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El cuento de la viuda negra y Sam Marcos

Nelson López*

Había una vez… en un pequeño pueblo saqueado y engañado durante muchos años, patient sus habitantes comenzaron a padecer dolor muscular, health náuseas y parálisis del diafragma que les dificultaba la respiración y lo único que decían era que les había dado la chicungunya, clinic sin entender qué les estaba pasando. De pronto, uno de los galenos del lugar se dio cuenta que los síntomas no eran precisamente de la picada de un zancudo sino que de una araña con muy mala reputación, reconocible por la marca coloreada en forma de reloj de arena, visible en el enorme abdomen.

Los valientes pobladores que jamás le temían a las noticias de muertos y muertos, ni a los prolíferos mareros, ni a los Aedes Egypti, comenzaron a temblar cuando supieron de la viuda negra, con un veneno 15 veces más potente que el de la serpiente cascabel y los comentarios no cesaban… unos afirmaban que la mordedura era letal, la cipotada no aceptaba esa tesis y decía que solo a los viejitos los mataba “y si al caso a los niños chiquitos”.

Ante el terror que se había apoderado, los pobladores de la tercera edad investigaron que la peligrosa viuda negra, familiar de los escorpiones, las garrapatas, los ácaros, les podría acabar la existencia y acudieron a Sam Marcos, quien no tiene nada que ver ni con el tío Sam ni con el apóstol, y así todos juntos con sabiduría geriátrica investigaron a la animalita, que a puras penas mide media pulgada con patas largas y flacuchas, panzoncita y con su “tatoo”.

Sam Marcos, sin miedo, enfrentó con civismo estoico, a medio himno nacional, el primer embate de la araña que normalmente muerde cuando se sientan en ella, y con un cara a cara parecía que se enfrentarían a puros aplastones y mordidas, porque a patadas era imposible, pero no pasó a más, la arácnida occidental volvió a su resguardo húmedo y oscuro como esquinas de armarios, a continuar su naturaleza, esperando morder en cualquier momento que se presente otra oportunidad.   

Los devotos de Sam Marcos comenzaron a prevenirle que tuviera cuidado con esos ataques traicioneros y ¡pueda que ni cuenta dé, que le ha picado la viuda negra! porque la picadura se siente a veces como un pequeño pinchazo, aunque después de 30 ó 40 minutos, la zona de la picadura se inflamará y le dolerá mucho.

Varios médicos se reunieron para estudiar el caso y con mucha cautela estimaron que rara vez es mortal, pero le expresaron al Sam total disposición para darle tratamiento lo antes posible, porque una buena mordida le podría causar algunos trastornos. Una beatas de la iglesia del pueblo solamente le recomendaron que se lavara bien la picadura con agua bendita. Una curandera se limitó a mostrar unos puros “made in El Salvador” de tabaco puro y aseguró que con un par de pruebas lo dejaría SSPM (Sano Sanote Puro Machote) porque no permitirían que se le extienda el veneno.

Sin embargo, Sam Marcos, quien nunca había conciliado ni con el mismísimo diablo, tenía su propio plan y a pesar de los consejos se esmeró en debatir y atrapar a la araña, siguiendo el consejo de no aplastarla tanto porque entonces nadie la reconocería y no sabrían que clase de araña era, por lo que simplemente no hay que aplastarla tanto, porque luego nadie puede reconocerla y entonces no sabrían que antídoto suministrarle para ayudarle a relajar los músculos y aliviarle el dolor después de las criminales mordidas. Sam concluyó que antes de ponerse los zapatos hay que sacudirlos. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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