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EL POSTMODERNISMO EN EL ARTE

[Transcripción de la conferencia brindada por el escritor Armando Molina en el Cine Teatro de la Universidad Nacional de El Salvador, ambulance por invitación de la Secretaría de Arte y Cultura de la UES.]

 

Buenos días. Gracias por estar aquí esta mañana. Para entrar en materia propongo partamos de un dictado ontológico que nos servirá de piedra de toque para poder hacer un sucinto recorrido crítico de la postmodernidad en el arte. Y es el siguiente: La postmodernidad propugna un arte que se identifique con la vida del mundo actual. Entonces, illness como la sociedad contemporánea se ha convertido en algo complejo y caótico, doctor el arte, que es un reflejo de la misma, es asimismo complejo y confuso. Caótica, efímera, irreverente, violenta, son calificativos que podemos utilizar para describir a cabalidad nuestra sociedad contemporánea.

El postmodernismo es un movimiento intelectual en las artes, la literatura, la arquitectura y la crítica que nació del escepticismo y la sospecha de la razón. El postmodernismo en el arte se caracteriza por un rechazo a la teoría estética y la práctica de su predecesor el arte moderno, aunque utiliza sus mismos elementos. Surgió esencialmente como un desafío a los estamentos del arte moderno que dominaba desde principio del siglo XX; no tiene soportes teóricos específicos ni estamentos formales, y mantiene la idea de que el arte no es solo la belleza ni necesariamente un hecho estético, sino una visión alternativa de la sociedad. Algunos críticos contemporáneos lo han caracterizado como un conjunto de estrategias conceptuales artísticas, pero esta definición todavía resulta demasiado ambigua. Otros críticos, como el caso particular de la mexicana Avelina Lésper, tienen abierto un polémico y combativo debate alrededor de la validez estética del arte conceptual postmodernista; ella descarta tajantemente su aporte estético, si alguno, en la arena del arte formal

En la segunda mitad del siglo XX movimientos revolucionarios en el arte como el cubismo, el expresionismo, el impresionismo, el dadaísmo y otras vanguardias imperantes en Europa desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, después de ser rechazadas con vehemencia por los críticos y el público de aquel entonces, adquirieron prestigio social y fueron aceptados en las academias. Esta admisión es lo que se conoce ahora como la modernidad. No obstante, como consecuencia natural de su evolución, la modernidad comenzó a considerarse como un fenómeno perteneciente al pasado, y es a este sentimiento general en el ámbito del arte formal a lo que se ha llamado postmodernidad.

Gestándose con fuerza desde los años 60 en Estados Unidos con la aparición del arte pop promovido por el artista Andy Warhol, del neo expresionismo practicado por Philip Guston y el artista conceptual y teórico Sol LeWitt (su libro seminal «Paragraphs on Conceptual Art» / Párrafos sobre Arte Conceptual), y en respuesta al dominante minimalismo (una versión del arte conceptual que cobró fuerza en los años 60 y 70 y que se venía desarrollando desde los años 50 con los trabajos de Frank Stella y Agnes Martin en la pintura, y en las estilizadas esculturas metálicas de Donald Judd y de luz de Dan Flavin, que pregonaban una escultura de belleza pura, abstracta y simple); y con una tempranera y excepcional aparición de Marcel Duchamp y su célebre obra conceptual, “La Fuente”, en 1917, el término postmodernismo fue inicialmente usado a partir de 1970. Ya para la década de los 70 el postmodernismo se consolida como el movimiento artístico por excelencia, derivando en toda una gama de tendencias que hasta la fecha aún dominan el panorama del arte. Sin embargo, con el advenimiento del siglo XXI y su radical revolución tecnológica, ya no con la misma intensidad que en las décadas previas.

Es Andy Warhol en los Estados Unidos, artista al que se le adjudica la creación del arte pop, –tendencia artística que incluye elementos de la cultura de masas–, quien revoluciona y cohesiona el postmodernismo como movimiento artístico en la escena mundial, con sus abigarrados lienzos de gran formato de ubicuas sopas enlatadas y objetos ordinarios de la vida moderna tomados de la industria del advertising y de rostros coloreados de estrellas de cine y celebridades mediáticas de la época. Una de sus más interesantes propuestas estéticas fue también la de brindarle al público la oportunidad única de “sentir ser artista” a través de estar constantemente inmerso en el proceso de creación de arte, rodeado de artistas, y ya no ser un simple espectador u observador del objeto o hecho artístico. Su propuesta fue aún más lejos que la de los expresionistas abstractos como la de Jackson Pollock, quien ofrecía a su público “ser testigos del proceso de hacer arte” a través de sus performances de ´action painting´.

El arte conceptual inicia con el trabajo de Marcel Duchamp, un artista francés más tarde naturalizado estadounidense, que pertenecía al movimiento dadaísta en sus inicios, quien presenta su polémica obra “La Fuente” en el Grand Central Palace de Nueva York en 1917, obra que fue rechazada y causó gran conmoción entre los críticos de la época debido a que se trataba de un mingitorio (inicio del movimiento ready made); continúa evolucionando más tarde en los 40 y 50 con los rituales chamánicos del escultor y artista conceptual alemán Joseph Beuys quien propugnaba que todos los humanos somos artistas; pasando por los happenings públicos de los años 60 que desembocan en el performance que tan polémico se ha vuelto en la actualidad y cuya máxima representante reinante es la artista serbia Marina Abramovi?, una artista que explora las relaciones entre el performer y la audiencia, los límites del cuerpo y las posibilidades de la mente. La declaración anterior resume las aspiraciones estéticas del performance como arte.

Por otro lado están en la pintura el neo-expresionismo, que fue visto como una reacción al minimalismo y al arte conceptual de viejo cuño; el arte kitsch, como el practicado por el estadounidense Jeff Koons, un antiguo agente de bolsa de Wall Street devenido en artista conceptual, cuya obra parodia la cultura del consumo mediante la presentación de bienes de consumo reales como obras de una belleza atemporal, algunos de ellas manufacturadas con metales preciosos o elaboradas en aleaciones metálicas costosas y de alta tecnología tales como el titanio o el acero inoxidable galvanizado. El arte feminista, cuyo nombre es explícito. El neo conceptualismo geométrico, que propone la representación del panorama social y las redes de la vida urbana contemporánea en versión de circuitos integrados electrónicos, reflejos de la vida contemporánea en países industrializados. Y el arte de identidad política o arte político, donde se ubican el arte chicano y el afroamericano en los Estados Unidos, y donde también podemos situar la obra de la colombiana Doris Salcedo con sus impresionantes instalaciones que proponen lecturas socio políticas contestatarias y reivindicativas, o los performances de la cubana Tania Bruguera de similares contenidos provocativos que en ocasiones le han valido la detención y cárcel en su nativa Cuba.

Como dije al principio, la postmodernidad vuelve a los métodos clásicos, a la continuidad de formas y estilos artísticos del pasado, creando (a veces) una ecléctica mezcla de estilos que transitan por la repetición y la reinterpretación; por tanto el resultado es esta mezcolanza indiscriminada de temas y estilos como los que he mencionado.

Los artistas postmodernos también se caracterizan por combinar imágenes del arte tradicional con el cómic, la textualidad semántica, el grafiti, imágenes publicitarias o de medios de comunicación de masas; también recurren a todo tipo de técnicas y materiales artísticos que van desde las tradicionales a las derivadas de las nuevas tecnologías –video, arte digital, la utilización de nuevos materiales como el poliéster, la fibra de vidrio, y aleaciones metálicas etc. –; y recurren también a otras disciplinas artísticas como la escultura, el teatro, la arquitectura, derivando en nuevas tendencias estéticas como el instalacionismo, el performance y el land art. Podemos asegurar que los artistas postmodernos asumen el arte como objeto y como finalidad en sí mismo, no como vehículo de transmisión de una realidad cultural circundante, aunque está última puede ser de orden inclusivo en sus temáticas y manifestaciones.

Las obras clasificadas dentro del arte postmoderno, de una forma temática y conceptual a menudo giran en torno a la cultura del consumo, la cultura mediática popular, la moda, la globalización y sus consecuencias, la combinación de arte de clase alta y baja así como en torno al rol y valor del arte en la sociedad. Entonces, podemos afirmar que los artistas postmodernos ostentan valores como la ambigüedad, la ironía, la complejidad y la diversidad de estilos, y manifiestan su carácter ecléctico en la recuperación de referencias históricas. La utilización de estos conceptos en sus obras permite que su trabajo artístico sea visto como una especie de desafío al establishment sociopolítico o artístico, o como una visión “alternativa” (aunque la pregunta de rigor sería: ¿alternativo a qué?).

Entre los representativos del arte postmoderno contemporáneo tenemos la obra de los llamados Young British Artists: Sarah Lucas, Jenny Saville, Rachel Whiteread, Damien Hirst, Chris Ofili y los hermanos Jake and Dinos Chapman; los neoexpresionistas alemanes Georg Baselitz, Anselm Kiefer, Gerhard Richter y Sigmar Polke; el arte shock, performance y action painting del austriaco Hermann Nitsch quien usa sangre real en sus performances; las tres C´s como se le ha dado por llamar a los italianos por sus apellidos: Francesco Clemente, Maurizio Cattelan y Sandro Chia; los estadounidenses Eva Hess (alemana de nacimiento), Julian Schnabel, Jean Michel Basquiat, Susan Rothenberg, Eric Fischel (neoexpresionistas), Jeff Koons (kitsch), Bruce Nauman y su arte shock, el video arte y arte electrónico de Bill Viola, el escultor californiano de obras monumentales Richard Serra, el land art de Walter De Maria y Robert Smithson; y los fotógrafos Joel Peter Witkin y Cindy Sherman; también están los franceses Louise Bourgeois y Jean Dubuffet (creador del ´arte bajo´), ambos fallecidos recientemente; la artista de video, la suiza Pipilotti Rist; los españoles Miquel Barceló, Antoni Tapiès (arte matérico) y el escultor vasco Eduardo Chillida. En la vena del arte político, otra artista importante es la afro-americana Lorna Simpson, quien adquirió relevancia en los años 80 con sus obras contestatarias que encaran problemas y temas de raza, género y sexualidad, a través de simples pero extremadamente elegantes yuxtaposiciones de texto e imágenes que contienen fuertes mensajes sociales alrededor de cuestiones y temas de orden sociológico y político.

En América Latina destacan los mexicanos Gabriel Orozco, Gabriel Kuri y Dr. Lakra (hijo del famoso pintor oaxaqueño Francisco Toledo); la instalacionista colombiana Doris Salcedo y su compatriota María Fernanda Cardoso (arte ecológico); el venezolano creador del Op Art (arte óptico) Carlos Cruz-Diez; los argentinos Guillermo Kuitca y Marta Minujin; la cubana Tania Bruguera… por mencionar solo algunos de los más reconocidos en la actualidad.

Les comparto una interesante declaración de Gabriel Orozco, el  polémico artista mexicano que se hizo mundialmente famoso cuando en la Bienal de Venecia de 1993 presentó su obra “Caja de zapatos vacía”, que era precisamente eso, y que dio paso a toda una polémica alrededor del valor estético del arte postmoderno. En ella Orozco nos brinda una idea que engloba muchos de los conceptos del postmodernismo que he mencionado y nos brinda una pista más clara sobre su arte:

“Uno no trabaja pensando qué debe ser el arte, sino en cuáles son las razones por las que el arte existe. Qué puede convertirse en algo poético o significativo. No sabemos qué es, entre otras cosas porque el arte ya no es la belleza, un hecho estético ni tiene que ver con una idea preconcebida acerca de lo que es o no es. Ni los artistas sabemos qué es el arte contemporáneo, es algo que se logra haciéndolo no hablando o definiendo las cosas. El punto es discutir las cosas pero no para llegar a una definición totalizadora.”

Sobre esto es importante referirse a la áspera crítica de su compatriota, la historiadora de arte Avelina Lésper cuya posición despreciativa hacia la obra de este artista ya mencioné antes.

Y quiero cerrar esta charla con otra cita, de una reciente entrevista hecha al maestro Carlos Cruz-Diez, pintor venezolano y creador del ‘Arte Óptico’ al preguntársele sobre cuál es su relación con el arte actual, y una respuesta con la cual en lo personal me identifico:

“Estamos viendo el fin de una civilización y el comienzo de otra. Los últimos años son el ocaso de la academia de Duchamp. En el arte hay tres etapas: quien lo inventa, quien desarrolla las ideas del inventor y quien las pervierte. Ahora vivimos la perversión, pero es normal. Toda perversión y decadencia es sinónimo de progreso. Se están preparando cosas maravillosas que ni sospechamos.”

Así, con el arribo del nuevo siglo XXI se rumora el fin del arte postmodernista.

Gracias por su atención.

San Salvador, 12 de abril de 2016.

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