma el sol lejos de mi tierra.

La ciudad se dispersa debajo de los árboles

y el río se abraza a las piedras

entre la tierra y el aire.

cierro los ojos,

no puedo escribir al lado del Mantaro,

es preferible sentarse a esperar la lluvia

como el capulí.

No es posible separarse de las aguas del río

y refugiarse con una hoja en blanco

y escribir sobre los peces, sobre la lluvia, sobre el pasto,

otra vez cierro mis ojos

y dejo mi cuerpo caer sobre la hierba,

escucho la corriente tan fuerte y vital

que me invade cada hueso, entra por mi columna y sube hasta el corazón.

entonces

¿para qué escribir

si tengo todo el valle dentro de mí?

 

MARÍA

(A la memoria de María del Carmen Macea)

Tejida nieve de mayo,

aún pregunto por ti

y recuerdo

como te ibas desvaneciendo

detrás de las cortinas.

Ya no interrogo tu camino eterno,

ni toco la fatiga bajo el nacer del día.

Prisionera del tiempo

y de esplendor confuso en tu cuerpo de antaño,

las paredes de la noche

te hacen burla con la soledad.

¿Qué hay para ti después de las espinas?

¿Dejarte ir al nido de la lluvia detrás del rio?

Sobre el aire

el secreto de amar

lo dejaste encendido.

Escondido el llanto…

Una lágrima salpicó la tierra,

una rosa se bañó con ella

y tu viento de nieve se derretía espeso.

Cerca del cielo cantan las hojas

y te llaman María, María…

la distancia de tus manos

hacía más grande la herida

y tus ojos confundieron el día.

Tejida nieve de mayo,

tu recuerdo es la sonrisa de la espuma

que se escapa para ser nube,

donde la espiga toma un vals

y lo trenza en el lirio

que muere en mis brazos.

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