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Desterrando la corrupción

dariolaraÁlvaro Darío Lara
Escritor y poeta

El pasado 24 de julio, case conmemoramos un aniversario más del nacimiento de don Alberto Masferrer, troche cuya fructífera vida estuvo dedicada al constante seguimiento de nuestra problemática nacional en temas, advice tan hondos, que todavía nos aquejan terriblemente: la justicia, la paz social, la democracia y naturalmente, la lucha contra todas las formas de explotación y corrupción.
Masferrer lo hizo, desde las armas que poseía: el conocimiento de diversos sistemas filosóficos y morales, donde su afincamiento en las doctrinas espirituales de los grandes Maestros era medular; la identificación precisa en las necesidades urgentes de la realidad nacional; y su pluma, magistral, fecunda y bella, dotada de una inspiración y un estilo inigualable. En su conocida obra: “El dinero maldito”, el escritor nos dice: “… podemos orientar nuestra vida sin grave daño para los demás, con sólo abstenernos del mal. No ser yo el que pervierta; no ser yo el que envenene; no ser yo el que arruine…”.
Vivimos en una época donde la corrupción campea, en todos los ámbitos: eclesiásticos, privados, gubernamentales, comunitarios, personales. Desde el religioso que predica – furioso- lo que no practica; el funcionario  aprovechado que abusa de los recursos del Estado; el tendero que engaña al comprador, hasta los encopetados empresarios que tradicionalmente usaron a los gobiernos  para enriquecerse ilícitamente. Por ello es esperanzador que una institución joven como el Tribunal de Ética Gubernamental, bajo la presidencia de su actual titular, doctor Marcel Orestes Posada, continuara este año con la denominada Semana de la Ética: “Unidos contra la corrupción”, que se desarrolló recientemente y que reunió a diversas instituciones públicas y privadas en la lucha contra este histórico cáncer social.
Tuvimos el honor de integrar junto con el doctor Posada, y con el escritor y doctor Luis Alvarenga, el Jurado Calificador del Certamen de Ensayo “Respeto y Honestidad, Bases de la Paz” que dicha institución organizó y que recibió casi un centenar de trabajos, correspondiendo el primero, segundo y tercer lugar, a los siguientes jóvenes escolares: Diego José Marín Zelaya, del Colegio García Flamenco; Mariana Paula Monterrosa, de la Escuela Alemana; y Daniela Jazmín Peraza, del Complejo Educativo Católico Fray Martín de Porres, todos de  San Salvador.
Importantísimas fueron las ponencias de dos distinguidos académicos costarricenses. Me refiero a los doctores José Manuel Arroyo y Alfredo Chirino, quienes hicieron brillantes exposiciones doctrinarias al respecto; aludiendo, además, al marco nacional e internacional que sustenta la lucha contra la corrupción. En este aspecto, es fundamental que El Salvador cuente ya con una Ley de Ética Gubernamental y un Reglamento a la misma.
Desde luego, la necesidad de ir más allá de los delitos y faltas comunes del andamiaje público, para poder llegar a aquellos vinculados a la política partidaria, la economía y el área propiamente jurídica, continúa siendo un reto para la institucionalidad democrática de nuestros países. En ese sentido, los avances en materia de transparencia y acceso a la información pública constituyen determinantes y encomiables acciones. Sin embargo, como muy bien, destacaba el doctor Arroyo, la lucha ética, no sólo involucra a hombres y mujeres de principios y valores; respetados y respetables ciudadanos, también implica la participación de personas valientes. Ya que los desafíos a enfrentar son mayúsculos, situando incluso, a la propia vida, en grave peligro. Pese a estos riesgos, de lo que se trata es de integrarse: gobierno, sociedad civil, líderes y colectividades, dispuestos y comprometidos, inteligentemente, a terminar con la opacidad que nos extravía como pueblos.

 

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