Página de inicio » Opiniones » El pueblo salvadoreño hacia el poder Hacia una nueva Constitución

El pueblo salvadoreño hacia el poder Hacia una nueva Constitución

Arturo Méndez Azahar

De el año de 1975 para 1979, ampoule los Estados Unidos toleraron (y a lo mejor promovieron) toda forma de expresión violatoria de derechos humanos, online corrupción, physician fraudes electorales, represión selectiva, secuestros, extorsiones, etc.,  por parte de los gobernantes de turno. Curiosamente, la Fuerza Armada Salvadoreña fue acuartelada; y, por lo tanto obligada, a abandonar todo sistema político militar del control territorial salvadoreño. Como en política no hay casualidades, ese  control territorial abandonado también, curiosamente, lo fue asumiendo, poco a poco, las cinco organizaciones que en 1980 fundaron el FMLN.

Así, Estados Unidos y el FMLN, creyeron que la teoría marxista se había cumplido y que estaban dadas las condiciones objetivas para el cambio radical de todo régimen y sistema salvadoreño.

En 1979, los Estados Unidos, por su lado,  consumaron lo que sería su último GOLPE DE ESTADO en EL SALVADOR y lo ejecutaron como castigo contra aquella “timocracia” desobediente. Y,  so pretexto de arrebatarle banderas al comunismo, nos impusieron aquellas REFORMAS ESTRUCTURALES (agraria, financiera y comercio exterior); pero ahora sí: con represión masiva (asesinatos de las clases populares, urbanas y rurales, aunque no fueran comunistas; y si lo eran pues con mucha más razón). La decisión de cada asesinato se tomaba sumarísimamente al interior de las “S2” de cada una de las “brigadas contra insurgentes”.

El FMLN, por su lado, al grito de SI NICARAGUA VENCIÓ EL SALVADOR TAMBIÉN VENCERÁ hizo lo suyo; y, teniendo bajo su control el territorio rural más que el urbano, emplazó sus armas. Así comenzó una guerra, que – a partir de sus protagonistas -, de civil tuvo muy poco. Pero que duraría 12 años más la sangre de 80,000 salvadoreños y nuestros problemas sociales, económicos y políticos siguen vigentes.  A partir del 15 de octubre de 1979, la sociedad salvadoreña fue obligada a entrar en un proceso acelerado de división interna y por supuesto que de confrontación entre sí misma. Los ricos (huyendo del comunismo) salieron despavoridos hacia Miami abandonando el CAPITAL CRIOLLO y llevándose solo el efectivo. Por supuesto que seguidos por la clase media alta que servil e igualadamente iban tras sus patronos como consecuencia de que el RÉGIMEN DE PODER TRADICIONAL era evidente que jamás volvería a ser el mismo.

Simultáneamente,  en castigo y para destruirlos, los militares fueron lanzados hacia las montañas a masacrar a la población civil más que a luchar contra el FMLN, respecto del que poco a poco se va conociendo que estuvo integrado por comunistas, anticomunistas y por no comunistas.

De esta manera, el PODER POLÍTICO salvadoreño quedó acéfalo. Pues, según los Estados Unidos, el PARTIDO DE CONCILIACIÓN NACIONAL “PCN” sufriría las consecuencias del fatalismo político tradicional en América Latina (a excepción del APRA de Perú) de que Partido Político que salía del PODER por un Golpe de Estado desaparecía. El PARTIDO DEMÓCRATA CRISTIANO “PDC”, más tarde que nunca, fatalmente asumiría la responsabilidad de ser la fachada política del proyecto gringo, a cambio de la promesa de que les permitirían ejercer el poder durante los siguientes 50 años, plazo que se redujo a 10 años como consecuencia de su inexperiencia y avaricia, pues a su grito de batalla NO ME DEN, PÓNGANME DONDE HAY comenzó la era de la CLEPTOCRACIA que contabilizó la corrupción bajo el título de “costo social”.

Para la década de 1980 a 1990, los estadounidenses – al no poder (o tal vez no querer) vencer al FMLN fueron acomodándose a su proyecto  de “guerra de baja intensidad” (al fin y al cabo, la guerra era en su “patio trasero” y los muertos los estábamos poniendo el pueblo salvadoreño).

Por el otro lado, el FMLN que por supuesto tampoco estaba solo, se acomodó a su proyecto de “guerra popular prolongada”. Y, tal vez, vencer a los estadounidenses por cansancio.

La Fuerza Armada nunca pasó de unos quince mil elementos, o veinte o veinticinco mil pues el pueblo todavía no les cree cuando dijeron treinta mil y más, ya que comprendían los escuadrones de la muerte y defensas civiles; más todas las plazas fantasmas que ellos mismos no ocultaban para que servían. En cambio el FMLN y la solidaridad internacional anduvieron de dos, tres a cinco mil elementos en los momentos más importantes.

Para cuando se dieron los Acuerdos de Paz, recuerdo haber leído en alguna parte, que ambos bandos reportaron como bajas FAES: 8000, FMLN: 2000. Es decir que los salvadoreños que nunca estuvimos de acuerdo con la guerra, pusimos 70,000 muertos respecto de los cuales aún se nos niega la verdad. Lo último también es la razón por la cual aún no terminamos de contar los “desaparecidos”.

Ver también

Nuestra respuesta ante el avance de la ultraderecha

Por: Ricardo Ayala Secretario Nacional de Educación Política e Ideológica del FMLN La ultraderecha avanza …