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César Villalona.

El Salvador cuenta con once salarios mínimos

Francisco Elías Valencia
@fe_valencia

El tema del salario mínimo ya se puso en el centro del debate nacional, try tras el anuncio por parte de la Ministra del Trabajo, online Sandra Guevara, que pronto se iniciará una discusión sobre un nuevo ajuste salarial. El Secretario General del FMLN, Medardo González, al final del Congreso, dijo que su partido luchará por mejorar el salario mínimo. Sobre este tema, Diario Co Latino conversó con el economista César Villalona, sobre la conveniencia o no de incremento del salario mínimo, no solo de los beneficios para los y las trabajadoras, sino de los repercusiones, como los fantasmas que siempre esgrime el sector privado, tales como el aumento de la inflación, paraliza el crecimiento económico, entre otros aspectos.

-César ¿Cómo están los salarios mínimos en el país?

Hay 11 salarios mínimos. El del Estado es de 300 dólares al mes. Otro es el del sector construcción, que se determina mediante contratos colectivos entre sindicatos y patronos privados y en promedio es mayor al del Estado.

Los otros nueve salarios se discuten en el Consejo Nacional del Salario Mínimo, una instancia tripartita: hay representantes del gobierno, de la ANEP y del sector laboral, aunque éstos últimos son más afines a la ANEP que a los trabajadores y trabajadoras que dicen representar.  Los nueve salarios son: 251.70 dólares al mes en el comercio y los servicios; 246.60 en la industria; 210.90 en las maquilas; 171 en los beneficios de café; 129 en la recolección de café, 124.20 en los ingenios azucareros; 118.20 en el agro; 109.20 en la recolección de azúcar y 98.70 en la recolección de algodón, que prácticamente no existe. Como se ve, se trata de salarios muy bajos, a pesar de que los gobiernos del FMLN los subieron en 20%.

-¿Y cómo están los salarios con respecto a la canasta básica?

Los del área urbana cubren la canasta básica, que es la de alimentos. Los del campo no. Dicha canasta está en 204 dólares al mes en el área urbana y casi 149 dólares en el área rural. Con respecto a la canasta familiar, que duplica la de alimentos, pues también incluye el pago de vivienda, vestuarios y servicios, ningún salario es suficiente, pues dicha canasta  vale 408 dólares en el área urbana y 298 en el área rural.

Las canastas básicas son muy pequeñas. En el área urbana se limita a 11 grupos de productos para una familia: pan francés, tortillas, frijoles, arroz, azúcar, carnes (res, cerdo, aves), grasas (aceite margarina, aceite vegetal), huevos, leche fluida, frutas (naranja, plátano y guineo) y verduras (papa, cebolla, chile verde, tomate, güisquil y repollo). En el área rural la canasta se compone de nueve grupos de alimentos, pues se excluyen el pan francés y las verduras. Como la gente consume otros alimentos que no están en la canasta, sus necesidades de ingresos son mayores.

Los hogares que con sus ingresos mensuales no pueden consumir la canasta de alimentos son pobres absolutos y los que cubren los alimentos pero no la canasta familiar completa, son pobres relativos. La suma de ambas pobrezas da la pobreza total, que para 2008 afectaba al 40% de los hogares y hoy afecta al 32%. Una familia que dependa de un salario mínimo está en pobreza absoluta en el campo (pues no cubre los alimentos) y en pobreza relativa en las ciudades, pues no cubre la canasta familiar.

-¿Es tiempo ya de hacer un fuerte aumento de los salarios mínimos?

Sí. Con los salarios actuales, miles de familias no pueden vivir dignamente. Ni siquiera con los salarios que superan el mínimo pero que no llegan ni a 500 o 600 dólares.

En el país tenemos un grupito de gente muy rica, con miles de millones de dólares en activos y en dinero, que viven como reyes, y cientos de miles de personas en condiciones de vida precarias. Los multimillonarios poseen muchas grandes empresas y viven del trabajo de sus empleados y empleadas. Quienes sostienen la sociedad son las personas que trabajan, pues sin ellas no habría producción de bienes y servicios. Y esa es la gente que menos ingresos recibe. Solo eso sería un motivo justo para mejorar los salarios mínimos y los salarios en general, sobre todo los más bajos, que son la mayoría. Las ganancias de las grandes empresas no dejarán de ser enormes por más que se suban los salarios.

Sabemos que hay miles de personas con pequeñas empresas que también viven en condiciones precarias, pero como la mayoría de esas empresas son informales no se rigen por el salario mínimo. De manera que si los salarios suben no les afecta. Al contrario, como muchas personas asalariadas comprarían más en dichas empresas, éstas aumentarían sus ventas.

En el área rural debería haber un solo salario mínimo y mucho más elevado que los de hoy, que son muy bajos. Lo ideal sería que todo salario mínimo cubriera la canasta familiar, no solo la de alimentos. Al menos se debería que aspirar a eso y de forma inmediata, pues si queremos que baje la pobreza hay que elevar los ingresos de la población de menos recursos

Aprovecho para recordar que algunos dirigentes de ARENA aseguraron durante las últimas campañas electorales que se debían elevar los ingresos de la población. Jorge Velado, por ejemplo, quien es presidente del Comité Ejecutivo de ARENA, dijo el 12 de diciembre de 2014 (ver la Prensa Gráfica de ese día), que “lo que nosotros dijimos, y lo sostenemos, es que es necesario que para los salvadoreños su ingreso mensual sea al menos el valor de dos canastas básicas”. Como ya vimos, el doble de dicha canasta es de 408 dólares al mes en el área urbana y 298 dólares en el área rural. Ahora que se empieza a discutir el tema, sería bueno que Velado sostuviera lo que dijo, pues en la tripartita hay gente de su partido.

César Villalona. Economista.
César Villalona. Economista.

-¿ César, el salario puede ser un mecanismo de redistribución del ingreso nacional?

Así es. La principal causa de la pobreza no es el bajo ingreso nacional, sino la concentración del ingreso en una minoría de la población. La concentración del ingreso se evidencia en la distribución del PIB anual, donde la ganancia empresarial representa el 63%, los salarios el 21% los ingresos tributarios del gobierno el 16%. Con una distribución como esa es inevitable que haya poca gente rica y mucha gente pobre. No es casual que 160 grandes empresarios tengan un capital acumulado de 21,000 millones de dólares, equivalentes al 80% del PIB del año 2014.

El aumento de salarios, aunado al crecimiento económico, ayudaría a redistribuir el ingreso nacional y a mejorar las condiciones de vida de la población. No queremos exagerar el impacto del salario mínimo, pues el mismo solo lo recibe el 15% de la población con empleo fijo, pero por lo menos podemos decir que su aumento contribuiría a redistribuir el ingreso.

Como un porcentaje elevado de las personas que hoy cotizan en el sistema de pensiones ganan el salario mínimo, si se hace un fuerte ajuste del mismo mejorarían las cotizaciones y las pensiones futuras. También aumentaría la aportación al ISSS.

-Tengo entendido que otro criterio para determinar los salarios es la productividad laboral.

La productividad se puede medir dividiendo el PIB entre la población empleada. El cociente da el valor (en dinero) de los bienes y servicios que produce en un año la población trabajadora. Si la relación la hacemos por sectores de la economía, tenemos la productividad sectorial.

En El Salvador, los sectores más productivos son suministros eléctricos, gas, transporte, almacenamiento y comunicaciones. Le siguen la industria manufacturera, la intermediación financiera, comercio, hoteles y restaurantes. En el agro la productividad es menor, pero ha crecido en los últimos años. Además, como en el área rural los salarios son tan bajos, hay que elevarlos en un porcentaje mayor que en el área urbana, para igualarlos con los demás sectores de la economía o para que sean menos desiguales.

-¿Y cómo es la productividad en el país en comparación con los demás países de Centroamérica?

El país con mayor productividad es Costa Rica, donde una persona que trabaja crea bienes y servicios por un valor promedio de 22,177 dólares al año. La productividad en Guatemala y El Salvador es igual, de alrededor de 9,500 dólares. En Honduras ronda los 5,700 dólares y en Nicaragua se acerca a los 4,000 dólares. Esos datos muestran que el país que debería tener mejores salarios, si partimos de ese criterio, es Costa Rica, y que los salarios en Guatemala y El Salvador deberían ser iguales y muy superiores a los de Honduras y Guatemala. Pero las cosas no son así.

Es cierto que Costa Rica tiene los mejores salarios. El promedio ronda los 500 dólares. Pero El Salvador y Guatemala no tienen los mismos salarios, pues el más elevado en El Salvador es de 251.70 dólares en el comercio y los servicios y en Guatemala los salarios son de 344 dólares en el comercio, servicios, industria y sector agropecuario y 320 dólares en las maquilas. La diferencia es muy grande, a pesar de que la mano de obra de ambos países tiene los mismos niveles de productividad. La mayor diferencia de salarios es en el agro, que en El Salvador es de 118 dólares y en Guatemala de 344.

En Honduras, donde la productividad es mucho menor que El Salvador, los salarios son mucho más altos. Incluso, superan los de Guatemala. En el comercio, los servicios y las industrias de Honduras se paga un mínimo de 407 dólares al mes, en el agro se paga 288 y en las maquilas 270.

En Nicaragua, con un nivel de productividad que no llega a la mitad de El Salvador, los salarios mínimos son muy parecidos a los de nuestro país.

Es importante añadir que los salarios en los demás países de la región no son afectados por una alta inflación, pues todos poseen inflación baja, de menos de dos dígitos. Y a pesar de que en esos países hay salarios más elevados y de que en Honduras y Nicaragua la productividad es mucho menor, todos reciben, desde hace nueve años, más inversión extranjera que El Salvador. El año pasado la inversión extranjera en Costa Rica fue de 2,106 millones, en Guatemala llegó a 1,396, en Honduras a 1,144, en Nicaragua a 840 y en El Salvador a 270.

Si los altos salarios afectaran necesariamente la competitividad ¿Por qué los demás países de la región reciben más inversión extranjera? ¿Por qué lo oligarcas salvadoreños invierten tanto en dichos países? Lo cierto es que la inversión privada no busca mano de obra barata, sino rentabilidad. Y ello tiene que ver con muchos factores (no solo con los salarios), como la calidad de los medios de producción, de la infraestructura y de la mano de obra, el costo de la energía, la seguridad jurídica, la seguridad social, la demanda interna, entre otros. El costo de la mano de obra es una variable que influye en la rentabilidad, pero no suele ser la más importante.

El Salvador tiene la ventaja de ser el país de la región con menor inflación, lo que le permite mantener más estables los costos de producción. También es competitivo en infraestructura, costo energético y otras variables económicas y sociales. Y como su nivel de productividad es bueno en comparación con la del resto de países (salvo Cosa Rica), no es correcto que el empresariado se escude en esa variable para pagar bajos salarios.

La productividad laboral depende mucho de la educación y la salud de la población trabajadora. Por lo tanto, si los salarios permiten consumir los bienes y servicios esenciales, la población laboral es más productiva.

-César, con respecto al costo de producción, en también una variable a tomar en cuenta para los ajustes salariales

Se toma en cuenta, pero lo cierto es que los salarios constituyen el menor costo de las empresas. La Unidad de Estudios Tributarios de la Dirección de Impuestos Internos del Ministerio de Hacienda revela que para el año 2014, el costo salarial de 14,222 empresas representaba el 22.35% del costo total. Datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería muestran que el pago de salarios representa entre el 15% y el 18% de los costos totales de los diferentes rubros agropecuarios.

Los mayores costos en las industrias son las materias primas y la energía. En el agro son la materia prima y otros insumos, en el comercio las mercancías compradas, y en las empresas de servicios son los bienes auxiliares y los propios servicios que ellas consumen. De manera que un aumento del salario mínimo no impactaría significativamente en el costo de producción. Además, como ya vimos, el salario mínimo solo lo recibe una parte de la población laboral.

-Los dirigentes de las gremiales empresariales dicen que si los salarios suben, la inversión y el empleo se reducen.

Esas afirmaciones de los directivos de la ANEP carecen de fundamento estadístico. En todos los países de la región crecen más la inversión y el PIB que en El Salvador, a pesar de que pagan más salarios. En Nicaragua, por ejemplo, donde la productividad no llega a la mitad de El Salvador y los salarios son parecidos, las empresas extranjeras invierten más, incluyendo las de los oligarcas salvadoreños instaladas allá.

Pero también bastaría ver lo ocurrido durante el primer gobierno del FMLN, cuando el aumento del salario mínimo no impactó negativamente en la inversión ni el empleo. Durante el primer gobierno del FMLN la inversión privada creció 6%, más que durante los últimos tres gobiernos de ARENA, que estaban al servicio casi exclusivo de las grandes empresas. En el gobierno de Calderón Sol, la inversión privada creció 4.4%, en el de Francisco Flores solo creció 2.7% y en el de Antonio Saca aumentó 3.1%. Esos son datos que los directivos de la ANEP deberían conocer, pues ellos tienen seis años diciendo que los gobiernos del FMLN ahuyentan la inversión privada. Lo que dificulta que la inversión crezca más es la estrechez del mercado interno, debido a la excesiva concentración del ingreso, a los bajos salarios y a las bajas pensiones, que incluso son más bajas en el caso de las mujeres.

-Justamente sobre eso quería preguntar. No sería el ajuste salarial un mecanismo para ampliar la demanda interna y de paso estimular el crecimiento económico.

Sí. La concentración del ingreso dificulta la ampliación del mercado interno que necesitan las empresas para elevar sus ventas y su producción. Nuestro país tiene 18 años de bajo crecimiento económico, y cuando la economía crece poco no se generan suficientes empleos ni aumentan adecuadamente los ingresos de la mayoría de empresarios, de la población trabajadora ni del gobierno.

Es cierto que el costo de la energía, el clima de inseguridad y otros aspectos afectan la inversión, como dicen varios estudios. En esos aspectos el gobierno viene trabajando arduamente. Este año se recortó en un 31% la tarifa energética. Pero esos mismos problemas los sufren otros países de la región cuyas economías son más dinámicas y reciben más inversión extranjera, incluso de empresarios salvadoreños que no aducen problemas de productividad, inseguridad e inestabilidad política (Guatemala y Honduras) para invertir en dichos países.

Es obvio, entonces, que hay otros factores que afectan la inversión y el crecimiento. Y uno de ellos es la estrechez del mercado nacional debido a la excesiva concentración del ingreso y a la ausencia de una política monetaria que permita aumentar el medio circulante.

Como El Salvador no tiene un mercado dinámico, las empresas no pueden ampliar su capacidad instalada, el 42% de la cual se encuentra ociosa, según muestran los estudios del Banco Central. La poca utilización del capital fijo eleva los costos y reduce la productividad.

La economía de Centroamérica donde menos crecen el circulante y el crédito es la salvadoreña, a pesar de que es la economía con menor tasa de interés sobre los créditos. Entre 2006 y 2014, el promedio de la tasa de interés activa fue de 7% en El Salvador y superior a los dos dígitos en los demás países. El promedio regional fue de 14%, o sea, el doble de El Salvador. En el mismo período el crédito creció 7% en El Salvador, 8% en Nicaragua, 11% en Guatemala, 15% en Costa Rica y 19% en Honduras y ¿Por qué si la tasa de interés es mucho menor en El Salvador el crédito crece menos? Porque la dolarización suprimió la política monetaria del Estado, uno de los instrumentos para el crecimiento de del circulante.

Si el medio circulante crece poco, la inversión privada no puede aumentar mucho. Y como la carga tributaria es pequeña, incluso menor al promedio regional e inferior a la de Costa Rica, Nicaragua y Honduras, la inversión pública tampoco puede ser dinámica. Y a una baja inversión pública y privada le corresponde un bajo crecimiento del PIB.

Ante la falta de política monetaria, hay que enfrentar al menos la primera causa de la estrechez del mercado interno, que es la pobreza en que vive una parte importante de la población. Eso significa crear condiciones para que esa población tenga acceso a viviendas dignas y a los bienes y servicios básicos. Y ello pasa, entre otras cosas, por un mejor salario.

Para los oligarcas, que tienen empresas exportadoras y pueden fugar capitales al exterior, la estrechez del mercado interno no es un problema, pero para el 99% de las 162,000 empresas registradas por el Ministerio de Economía, que solo venden en el mercado interno, la ampliación de dicho mercado es vital para mejorar sus ventas y ampliar sus inversiones.

El aumento del salario no es el único mecanismo para mejorar el consumo de la población, pero es un mecanismo importante. También hay que aumentar las pensiones (que mejorarían si los salarios suben), la inversión social del gobierno y la propia inversión privada.

César, y qué impacto tendría un ajuste salarial en los niveles de inflación

Algunos directivos de la gran empresa dicen que todo incremento salarial genera inflación y termina anulándose a sí mismo. Si así fuese, el salario nunca debería mejorar y el crecimiento económico solo se traduciría en mayor ganancia empresarial. La evidencia empírica también niega ese juicio. Basta comparar los últimos ajustes salariales con la inflación.

Entre 2011 y 2014 el salario mínimo aumentó 16% y la inflación fue de 2%. En enero de 2015 hubo otro aumento de 4% y la inflación hasta octubre era de -0.2%. Lo que muestran esos datos es que los ajustes salariales no necesariamente disparan los precios. Y eso tiene que ver con el poco peso de los salarios en los costos de producción, como vimos antes, y con la estabilidad monetaria de la economía, que desde hace dos décadas mantiene un nivel de liquidez (base monetaria) acorde a la estabilidad económica (PIB). Como la economía salvadoreña no tiene exceso de circulante con relación a su capacidad productiva, no hay mucha presión sobre los precios.  La economía tiene 20 años de equilibrio de precios, con inflación es menor a los dos dígitos.

Un fuerte ajuste salarial elevaría la demanda interna pero no sería inflacionario, pues al estimular la inversión privada habría un crecimiento de la producción que cubriría la nueva demanda creada. Y si la inflación creciera en varios puntos porcentuales, el salario real no se vería afectado, pues el aumento del salario nominal sería mucho mayor que la inflación. Además, una inflación un poco mayor, digamos de 4%, no afectaría mucho los salarios ni la competitividad y estimularía la inversión.

-Finalmente, la economía salvadoreña tiene la solidez necesaria para que haya un buen ajuste del salario mínimo

La economía salvadoreña tiene mucha estabilidad y superó la crisis de 2009, cuando el PIB cayó en -3.1%, se perdieron 42,000 empleos, las exportaciones bajaron -17% y se desplomaron otras variables importantes, como el consumo, la inversión privada y pública, el crédito de la banca y los ingresos del gobierno. Desde entonces el PIB ha crecido alrededor de 2% promedio anual, aumentó el empleo, se recuperaron las exportaciones y crecieron el crédito de la banca, la inversión privada y los ingresos fiscales.

Para 2015 se estima un aumento del PIB de 2.4% a 2.5%. Todos los sectores (salvo construcción) están creciendo, sobre todo la industria textil y de alimentos, que registra una fuerte expansión. Hasta septiembre las exportaciones habían aumentado 5%, el crédito bancario 3% y los ingresos corrientes del gobierno 3.5%. La baja inflación permite que las empresas mantengan estables sus costos y sus niveles de competitividad y que la tasa de interés de los bancos se mantenga estable.

El gobierno que preside Salvador Sánchez Cerén está apoyando el sector empresarial y la inversión privada. Se trabaja en la simplificación de los trámites para las inversiones y para atraer inversión extranjera. También se promueve un cambio en la matriz energética, para reducir la dependencia de la energía térmica y crear fuentes nuevas, como la solar y la de gas natural, donde empresas nacionales y extranjeras ya iniciaron sus inversiones. También se ampliará la generación geotérmica e hidroeléctrica. Esos cambios permitirán reducir aún más las tarifas para las empresas y los hogares. El gobierno también tiene proyectos de infraestructura en ejecución y programados por cientos de millones de dólares.

En el caso del sector agropecuario, el apoyo del gobierno se verifica en la recuperación de una parte importante de la producción de café, de la caña de azúcar y de los granos básicos. Las cosechas de maíz y frijol han alcanzado cifras récord a pesar de las sequías. Entre 2009 y 2015 la producción de arroz aumentó 118% y la de azúcar 38%, el ganado porcino   aumentó 19%, la producción de carne de aves creció 16%, la producción de leche 8% y la de huevo 29%.

Por el lado de las exportaciones también se notan mejorías, no solo en el valor exportado (5% hasta septiembre) sino en la apertura de nuevos mercados, como el chino, donde se vendió una buena cantidad de azúcar.

Las empresas están ampliando y renovando sus activos fijos, o sea, están creando bases para un despegue de la inversión y la producción, que podría ser obstruido si no se amplía la demanda interna. Hasta el mes de septiembre de este año las importaciones de bienes de capital habían crecido 11.8%. Particular incremento se observa en el sector construcción (27.9%) y en la industria manufacturera (19.3%).

Las tendencias son buenas y las podemos resumir en los siguientes aspectos: mayor inversión social, cambio en la matriz energética, mejoramiento y ampliación de la infraestructura, apoyo a las micros y pequeñas empresas, transformación productiva en la industria, reactivación del agro, desarrollo de las exportaciones y mantenimiento de la estabilidad económica.

En ese contexto de superación de la crisis de producción y de buenas perspectivas para el crecimiento, la población trabajadora, que contribuye con su esfuerzo a generar bienes y servicios para la población y para el exterior, deber recibir más remuneraciones.

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