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«EN SANTIAGO DE MARÍA ME TOPÉ CON LA MISERIA»

Dos años de la Vida de Mons. Romero (1975-1976)

¿Años del Cambio?

2º.- Lo que el Sr. obispo ha dicho sobre el centro:

Como te informó Zacarías se programó un curso para mujeres catequistas que debían impartir el propio Sr. obispo y Zacarías. La víspera de comenzar con una llamada telefónica suspendió el curso sin más explicaciones.

Un curso de Primer Nivel para hombres catequistas que debiera haberse realizado durante el mes de septiembre, Zacarías le consultó y tras haber sido informado del total acuerdo con la línea del centro programó el curso. Dos días antes de comenzar, nuevamente por teléfono, ordenó la suspensión. ¿Razones? “No está Juan ni Zacarías (en Guatemala), y sabemos que Pedro y David están muy vigilados”.

Al emprender viaje para Roma dejó encargo al vicario general de comunicarnos:

“Después de mi atento saludo, tengo a bien comunicarles que en reunión celebrada por el excelentísimo prelado diocesano y el Consejo de Consultores, se acordó, entre otras cosas, pedir a los directores de los centros de promoción en la diócesis, que no planifiquen ningún curso para próximas fechas. El excelentísimo señor obispo estará ausente de la diócesis y será hasta su regreso que deberán estudiarse los planes y programas para futuras actividades en dichos centros”.

En Roma habló contigo y según tu carta del 17 de octubre te manifestó el deseo de “someter a un examen y reflexión serena y objetiva el centro”. ¿En qué quedamos? También te manifestó el deseo de que el centro lo quisiera más abierto a la colaboración de los demás sacerdotes de la diócesis. Nosotros preguntamos: ¿cuál es la participación de los religiosos en los asuntos diocesanos? (somos trece religiosos y doce diocesanos, y el consejo lo componen cinco, todos diocesanos).

En cuanto a la participación de las parroquias no creo que podamos hacer más que invitar (como lo hacemos siempre). Si lo que se pretende es que los cursos sean para diversas clases sociales habría que estudiarlo más detenidamente ya que el centro nació como centro para campesinos. No discuto ni explico línea de pastoral ya que, como tú dices y lo afirma nuestro Decreto Capitular Nº 59, es cosa de la comunidad.

3º.- Como el Sr. obispo a su regreso de Roma nada dice, le escribí la carta del 19 de noviembre, cuya copia te adjunto.

4º.- Lo que creemos debe hacerse:

a) Que el diálogo comience a nivel obispo-comunidad.

b) Cuando sea preciso deberá intervenir el vicario regional con algunos del vicariato y de la comunidad de la capital, como tú mismo dices.

c) No nos parece oportuno ni aceptable que nadie ocupe el lugar de la comunidad en las primeras gestiones.

El sesgo que parece tomar el asunto nos recuerda la triste historia de los PP. Agustinos 91, y creemos que la experiencia vivida por ellos puede ayudarnos. Sospechamos que lo que en realidad se pretende es despojarnos del centro. Por si no lo sabes, la diócesis tuvo el local del centro cedido por las religiosas pasionistas; nada pudieron hacer; y las religiosas solicitaron su devolución para cederlo a nuestra comunidad, (tenemos documento notarial). ¿Pretenden ahora hacer con el centro lo que hicieron con los dos colegios que les dejaron los agustinos?

Creo que con esto tienes una idea de cómo están las cosas. Te tendremos informado del asunto…”.92

24 noviembre 1975: es la respuesta de Mons. Romero a la carta del P. Juan del 19 de noviembre en la que le instaba a que nos dijera y detallara las razones que le llevaron a tomar la decisión del 15 de octubre de cerrar el centro y pedir una nueva evaluación del mismo. Creemos muy interesante esta carta porque es la primera vez que nos comunica directamente sus interrogantes e inquietudes, -por no decir prejuicios y sospechas- sobre la línea de pastoral que llevábamos en la diócesis. Juntamente con esta carta que copiamos a continuación, nos envió una copia de la carta que enviara al P. Provincial el 1º de octubre y que nosotros ya hemos copiado arriba.93 Por el envío de ambas cartas nos dimos cuenta, más o menos, por dónde iban las acusaciones y concretizaban bastante bien los puntos a discutir y aclarar.

La carta de Mons. Romero es esta:

“Estimado Padre Juan:

Agradezco su saludo de bienvenida e igualmente me alegro de su presencia de nuevo en nuestra diócesis. Pero lamento que el objeto principal de su carta sea su “disgusto”, causado por una determinación que el obispo tomó con la sincera intención de buscar el mayor bien a la diócesis y una mejor garantía para Uds. Y como Ud. desea que le exponga “por escrito” lo que llama mis “graves razones” y alude a mis conversaciones con su P. Provincial, no tengo inconveniente en transcribirles, completa, mi respuesta a la carta de dicho superior. A propósito de esta correspondencia y para aclarar la 2ª conclusión de la carta de Ud., opino que mi diálogo con el P. Provincial “en ambiente estrictamente confidencial de superiores”, así como cualquier otro diálogo prudente en busca de un serio asesoramiento, en nada “contradice” mi “formal promesa de tratar directamente (con Uds.) los problemas”, ni tienen por qué “crear un clima de franca desconfianza”. En cambio, sí ruego encarecidamente, en nombre de la comunión eclesial y del buen ejemplo religioso, que se evite cuidadosamente toda actitud y comentario desedificantes.

Una lectura serena e imparcial de mi carta al P. Provincial creo que es suficiente para conocer “las razones” que Ud. busca y también la línea de pensamiento y acción pastoral que el obispo de esta diócesis señala a todos sus colaboradores. Por eso se la ofrezco -en forma confidencial- abrigando la esperanza que Ud. mismo inspira al prometer, al final de su carta, “estudiarla detenidamente y proseguir así el diálogo”.

Prosigamos, pues, el diálogo, superando con noble amor de Iglesia cualquier culpa o mal entendido que pudiera echar a perder la mutua buena voluntad que ha logrado ya muchas inolvidables colaboraciones. Por lo que ruego a Ud.:

1.- Preparar un breve informe del “centro” a cerca de su contenido ideológico, de su método, de sus programas de estudio, de su personal y de sus proyectos para el próximo año.

2.- Y acudir a esta residencia episcopal el miércoles 10 de diciembre, a las 9:30 a.m. para llevar a cabo la “evaluación y reflexión” que en la carta se sugiere…”.94

3 diciembre 1975: mientras la comunidad de Jiquilisco estaba elaborando ese “informe sobre el centro” que nos pedía Monseñor, llegó esta carta del P. Provincial en la que contestaba a la del P. Juan. En esta carta confirma y le parece bueno el método concreto a llevar en esta discusión-diálogo con Monseñor, que nosotros precisábamos en esa misma carta. Pero no le satisface “el tono” de la carta que Juan escribió al obispo pidiéndole que expusiera “por escrito” las razones de su proceder. El P. Provincial nos da “un jalón de orejas”; tendremos que amainar el malhumor, y sobre todo, “el tono”, “la manera” o “el modo” de llevar el diálogo. Insiste que Monseñor tiene pleno derecho a pedir esa nueva evaluación, discusión o diálogo, y nosotros también a manifestar nuestro parecer o disensión, pero en “otro tono”.


91. Los agustinos recoletos salían de la diócesis de Santiago de María en diciembre del 1971, por un pleito muy personal con el anterior obispo, Mons. Castro y Ramírez. Regentaban las parroquias de Santa Catarina de Usulután y de catedral en Santiago de María; también dirigían ambos colegios en Usulután y en Santiago de María.

92. A.C.P.: Carta del P. Juan Macho al P. Provincial, 22 de noviembre de 1975, págs. 1-3.

93. Arriba en este libro, varias págs. 54-55, 58-59.

94. A.C.P.: Carta de Mons. Romero al P. Juan Macho, 24 de noviembre de 1975, pág. 1.

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