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En Ciudad Barrios, San Miguel, aún se aprecia la iglesia Roma, lugar donde el Beato Monseñor Romero ofició su primera misa. Foto Diario Co Latino/ Guillermo Martínez

“Dios asignó a Monseñor Romero la vocación por los pobres”, dice Vladimir Gutiérrez

@SilviaCoLatino

Al centro del Parque “Monseñor Oscar Romero” bulle en actividad comercial. El municipio de Ciudad Barrios, San Miguel, es el fin de la Novena dedicada al Beato Mártir, que coincide con la Cuarta Semana de Cuaresma. Esta ciudad es la cuna del Arzobispo y donde aún residen algunos familiares.
Vladimir y su madre, Ana Irlanda Gutiérrez, son respectivamente sobrino y prima de Monseñor Oscar Arnulfo Romero por la línea materna del Pastor Mártir, que ahora atesoran las vivencias compartidas desde que era un joven sacerdote hasta su último cargo como Arzobispo de San Salvador, antes del magnicidio.
En un costado, la casa de la familia Gutiérrez sobresale por su arquitectura, donde una artística escalera, en hierro forjado, da paso a la segunda planta, lugar de reunión de la familia y que está dedicada a Monseñor Romero. Una vitrina resguarda del polvo y el tiempo su mitra, una estola verde, un cíngulo y roquect (camisa blanca corta) y algunos libros de su vida.
Mientras, al centro de la sala la domina un imponente altar, con las imágenes de la Virgen María y Monseñor Romero, que son iluminadas con una tenue luz, que se desprenden de unas pequeñas veladoras y el colorido de flores frescas de la mañana.
“Conocí a Monseñor Oscar Romero hasta que vino de Roma, cuando ya se había ordenado de sacerdote. Yo tenía 12 años cuando regresó; cuando llegó acá dio su primera misa y luego se fue a Anamorós (La Unión) venía a ver mi tía Guadalupe. Él era contento, amable y cariñoso con toda la gente y siempre estuvo dispuesto a ayudar a los demás.

Recuerdo que cuando estuvo en San Miguel me contó Juan Leiva (un amigo), que Monseñor Romero comenzó a repartir la comida a gente pobre que llegaba, y en un momento de la entrega le llegaron a decir que no había más comida, que solo su plato quedaba, y de inmediato dijo que la dieran y no le importó quedarse sin comer, así era él, humilde, sencillo y de gran corazón”, reseñó.
En sus recuerdos más significativos atesora el casamiento de su padre Jorge, del cual tiene un dibujo grande y la fundación de una misión con las Hermanas de la Caridad que tenía una pequeña guardería donde se construyó el convento dentro de la Iglesia.
“Creo que Monseñor Romero se merece ser santo, porque fue un pastor bueno y humilde, que volvió por los pobres y veló por todos los que sufrían y sería bonito que fuera este año que cumple los cien años, de su nacimiento este 15 de agosto.
Yo lo escucho siempre cuando quiero con sus homilías y volver a oír su palabra. Yo le digo a la gente que tengan fe a sus milagros, porque sabemos que Dios le ayuda a realizarlo porque es una intervención de Dios”, expresó.
Mientras, Vladimir Gutiérrez, sobrino de Monseñor Romero, lo recuerda como un hombre cariñoso y jovial con la gente, aunque la familia desde el principio de su Episcopado le tenían como muy “callado”, pero en la medida que pasó el tiempo, las cosas fueron cambiando, pero fue la muerte del Padre Rutilio Grande, lo que vino a dar un giro sobre su vida.
“Cuando recordamos a Monseñor Romero nos gusta pensar en la similitud que tiene con la vida de Jesucristo, como el caso de San Juan Bautista que en la vida del Pastor Mártir fue el Padre Rutilio Grande.
Todos conocemos que primero fue Juan Bautista y luego atrás está Jesucristo, y una vez, que asesinan a Rutilio Grande, Monseñor Romero da un giro total, y nace su Pastoral Profética, es como si estuvieran cumpliendo un papel que les fue asignado por Dios en esta vida.
Cuando muchos de sus compañeros Obispos creyeron que siempre tendría un papel secundario en ese momento histórico, que sería siempre alguien callado, conservador, que no iba a estar en contra de nadie, que no diría nada y estaría tranquilo; pero no, vivió el Evangelio y se convirtió en mártir”, expresó.
Sobre la Pastoral Profética y su camino a la santificación, Vladimir explicó que Monseñor Romero siempre estuvo al frente en la defensa del pobre y más necesitado que vivían una situación de horror e incertidumbre debido al terrorismo de Estado.
“En mi opinión, Monseñor Romero pudo lograr ser un fiel ejemplo de Cristo, en esos tiempos tan difíciles, y creo que la vigencia de su pensamiento se debe a que realmente vivió el Evangelio y sabiendo que en su momento, también tendría que entregar su vida por la palabra de Jesucristo.
Jesús en la cruz dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, y Monseñor Romero en una de sus Homilías dio el perdón a sus asesinos con anticipación y esto habla de su apostolado. Creo que hasta los que llegaron a matarlo hicieron su papel y Roberto D´Abuisson asumió el papel de Judas, que vende y provoca la muerte de Jesús.
Monseñor Romero fue Santo antes de su Beatificación, desde su muerte, por su forma de morir, ofreciendo su vida. Y es que cada palabra de Monseñor Romero fue una réplica de Jesucristo y por eso el Vaticano leo ha Beatificado, porque si hubiesen encontrado alguna palabra fuera de contexto, creo que detienen el proceso y hasta allí hubiésemos llegado”, concluyó.

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