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EL SIGNIFICADO ANTIGUO DE LAS CABEZAS DE JAGUAR (parte III)*

Federico A. Paredes Umaña

Doctor en Arqueología

Director del Proyecto Arqueológico Cabezas de Jaguar

 

El pensamiento mesoamericano engendró seres sobrenaturales que combinan elementos propios de la anatomía del ser humano con elementos propios de la naturaleza. Esos seres, rx click esas imágenes, treatment constituyen la síntesis del pensamiento antiguo. En ellas se resumen las relaciones del hombre con la naturaleza y del hombre con el hombre, las cuales son de apropiación, de diálogo y de confrontación. Estas relaciones ocurren en el marco de la construcción originaria de las sociedades.

Veamos algunos ejemplos de imágenes con significados complejos en la antigua Mesoamerica: la imagen relacionada con la concepción de la estructura física del cosmos, la fertilidad, la abundancia y la germinación del maíz remite al concepto de la montaña sagrada del Clásico maya (600-900 d.C.). Entonces, la representación gráfica de la montaña del Clásico maya tiene reglas que pueden ser estudiadas para buscar su significado. Dicho de otra forma, el concepto sagrado se compone gráficamente a través de convenciones artísticas, aprendidas y desarrolladas por especialistas, cuya misión es diseñar, dibujar o esculpir la imagen que mejor representa determinada idea acerca de lo sagrado. En la montaña, el especialista combinó los siguientes elementos gráficos: rasgos de reptil, principalmente de cocodrilo; una hendidura escalonada frontal, y foliaciones de maíz que surgen de la cabeza y torrentes de agua que caen como pestañas de los ojos. Si bien ninguno de estos rasgos es único de la montaña, todos ellos confluyen y se fusionan en esa imagen. Eso mismo ocurre con los elementos que componen el rostro de la tradición Cabeza de Jaguar del occidente de El Salvador.

Para aproximarnos al significado antiguo de los monumentos de la tradición Cabeza de Jaguar nos concentramos en un estudio sistemático de sus rasgos fisonómicos, es decir, la cresta sobre la frente, las cejas en forma de espiral, la nariz en forma de U invertida, narices prominentes o chatas y/o narices humanas que surgen desde adentro del marco trilobulado de la parte inferior del rostro, y del cual también emergen hileras de dientes, entre otros elementos distintivos.

En las entregas 9 y 10 de la columna Toque de Piedra, publicadas en este mismo espacio el 8 y el 22 de agosto, expuse los elementos formales que componen los rostros de la tradición escultórica Cabeza de Jaguar del occidente de El Salvador.

A partir de ese análisis y de su comparación con otros ejemplos del arte mesoamericano podemos proponer que la entidad sagrada representada en la tradición escultórica Cabeza de Jaguar combina atributos de nubes y agua, de la relación vida y muerte, y del portal de comunicación con otras realidades. Estos elementos remiten al mapa cósmico de la montaña sagrada del periodo Clásico maya, expuesto arriba, pero también remiten al concepto nahua del Tonacatepet (el cerro de nuestros mantenimientos), sugerencia que hiciera Tomás Fidias Jiménez para entender estos monumentos y a lo cual nos referimos en la octava entrega de esta columna (publicada el 25 de julio).

Dicho de otro modo, los elementos que constituyen la tradición Cabeza de Jaguar remiten a conceptos de una profunda tradición mesoamericana y muy probablemente dicha tradición sea precedente de las soluciones plásticas conocidas para el caso Clásico maya y también para su referente en la tradición nahua.

Existen sin embargo elementos que las separan de aquellas representaciones abstractas de montaña, como lugar mítico y desinteresado. Aquí nos referimos a la asociación con los rostros humanos, evidenciados por el monumento 12 y por los ejemplos de narices humanas subyacentes, que indicarían que estas representaciones pudieron ser usadas como máscaras por los gobernantes. Debemos entender entonces estos monumentos en un contexto de despliegue de símbolos que acompañan al poder político del gobernante.

Para concluir, podemos decir que todas estas asociaciones permiten estudiar la Zona Nuclear de las Cabezas de Jaguar como parte del corredor cultural del sureste de Mesoamérica. Para sustentar esta idea es necesario volcar nuestra atención a la costa chiapaneca, a los altos de Guatemala y a las tierras bajas mayas durante el periodo Preclásico tardío (400 a.C.-250 d.C.), donde se generaron sociedades con desarrollos notables, que incluyeron la invención de la escritura jeroglífica, la edificación de centros ceremoniales y, de manera importante para nuestro caso de estudio, las prácticas de legitimación del poder político, que fueron acompañadas por monumentos tallados en piedra.

Muchos de los rasgos descritos anteriormente alcanzaron un notable desarrollo en las culturas del Clásico por toda Mesoamérica. La tradición escultórica Cabeza de Jaguar forma parte de los desarrollos tempranos del sureste, y puede ser entendida como una expresión localista de las dinámicas regionales que se desarrollaron también en sitios como Izapa, Takalik Abaj, Kaminaljuyú y otros sitios de la región costera. Por esta razón, apelamos a la necesidad de nuevas definiciones de la llamada periferia sureste de Mesoamérica, a fin de entender mejor las dinámicas del periodo Preclásico que contribuyen a forjar el canon artístico maya del Clásico.

Respuesta a la pregunta de la columna anterior

En la columna anterior lanzamos la pregunta sobre la pertenencia o no del disco de Cara Sucia a la Tradición Cabeza de Jaguar y algunos lectores respondieron por correo electrónico. La respuesta es: El disco de Cara Sucia, por ser un disco, y no una talla en bulto, por ser una representación naturalista de un felino, por tener colmillos en lugar de dientes, por carecer de cresta sobre la frente y por carecer de la configuración básica de las 56 cabezas conocidas, NO pertenece a esa tradición.

Gracias por escribirme a [email protected]

* Las ideas expuestas en esta contribución se desprenden de un trabajo iconográfico realizado en colaboración con Daniel Salazar Lama.

 

Pie de imagen:

Tres monumentos de la tradición Cabeza de Jaguar del occidente de El Salvador. A) Monumento 26, procedente de Izalco, B) Monumento 40, procedente de Ataco, C) Monumento 6, de procedencia desconocida.

 

 

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