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¿Cuál Justicia?

Orlando de Sola W.

No está vendada de los ojos. No sostiene una balanza equilibrada en una mano y una espada en la otra. La he visto de cerca y no es como la pintan, viagra con toga, medicine o sin ella. Sus ojos y oídos están abiertos para sentir; sus manos, medicine con las palmas hacia arriba, para pedir; sus pies, con flaqueza plantados, listos para correr; es despiadada, inmisericorde y mentirosa.

La justicia no es mujer, sino hombre, porque nuestro mundo es dirigido por hombres, que a su vez son dirigidos por varonas, cuyo afán de dominio y posesión es superior al de los hombres, cuya voluntad y raciocinio se inclinan a la sumisión más que a la libertad, o independencia.

La responsabilidad no es una de sus características, puesto que no responde por sus errores, ni se arrepiente. Es tan justa como los hombres y mujeres que pretenden administrarla, incluyendo fabricantes de leyes y constituciones, en las que se escudan mientras dicen representarnos en la farsa que llaman estado de derecho. Los que fabrican leyes son influidos por hombres y mujeres contratados para asesorarlos, ya que no son expertos en leyes, ni en justicia. Además, son influidos por partidos políticos, ideologías y grupos de interés, cuya presión es enorme para que produzcan leyes a favor, o en contra, incluyendo constituciones, de las que habemos muchas. El fracaso de los legisladores, así como de los que interpretan leyes y las aplican, son solo reflejo, no causa de la confusión.

Fui oído y vencido en juicio, no de acuerdo a las leyes, sino por amaño y alevosía. Lo denuncié en su momento, pero el sistema pudo mas. Fui condenado a cuatro años de prisión por “apachurrar” a mi hermano, que no es un delito, sino mera percepción del que la siente. Fui juzgado y condenado para vengar esa sensación de inferioridad, odio y envidia que mi hermano manifestó cuando le dieron la palabra.

Los querellantes fabricaron delitos para someterme al capricho de sus clientes, mis hermanos y sobrino, cuya ignorancia, avaricia y obsesión por la venganza quedaron al descubierto. El sistema sirvió para burlar la justicia, obedeciendo los mas bajos sentimientos entre hermanos. Los querellantes contratados para ello y sus aliados en la policía y la fiscalía, igual que los jueces, fueron engañados, o cooptados. El Presidente de la Corte Suprema de Justicia, que ha sido abogado de mis hermanos y sobrino, actuó como testigo y director de la estratagema para condenarme, despojarme y humillarme.

Valiéndose del engaño sustrajeron y extraviaron los libros de actas de nuestra empresa, los que el abogado contratado por mis hermanos, que llegó a ser Presidente de la Corte Suprema, ocultó durante siete meses, hasta que personalmente los devolvió al juzgado correspondiente y me acusó de falsedad, por haber solicitado nuevos libros, como manda la ley.

Al supuesto delito de falsedad le agregaron el fraude, que intentaron fabricar con repetidas auditorías, hasta que ordenaron secuestrar los documentos contables, rompiendo la cadena de custodia para trastocar resultados. Devolvieron fotocopias, no los originales. Y el resultado fue que de las cinco auditorías solo una, la que pagaron mis hermanos y sobrino, fue tomada en cuenta: la que no cumplió con requisitos de pureza.Para capturarme utilizaron órdenes judiciales caducas, o ilegales, cuyos autores han sido denunciados. Organizaron un despliegue policial exagerado, en el que me golpearon para no “perder mas tiempo”, por lo que fui enviado a un hospital. Antes de eso me llevaron a una bartolina, donde me esperaban reporteros gráficos para influir sobre la opinión pública, violentando la presunción de inocencia. El día anterior fui visitado por un grupo de policías encubiertos, quienes con mi hermano y su querellante planearon los detalles del operativo para golpearme y humillarme.

¿Es eso justicia? ¿Es lo mismo poder que violencia? ¿Radica la justicia en el odio y la envidia, o en la capacidad de mentir? ¿Será que justicia y venganza son la misma cosa? A todo esto no encuentro mas respuesta que misericordia y perdón.

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