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EL FUNDAMENTALISMO MATA

EL FUNDAMENTALISMO MATA

Alberto Romero de Urbiztondo

El asesinato en París de periodistas de la revista Charlie Hebdo y de personas que se encontraban en el Supermercado de productos Kosher, viagra ha conmocionado al mundo y ha mostrado, nuevamente, cómo el pensamiento fundamentalista puede llevar a manifestaciones extremas de odio, justificando la eliminación de las personas que no comparten sus mismas creencias, considerándolas herejes o infieles.

El repudio que este acto ha tenido en Francia y en el mundo, condenando el fanatismo y la intolerancia, y defendiendo la libertad de pensamiento y expresión, está siendo utilizado por diversos gobernantes para limitar el derecho a la libre circulación entre países, imponiendo más controles sobre la población emigrante, autorizando escuchas de teléfonos e internet o prohibiendo medios de comunicación como WhatsApp.

Con el pretexto de protegernos del terrorismo se proponen limitar nuestras libertades, imitando la nefasta Ley Patriota, de George W. Bush, después del ataque del 11 de septiembre de 2001.

Al ser reivindicado el atentado por el fundamentalismo islamista, diversos gobiernos han iniciado una campaña islamofóbica y el gobierno francés aprovecha para enviar portaviones a Siria, igual que USA hizo en 2011 para desatar la invasión de Irak.

Nuestra condena no se debe de dirigir contra una religión concreta, sino contra los fundamentalismos que crecen en las diversas corrientes religiosas, cuyos efectos han sido trágicos a lo largo de la historia: la Santa Inquisición católica que durante más de 600 años persiguió y ejecutó judíos, árabes e indígenas americanos, la Inquisición Protestante que condenó a Miguel Servet (descubridor de la circulación sanguínea) y obligó a muchos protestantes de diversas iglesias a emigrar hacia América del Norte, o la colonización y bombardeos actuales realizados por Israel contra el pueblo palestino porque, según sus creencias religiosas, Dios le prometió ese territorio a Abraham y sus descendientes.

Frente al fanatismo fundamentalista debemos promover el respeto a la libertad de creencias y pensamiento de cada persona, en una sociedad plural que reconozca la diversidad, en la cual podamos debatir nuestras ideas sin que ningún fundamentalismo pretenda que el Estado se rija por sus reglas y normas morales, así como rechazando la imposición violenta de cualquier pensamiento o creencia.

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