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EL IDIOMA ESPAÑOL Y EL LENGUAJE INCLUSIVO

EL PORTAL DE LA ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA

 

Eduardo Badía Serra,

Director de la Academia Salvadoreña de la Lengua

¡Qué de vericuetos y vicisitudes las que tiene que sortear el idioma español, como producto de las influencias y de los intereses no precisamente del idioma como tal! Hace algunos meses surgió la idea de declararlo “marca España”. Las Academias que constituyen la ASALE se opusieron unánimemente a tal intento, aunque a la fecha se desconoce al fin cual fue la decisión. Ahora vuelve al ruedo el caso del lenguaje inclusivo dentro de la discusión.

La señora vicepresidenta del Gobierno español y ministra de Igualdad ha pedido a la Real Academia Española, la RAE, que haga “un estudio para adecuar la Constitución a un lenguaje inclusivo”……porque “tenemos una Constitución en masculino”. Para la señora vicepresidenta, la Carta Magna española usa un lenguaje incorrecto y no verdadero, en relación con “….una realidad que transita entre hombres y mujeres”. El español inclusivo ayudaría, dice, a que “….nuestro cerebro deje de funcionar sólo con estereotipos patriarcales”.

Este es ya un viejo tema, y en nuestro país, se usa y abusa del tal lenguaje inclusivo, incluso oficialmente, violando nuestra Carta Magna, pues este no es aceptado por la Real Academia y no se contiene en las estructuras mismas del idioma. Entre nosotros es frecuente, usual, hablar de “ellos y ellas”, de “los niños y las niñas”, de “nosotros y nosotras”, “compañeros y compañeras”, etc. ¡Menuda tarea tendrían los académicos si el lenguaje inclusivo se oficializa y hubiera que cambiar todo el diccionario y la gramática, que resultarían ampliados enormemente, sacrificando una de las mejores cualidades que tiene el idioma español, su belleza y su simpleza!

Ya imaginamos que compañeras y compañeros, amigas y amigos, compromisarias y compromisarios, militantas y militantes, estudiantas y estudiantes, comenzaran a llenar nuestras páginas, complicando la lectura, dificultando la comprensión, y afeando la expresión. Pareciera no suficiente con los horrores que se escuchan y se leen en la verborrea digital que nos inunda a diario con sus tonterías y estupideces: En vez de escribir “que”, escribimos “k”; en vez de escribir “acá”, escribimos “aka”, etc.

El idioma español no es sexista, entendido esto como una actitud discriminatoria hacia las personas por razón de su sexo. Y no tienen las mujeres porqué sentirse afectadas por formalidades que no consideran el relevante rol que están adquiriendo en la actualidad. Más bien, el afán de hacerse sentir formalmente, en apariencia, sabe ocultar la esencial y sustancial presencia de la inmensa mayoría de mujeres que se hacen presentes con sus exitosas acciones y con sus relevantes contribuciones a la sociedad.

Pero el debate comienza, y la Real Academia Española debe contestar, debe responder. Seguramente deberá considerar las opiniones de sus pares en el mundo de habla hispana, así como sucedió con el intento de hacer del español, una “marca país” de España.  De fructificar el intento de la señora vicepresidenta del Gobierno, preparémonos entonces para comenzar a hablar de víctimas y víctimos, para ser justos, y de escarabajos y escarabajas, atacantes y atacantas, salientes y salientas, cantantes y cantantas, adolescentes y adolescentas; y en nuestra cotidianidad, consideraremos estar en capilla ardienta, cuando la pacienta haya sucumbido en su lucha por la vida; o acudiremos a la comercianta cuando necesitemos adquirir algún bien de consumo.

Diremos entonces en nuestro informe: La pacienta era una estudianta adolescenta, representanta e integranta de su pueblo;  la velaron en la capilla ardienta existenta. Y en lugar de decir que “el perro es el mejor amigo del hombre”, diremos “el perro y la perra son los y las mejores y mejoras amigos y amigas del hombre y de la mujer”.

¡Qué bueno está esto y esta!, diremos luego de la decisión, si es que va en apoyo a la solicitud de la funcionaria.

Pero no se crea que la complicación afectará sólo a los hombres en provecho de las mujeres, como se infiere. En algunos casos, irá en desmedro de estas últimas. Por ejemplo, lo correcto es decir “diestro y siniestro”. Como bien explica nuestro destacado académico don Carlos Saz en su libro “Hablemos y escribamos bien el español”, la gramática indica que lo correcto es decir “diestro y siniestro”, a pesar que el común de nuestra gente usa la forma “a diestra y siniestra”: Disparaban “a diestra y siniestra”, y las personas caían muertas “a diestra y siniestra”; por todos lados se podían ver los cadáveres, tirados por las calles “a diestra y siniestra”. ¡Pues no! Ahora se tendrá que decir que los soldados y las soldadas, (¡que las hay!), disparaban “a diestro y siniestro”, cayendo muertas y muertos las mujeres y los hombres “a diestro y siniestro”, y regando de cadáveres las calles, pudiéndose ver estos “a diestro y siniestro”.

Dice el diccionario que el participio activo del verbo “ser”, es “ente”. Y dice la filosofía que “ente” es “el que tiene entidad”, esto es, “el que es”. También dice la filosofía que el ente no tiene género. El que preside es el presidente, y el que comanda es el comandante; el que dirige es el dirigente, y el que enseña es el enseñante. Yo, respetando la forma en que se presenta, respeté a la funcionaria diciendo que es la vicepresidenta del Gobierno español y ministra de Igualdad; pero aunque el diccionario ya lo acepta, al oído le satisface más escuchar que se habla de la señora vicepresidente, dirigente del ministerio de Inclusión.

Menuda decisión tiene que tomar la Real Academia Española, y sus pares en el mundo de habla hispana. Si se acepta el “lenguaje inclusivo”, probablemente haya que modificar la escritura de Don Quijote de la Mancha, y entonces, muy probablemente, ya nadie deseará leerlo y nadie podrá gozar con su lectura. ¡Cosas verdes, Sancho amigo!

 

 

 

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