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Patricia Rodríguez
El programa tiene como objetivo disminuir los altos índices de sobrepeso y obesidad registrados en la población escolar salvadoreña.
Según el IV Censo de Talla y el Primer Censo de Peso realizado por el Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (CONASAN) en 2016, tres de cada diez estudiantes de primer grado tienen sobrepeso u obesidad, alcanzando un 30.7%. En las áreas urbanas, se eleva a un 37.4%, siendo el nivel más alto en los rangos de incidencia de obesidad.
De acuerdo con Rocío Rodríguez, directora país de Save the Children, es un problema que requiere una atención inmediata. “Estamos ante una epidemia y hemos buscado crear un programa en base a consultas con niñez, para atacarlo de una manera creativa”, dijo Rodríguez.
El estudio encontró que la población estudiantil tiene hábitos poco saludables. Por ejemplo, el 40% llega a las instituciones educativas sin desayunar; se presenta poca actividad física y se dedican al menos 4.5 horas de su día en actividades sedentarias, como ver televisión o buscar entretenimiento en el celular.
El principal hallazgo encontrado es el conocimiento limitado sobre nutrición, influyendo en el tipo de prácticas de salud que adoptan.
Julia Rosales, gerente de mercadeo regional de industrias Diana, mencionó algunos de los factores que pueden influir en esto. “No suelen ser los que uno se imagina, entran temas de genética, infraestructura, cambios de estilo de vida, necesidades de conveniencia, temas económicos, por mencionar algunos”, dijo Rosales. También, argumenta que ante este fenómeno se necesitan soluciones multicausales.
Margarita Franco, directora de desarrollo de calidad y desarrollo de programas de Save the Children, explica que el motor principal para cambiar hábitos nutricionales y mejorar las prácticas de salud física o emocional, es con la educación a los estudiantes, familias y docentes.
El programa piloto “Niños y Niñas más Felices” se desarrolla en 20 centros escolares con 1,196 estudiantes. Se busca invertir en procesos educativos que promuevan una salud integral en el presente y el futuro de los estudiantes.
“Queremos que este programa no solo sea algo de una clase y que sea algo que se olvida, buscamos algo diferente y que pueda conectar con los niños”, mencionó Rosales.
Este proyecto contempla 12 módulos que se desarrollan en tres meses. “Hemos buscado facilitadores con otra energía, dinámica y que los niños se puedan involucrar. El objetivo es que esto no sea una materia más para ellos”, agregó Rosales.
También se comentó sobre la falta de actividad física que muestran los niños y niñas en las instituciones. “Ahora el deporte lo ven como una obligación y no como diversión. Vean durante su recesos, los niños ya no quieren jugar y las niñas solo se sientan a platicar”, mencionó Rosales. Por otro lado, comentó acerca del aumento de inseguridad en el país, que genera que los padres opten que los niños eviten parques o salir a jugar.
El programa busca generar alternativas que estén al alcance de cada familia y puedan apoyar en la educación alimentaria y nutricional.
