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Coyotes, niños y emigrantes

Jorge Gómez Barata

TOMADO DEL MONCADA

La oleada de menores que procedentes de Centroamérica arriban a los Estados Unidos, cialis puede ser el último clavo al ataúd de la Reforma Migratoria impulsada por el presidente Barack Obama. De ese modo, hospital los hispanos indocumentados en Estados Unidos: ¿Ganan o pierden?

 

EL PROBLEMA

En materia migratoria no existe tragedia mayor que la separación familiar ni aspiración más legítima que la reunificación. Se trata de hombres y mujeres que, health legal o ilegalmente ingresaron en los Estados Unidos y han permanecido allí en calidad de indocumentados. Por lo general viajaron solos y una vez establecidos, aspiran a reencontrarse con sus hijos, niños y jóvenes que quedaron atrás. La aspiración es recíproca.

POR QUÉ EN ESTADOS UNIDOS 

Aunque en situación migratoria irregular, a estas personas, en su mayoría jóvenes y pobres que salieron de sus países huyendo de la pobreza, con el afán de trabajar y mejorar sus condiciones de vida y no les ha ido mal en Norteamérica y cuya máxima aspiración es “tener papeles”.

LAS REMESAS

En 2014 todos los países latinoamericanos registran crecimientos en la recepción de remesas en efectivo que, en conjunto se aproximan a los cincuenta mil millones de dólares, de ellos: 5.100 correspondieron a Guatemala, 4.000 a El Salvador y 3.1000 a Honduras, países involucrados en la actual crisis. Parte de ese dinero puede estar financiando la operación.

POR QUÉ AHORA

Se acusa al presidente Obama de haber creado expectativas acerca de que los menores indocumentados que ingresaran a Estados Unidos no serían deportados. Es probable además que se haya hecho creer a estas personas que estar en compañía de menores mejorará sus opciones de cara a una probable Reforma Migratoria.

EL VIAJE:

Como promedio desde Guatemala, El salvador u Honduras, en línea recta, a la frontera entre México y los Estados Unidos hay unos 2000 kilómetros, cifra que por caminos y carreteras, se triplica. En ómnibus, viajando a 200 kilómetros por hora, sin paradas, el viaje demora: unas 30 horas.

En ómnibus de 50 asientos, para transportar los 52 000 menores llegados entre enero y junio a Estados Unidos se necesitarían 1.040 vehículos y en autos de 5 pasajeros más de 100 000. Suponiendo costos de viaje de 1000 dólares por persona: 52 000 X 1000= 52 millones. Se afirma que los coyotes que realizan este operativo cobran no menos de 2.000 dólares por cada menor, lo que eleva el cálculo hasta 156 millones.

La operación se simplifica cuando los coyotes dejan los presuntos emigrantes en la frontera con México donde, o bien quedan por su cuenta o son servidos por otros delincuentes. Quienes tengan dinero pagaran por el traslado hasta alguna ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos u otros puntos fronterizos.

En cualquier caso los presuntos emigrantes deberán recorrer no menos de 3000 kilómetros por territorio mexicano. Un recurso usual es conducirlos hasta algún sitio donde puedan abordar “La Bestia”, un tren de carga que en condiciones excepcionalmente peligrosa, los aproxima a la frontera norteamericana. Algunos coyotes participan en el cruce de la frontera, servicio por el cual pueden cobrar hasta 20 000 dólares.

¿NIÑOS? ¿SOLOS?

La irrupción en la frontera de Estados Unidos con México de más de 52 000 menores que arriban solos, agotados, en algunos casos enfermos o abusados, sin dinero ni bienes, que requieren asistencia vital inmediata y claman por sus  padres, crea problemas de naturaleza y escala difíciles de manejar y ha dado lugar a un drama humano de grandes proporciones que, en el contexto de las rivalidades entre el presidente Obama y el Congreso, difícilmente encuentren una solución rápida y favorable a los más vulnerables.

¿QUÉ OCURRIRÁ? 

Aunque, debido a premisas legales, es improbable que, al menos inmediatamente, los niños y jóvenes recién llegados sean enviados de regreso a sus países; aunque debido a la desfavorable coyuntura política, tal cosa puede ocurrir. La deportación agravará el trauma sufrido por estos jóvenes, generando una frustración duradera. En el peor  escenario, sus padres, pobres e indocumentadas a quienes la aventura obliga a mostrarse y a confrontar al gobierno, pudieran acompañarlos.

Es probable que a la larga los más afortunados puedan quedarse o aprovechen alguna circunstancia para permanecer en el país. Lo que no ocurrirá es que el incidente mejore la condición de los hispanos indocumentados en los Estados Unidos, sino todo lo contrario.

Seguramente los gobiernos centroamericanos concernidos recibirán presiones de Estados Unidos para obligarlos a poner orden en sus fronteras y difícilmente puedan seguir mirando para otro lado, mientras sus nacionales en edades muy tempranas se exponen a enormes peligros. México tampoco podrá permanecer indiferente.

Lo que parece estar ocurriendo es que la trágica situación de los hispanos indocumentados en Estados Unidos y sus hijos que quedaron atrás está aprovechada por delincuentes y autoridades corruptas que engañan a unos y otros y para lucrar con su desgracia han montado una gigantesca y millonaria operación de tráfico humano que suma riesgos, ilegalidades y dolor a la desdicha de la pobreza y la inseguridad y puede culminar en nuevas frustraciones.

Tal vez ha llegado el momento de que los gobiernos de Centroamérica y México asuman sus responsabilidades y presionen a Estados Unidos para, ajustar la situación de sus nacionales que viven en Norteamérica, controlar sus fronteras y otros dar a los emigrantes las oportunidades y el trato que merecen como vecinos y seres humanos. Allá nos vemos.

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