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Hacia la tolerancia y la concordancia

Álvaro Darío Lara

Escritor y poeta

 

Como ya lo hemos dicho en otras ocasiones, y citando a algunas escuelas místicas: “vivimos tiempos tumultuosos”.  Es decir,  tiempos “sin orden ni concierto”, donde el caos prevalece sobre los principios de la civilización. Y esto se advierte tanto en lo social, como en lo individual, esto último tan definitivo y trascendente.

El nuevo año, que nos trae la renovación estacionaria y vital, es ideal para desplegar urgentes y radiantes energías que contrarresten la negatividad interior y del ambiente.

El maestro zen Thich Nhat Hanh, monje budista de gran reconocimiento por su trabajo infatigable por la paz mundial, nos dice en algunos de sus preceptos recomendados, lo siguiente: “No pronuncies palabras que pueden crear discordia y causar ruptura en la comunidad. Haz todos los esfuerzos parar reconciliar y resolver todos los conflictos, aunque sean pequeños. No digas cosas falsas por interés personal o para impresionar a los demás. No pronuncies palabras que causen desviación  u odio. No difundas noticias que no sabes si son ciertas. No critiques ni condenes cosas de las que no estás seguro. Habla siempre verdadera y constructivamente”.

Gran parte de la conflictividad social que padecemos – signada por una violencia irracional y por una alarmante falta de entendimientos- desde el hogar humilde hasta las altas esferas de la política, la religión o el mundo de los negocios, tiene sus orígenes en la escasa práctica de la tolerancia y la concordia.

Tolerancia que no significa reprimir sentimientos o actitudes de forma infantil; ni concordia que sea el equivalente a hipocresía. Tolerancia que implica el saber y entender que no existe una voz única que se precie de tener la razón total, y que es –únicamente- en el sano y respetuoso debate donde los intereses pueden ser negociados. En el hogar, en el trabajo, en la escuela, en el templo, las voces no son nunca idénticas; ya que es, en el coro de las indispensables disonancias, donde la persona crece y se enriquece. La misma tolerancia, luego, nos lleva a la concordia, a los acuerdos, a sobreponer el interés mayor a los intereses exclusivistas.

Esa es la razón, por la cual, el escritor místico Rubén A. Dalby, nos obsequia, hablando sobre el control emocional, estas perlas de sabiduría: “Cuando alguien trate de robarnos los sentimientos de armonía y amor que deben reinar en nosotros, debemos ser comprensivos y entender que esa persona está vibrando en una escala inferior a la nuestra en lo que respecta a la armonía, y que debemos irradiar con mayor fuerza nuestro amor”.

¿Cuántas tragedias en la carretera son producto de la ira, la prepotencia, el atrevimiento? ¿Cuántos crímenes horrorosos enlutan a las familias por odios, venganzas y pasiones desenfrenadas? ¿Cuántos actos de defraudación en lo público y privado ocurren por la ambición desmedida?

El místico autor, nos recomienda: “El secreto está en el control emocional, en saber recurrir a la fuente de amor que es parte de nuestro Ser”. Si vamos a ella –definitivamente- el camino será distinto ¡Muchas felicidades en el nuevo año!

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