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De izquierda a derecha, los presidentes, de Irán Hassan Rouhani, de Turquía, Recep Tayyip Erdogan y el de Rusia Vladimir Putín. [Foto Diario Co Latino/Adem Altan/AFP]

Erdogan, Putin y Rohani, favorables a un «alto el fuego duradero» en Siria

Ankara/AFP

Luana Sarmini-Buonaccorsi

Rusia, Irán y Turquía se comprometieron el miércoles en Ankara a cooperar para lograr un «alto el fuego duradero» en Siria, donde los tres países se impusieron como potencias determinantes.

Sus respectivos presidentes, Vladimir Putin, Hasan Rohani y Recep Tayyip Erdogan, se reunieron para intentar avanzar hacia una solución de la guerra que arrasa Siria, en un momento en que Estados Unidos siembra dudas sobre una posible retirada de sus tropas.

Trump expresó en varias ocasiones en los últimos días su deseo de una rápida retirada de los alrededor de 2.000 soldados estadounidenses desplegados en ese país para luchar contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).

El jefe de la inteligencia estadounidense, Dan Coats, anunció este miércoles que la administración de Donald Trump tomó una decisión sobre el futuro de la presencia militar estadounidense en Siria, que anunciará «en breve».

En un comunicado publicado tras la cumbre en Ankara, los tres dirigentes «reafirmaron su determinación en cooperar activamente en Siria con vistas a lograr un alto el fuego duradero entre los beligerantes».

También subrayaron su voluntad de «acelerar sus esfuerzos para garantizar la calma sobre el terreno y proteger a los civiles en las zonas de distensión y facilitar un acceso rápido de la ayuda humanitaria a esas zonas».

«Nadie hace nada»

Moscú y Teherán, que apoyan al gobierno sirio, y Ankara, que respalda a los rebeldes, son los padrinos del conocido como proceso de Astaná, que permitió la puesta en marcha de cuatro «zonas de distensión» en Siria.

Durante una conferencia de prensa tras la cumbre, Putin denunció una falta de acción de la comunidad internacional para buscar una solución a la guerra en Siria. «Nadie hace prácticamente nada, salvo Irán, Turquía y Rusia», aseguró.

«Vemos pequeñas entregas de ayuda humanitaria por parte de la ONU, pero eso claramente no es suficiente», añadió.

Por su parte, Erdogan hizo hincapié en las operaciones militares llevadas a cabo por Turquía en el norte de Siria contra la milicia kurda Unidades de Protección Popular (YPG), considerada terrorista por Ankara pero aliada de Washington en la lucha contra el grupo EI.

«No nos detendremos hasta haber terminado de asegurar estas regiones, especialmente Manbij», dijo en referencia a esta estratégica ciudad del norte de Siria, donde están desplegados soldados estadounidenses junto a las YPG.

Rohani, cuyo país apoya activamente al presidente sirio, Bashar al Asad, afirmó por su parte que «el futuro de Siria [pertenece] a los sirios».

Divergencias

A pesar de ese compromiso de cooperación, la búsqueda de una solución a la guerra en Siria, que en siete años dejó más de 350.000 muertos, tropieza con los intereses contradictorios de estos tres países y sus divergencias respecto al futuro de Al Asad.

Muestra de estas divisiones, Rohani consideró en su discurso que la ciudad de Afrin, arrebatada por Ankara a las YPG el mes pasado, «debería ser transferida al control del ejército sirio».

El último encuentro de los tres dirigentes dedicado a Siria tuvo lugar el 22 de noviembre en Sochi, y condujo a un Congreso Nacional Sirio en la estación balnearia rusa que se saldó en un sonoro fracaso.

Según el comunicado de la cumbre de este miércoles, se celebrará una tercera reunión en Teherán, en una fecha aún no determinada.

Gracias al apoyo de Moscú y de Teherán, el régimen de Al Asad logró recuperar más de la mitad del territorio sirio.

Y Turquía, principal apoyo de los rebeldes, los ha ayudado a tomar el control de grandes extensiones de territorio en el norte del país.

Pero la suerte de la provincia rebelde de Idlib (noroeste de Siria) podría poner la cooperación entre Turquía, Rusia e Irán a prueba, sobre todo si el régimen decide emprender acciones para retomarla.

Esta región, que está actualmente dominada por los yihadistas de la antigua rama siria de Al Qaida, es una «zona de distensión» en la que Turquía estableció puestos de observación.

«Las tensiones entre Rusia y Turquía resurgirán cuando la coalición prorrégimen se concentre de nuevo en la provincia de Idlib», advierte Elizabeth Teoman, analista del Institute for Study of War (ISW).

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