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El poder de las alianzas sociales

Ricardo Olmos Guevara
Economista

El Salvador está en movimiento. A veces algunos sucesos sociales que forman parte como los elementos centrales de la coyuntura se mueven con tal rapidez que escapa a la comprensión y explicación de las ciencias sociales, pero también hay determinados períodos en que los sucesos toman años en madurar para desencadenar e impulsar procesos políticos o sociales de envergadura nacional. En la coyuntura actual se ha visto al “sujeto político por dentro” desde aquellos que defienden la privatización del agua como de aquellos que se oponen a tal privatización. Por cierto, no es asunto de izquierdas o de derechas y esa particularidad es la interesante, pues lo que se ha observado en los últimos días en la palestra social y política es el poder de las alianzas sociales haciendo prevalecer su voz, su canto y su sed de justicia.

Las alianzas sociales son aquellas que se establecen entre diferentes organizaciones de todo tipo, en virtud de objetivos comunes y cuyo alcance atraviesa toda la lucha social y política de un país. Además, las alianzas sociales están marcadas por acuerdos políticos y no ideológicos, cuya finalidad es la lucha social por la conquista de los derechos ampliamente compartidos y que son coincidentes en un momento determinado de la coyuntura y que pueden incidir en la agenda política nacional.

A lo largo de la historia de El Salvador, las alianzas sociales en determinadas coyunturas han sido capaces de ser las impulsoras de los cambios sociales y políticos, cuyo interés ha estado más vinculado con el desarrollo nacional, y no vinculado necesariamente, a la dirección de un partido o partidos de izquierda, sino al ideario nacional y por la defensa de la vida de los salvadoreños regularmente contemplados en el marco de la Carta de las Naciones Unidas.

¿Cuáles son las alianzas generadas al interior del movimiento social que han desencadenado la movilización de conciencias por los cambios sociales o por la defensa de sus intereses de sectores sociales o nacionales?

Para comprender el fenómeno social y su efervescencia social o su descenso, hay que analizar sus valores, sus ideologías y su comportamiento político variado, el cual está socialmente condicionado básicamente por la naturaleza de las categorías sociales a las que pertenecen los diferentes sujetos sociales que participan en una determinada coyuntura. Esas categorías sociales pueden llegar a convertirse en verdaderas fuerzas políticas y sociales según la coyuntura que se viva y que pueden en determinados momentos no tener una orientación política partidaria, pero sí estar vinculadas y relacionadas con los intereses populares. Aunque hay peligros, pues esos movimientos sociales pueden ser cooptados por movimientos de derecha o de izquierda y desnaturalizar su esencia. En general esas categorías sociales no tienen un único papel propio en relación a la producción de un país, pero sí poseen una relación a nivel político, y de los valores e ideología que de manera variada se manifiesta en las diferentes agrupaciones sociales, religiosas, cívicas y ciudadanas, las cuales a su vez dependen y se desarrollan según la clase social a la que corresponde, que en el caso de El Salvador, pudieran pertenecer a la variedad de clases sociales existentes en el país.

En síntesis, la importancia de estas categorías sociales transformadas en verdaderos centros impulsores del movimiento social, en verdaderas fuerzas políticas, podrían estar definiendo por su autonomía frente a la sociedad política, la agenda de transformaciones nacionales, pues ellas pueden poseer una autonomía particular, cuyos intereses en algunos momentos pueden ser o estar distantes o cercanos con los partidos de izquierda prevalecientes en un determinado momento de la historia de un país o a la configuración de un “bloque histórico” en cuyo seno, estas fuerzas sociales pudieran reclamar su propios intereses frente a otras organizaciones políticas. En una coyuntura específica, estas alianzas sociales pudieran dar paso para cubrir intereses de corto plazo por una agenda de transformaciones de largo plazo en una sociedad y país determinado.

Prueba de ello fue el extenso movimiento social que de manera apoteósica incidió notoriamente para mostrar a la población que solamente a través de acuerdos políticos podría darse el inicio del fin de la guerra civil salvadoreña, la que al final cesó en virtud de acuerdos políticos y que luego condujeron a la paz. Tal movimiento social impulsor fue el Comité Permanente del Debate Nacional por la Paz, CPDN, en donde confluyeron los más variados intereses gremiales, de asociaciones de todo tipo, cuya máxima aspiración era la finalización de la guerra por medios políticos.

Esto condujo a que esta fuerza social impulsara el Gran Foro Nacional por la Paz que al mismo tiempo legitimó la pertinencia a lo largo de la década de los años 80 que el diálogo-negociación era el medio más idóneo para lograr la paz con justicia social. En ese sentido, la paz fue una aspiración nacional y una bandera de lucha de toda la nación sin hacer caso omiso de que “los problemas fundamentales en El Salvador son la injusticia estructural y la guerra” como lo indicaba el CPDN en su momento, incidiendo en los sectores sociales de diversa ideología, valores y procedencias económicas y sociales.

La coyuntura actual no es extraña de ese simbolismo. La experiencia reciente da prueba de la pertinencia del poder de las alianzas sociales, la que se ha visto con la constitución de la Alianza Nacional contra la Privatización del Agua, la cual fue conformada por unas setenta organizaciones de la sociedad civil. Las organizaciones de esta alianza se consideran “como espacio de articulación de la lucha popular contra la amenaza de mercantilización de nuestro vital líquido” el agua.

Ese 16 de junio será marcado para la puesta en acción de las voluntades de los organizadores con esta nueva alianza. Además, el 14 de junio, solo dos días antes, ya una de las organizaciones que conforman esa alianza había marchado hacia la Asamblea Legislativa para mostrar el rechazo de la privatización de ese vital líquido, pues se pretende por ARENA que la entidad que administre el agua quede en manos de los empresarios aglutinados en la ANEP.

Este mes de junio ha ido marcado por uno de los hitos históricos, pues las organizaciones sociales, iglesias, ambientalistas, universidades, organizaciones estudiantiles y muchos más, han desafiado a los diputados de derecha ante el interés de la puesta en marcha de la privatización del agua en el país.

El período histórico que se abre y las tareas más humanas que se ventilan están en relación al poder de las alianzas sociales como el mecanismo que garantice el bien común de los salvadoreños, como en este caso es el pleno derecho humano al agua en el país.

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