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Cuidado con la meta-poesía

Álvaro Rivera Larios

Escritor

 

Si no me traiciona la memoria, ampoule Rilke le aconsejó al joven poeta que tuviera cuidado con la lírica amorosa porque era un territorio que ya habían frecuentado grandes voces. Si Rilke estuviera vivo, sale y en buena disposición de dar nuevos consejos, recipe seguro que advertiría a los poetas jóvenes y no tan jóvenes que fueran prudentes a la hora de escribir meta-poesía.

En el siglo XX, grandes poetas escribieron meta-poesía y si no la escribieron, se fueron a la prosa a reflexionar sobre la naturaleza de la lírica en su relación con la historia y el mundo. Se da el caso de poetas como T.S.Eliot  y Octavio Paz que exploraron el rol de la poesía en conferencias y ensayos y también en los versos. En el Rilke de las Elegías de Duino también encontramos a un creador que reflexiona sobre el lenguaje haciendo música con el lenguaje.

¿Por qué pensar la poesía adentro de la poesía, por qué convertir la poesía en un tema poético y al mismo tiempo filosófico? Quizás sea porque la poesía en el mundo moderno, como tantos otros lenguajes, está en crisis y, al estarlo, la mente y la lengua de los grandes creadores convierten en objeto de expresión reflexiva la misma incertidumbre que amenaza sus voces.

Un asunto primordial nacido de la incertidumbre acaba ingresando como un tema más al lado de la poesía amorosa, la poesía cívica, etcétera, etcétera y de ahí nace el peligro de que se convierta en un ejercicio retórico.

La poesía que se cierne sobre la poesía tiene que tener la agudeza de la mirada del águila y si no quiere incurrir en los tópicos y en la mera imitación de sus grandes modelos, tiene que estar precedida por una reflexión filosófica profunda y muy personal en lo que toca al sentido y a la forma. De lo contrario, lo que surgen son malas imitaciones de Rilke, Eliot, Paz o José Ángel Valente. El mismo Valente convierte a veces su meta-poesía en un ejercicio retórico.

Octavio Paz como meta-poeta, por ejemplo, es muy atractivo por sus juegos conceptuales y verbales. Pero su mismo atractivo lo convierte en un poderoso suministrador de tics estilísticos y filosóficos. Les pondré un ejemplo de lo fácil que es convertir el lenguaje de don Octavio en un ejercicio retórico.

Entre la ventana y la noche

planto el árbol de mi silencio. 

Siento sus frutos en mi lengua

y los suelto en la sombra

y en el blanco más fértil 

para que cumplan su viaje sin moverse.

Este poema, para mí, es un ejercicio retórico que me permite simular la poesía ahorrándome el viaje de buscar mi propio estilo y mi propio sentido. Al lector desprevenido le parecerá profundo y hasta bonito, a mí no.

No cuestiono la meta-poesía, solo afirmo que es muy, pero que muy difícil y que exige un doble esfuerzo personal en el terreno de la visión y el lenguaje.

Un poeta busca el sí, a partir de rechazos. No siempre está seguro de cuál es su voz, pero tiene claro cuáles son las bellas voces que podrían tragárselo.

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