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El presidente chino Xi Jinping obtiene vía libre para gobernar de por vida

Pekín/AFP

Patrick Baert/Joanna Chiu

El parlamento chino abolió el domingo el límite impuesto hasta ahora a los mandatos presidenciales, dejando vía libre para que el presidente Xi Jinping imponga su visión a largo plazo de una superpotencia mundial sometida al Partido Comunista.

A sus 64 años, el presidente chino con mayor poder desde hace al menos un cuarto de siglo podrá permanecer a las riendas del gigante asiático más allá del término previsto de 2023.

Los casi 3.000 delegados de la Asamblea Nacional Popular (ANP) aprobaron sin sorpresas la medida como parte de un paquete de reformas constitucionales por 2.958 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones.

Hasta ahora los mandatos presidenciales estaban limitados a dos veces cinco años. Para modificar esta regla se necesitaba una mayoría de dos tercios.

La enmienda introduce también en la Constitución «el Pensamiento Xi Jinping» y «el rol dirigente» del Partido Comunista Chino (PCC) en su artículo primero.

Esta disposición puede dejar entrever un recrudecimiento de la represión contra los opositores al régimen, que podrían ser acusados de ataque a la Constitución simplemente por criticar el control del PCC.

‘Un retroceso’

El proyecto de ley, anunciado hace dos semanas, consternó a una parte de la opinión pública, pero los censores se encargaron de borrar las críticas que circularon durante un tiempo por las redes sociales.

Ya antes de la votación, todo el mundo esperaba que la iniciativa, efectuada por diputados cuidadosamente escogidos, obtuviese la mayoría necesaria de dos tercios.

«La ANP nunca ha votado contra nada», subrayaba el especialista en China Jean-Pierre Cabestan, de la Universidad Bautista de Hong Kong, recordando que Xi Jinping fue elegido en 2013 casi por unanimidad, a falta de un voto y tres abstenciones.

El límite de dos mandatos fue impuesto en la Constitución de 1982 por el líder de aquel momento, Deng Xiaoping, para evitar una vuelta al régimen dictatorial de la era Mao Zedong (1949-1976).

«Algunos diputados, apegados a las reformas de Deng Xiaoping, creen que esta enmienda constitucional es un retroceso», observaba el politólogo Hua Po, radicado en Pekín.

Represión de la disidencia

Desde que se pusiera al frente del PCC a finales de 2012 y del Estado a principios de 2013, Xi Jinping ha ido aumentando la autoridad del gobierno.

Una ley reprime severamente la disidencia en internet y se han ordenado fuertes condenas contra defensores de los derechos humanos. El militante prodemocracia Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz 2010, murió estando detenido pese a los llamados de clemencia procedentes del extranjero.

En este contexto, «nadie se atreverá a votar no al cambio constitucional», vaticinó Willy Lam, de la Universidad china de Hong Kong, que sospecha que el poder puede saber quién vota qué. Según él, tampoco ningún diputado se atreverá a votar contra Xi Jinping en la elección a su segundo mandato, que tendrá lugar dentro de unos días.

Sin embargo, algunos diputados podrían expresar su desacuerdo de otro modo, antes de que termine la sesión plenaria anual de la ANP, el 20 de marzo, advierte.

Quizá voten con menos entusiasmo al candidato a la vicepresidencia, que debería ser Wang Qishan, el «zar de la lucha contra la corrupción» del primer mandato de Xi.

«Es un personaje detestado», asegura Lam, recordando que el combate contra la corrupción -por el que Xi ha ganado cierta popularidad- se ha llevado por delante a numerosos responsables del partido en los últimos cinco años. Que Wang Qishan obtuviera menos del 80% de los votos «supondría una bofetada para Xi Jinping», apunta Lam.

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