Inquietud

Mauricio Vallejo Márquez,

Escritor y coordinador Suplemento 3000

 

El androide terminó de servir las bebidas. Sebastián observó con detenimiento la pantalla y miró por un buen rato al sirviente.
-¿Se le ofrece algo, señor?- preguntó el androide.
-No, puedes retirarte C5
Después de un rato se levantó y apagó la suspensión. Salió a dar un paseo. Los bosques eran inmensos al igual que la mayoría de burbujas que sostenían a las personas en viviendas cómodas.
En su paseo vio jugar a dos cachorros de leopardo. Su androide se había encargado de criarlos, así que no existía ningún riesgo al estar cerca de ellos. La mayoría de seres que vivían allí lo conocían. Se sentó bajo un cedro a contemplarlo todo.
-No es posible que ya no exista. Un ser humano no puede vivir sin una mujer. Debo saber como hablar con una…
El celuloide que llevaba en su oreja le anunció que pronto vendría la noche y debía volver, los gorilas se acercaban y esos eran los únicos seres que no respondían a los cuidados.
Subió a su casa y volvió a sentarse frente a la pantalla y pidió la clase diaria. Luego de un par de horas aprendiendo la lección, la burbuja comenzó a moverse, era la primera vez que sucedía. Llamó a gritos al androide, pero éste no respondía. Todo el movimiento le provocó mareos al hombre.
Al rato asomó la cabeza y pudo ver que los gorilas saltaban gracias a un aparato rústico y golpeaban su casa. De vez en cuando caían piedras, algunas de ellas entraban al entorno.
En su desesperación quiso llamar a otros humanos, pero se dio cuenta que también eran atacados. Ya resignado encendió otra vez la pantalla. Sabía que podrían atacar, pero no tocarlo por la densidad de la casa, hasta que vio que las partes del androide se movían de un lado a otro, desperdigados en el suelo. Entonces entró un gorila a su habitación y lo atizó contra el suelo y luego lo golpeó con un garrote. Sebastián entrecerró los ojos viendo por primera vez frente a frente al primate.
La pantalla se encendía y apagaba mostrando una pregunta: ¿Cuál fue nuestra historia? Y la respuesta de la máquina fue: «Morir».

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