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CONCEPTO MÍSTICO ROSACRUZ DE DIOS

Gabriel Gálvez Schriber, F.R.C. (No. 2) Tres principales conductas en la Religión

Respecto del tipo de conducta en la religión, hay tres principales: la conducta “mecánica”, esto quiere decir que el hombre, por ciertos actos rutinarios, una especie de procedimiento mecánico o método de vida habitual, automáticamente es puesto en contacto con las fuerzas sobrenaturales o dioses en que cree. La segunda conducta es la “obligatoria y opresiva”. En esta, la magia y la religión están relacionadas una con la otra. Aquí se obliga a entidades sobrenaturales a obedecer la voluntad del hombre; es el caso de las sectas religiosas. Y, por último, está el tercer tipo de creencia religiosa: el “antropomorfismo”, en el cual el hombre concibe a Dios en forma humana, con cualidades y características humanas a las cuales él puede apelar.

A la creación de una multitud de espíritus y dioses au semejanza se le conoce como “politeísmo”. Estos dioses diferían unos de otros en su omnipotencia o en su naturaleza benévola o perversa. Se les atribuían tanto las virtudes como los vicios de la humanidad, es decir, se peleaban unos con otros; amaban, odiaban, celaban o incluso se unían en matrimonio.

Egipto tenía entre sus dioses a Isis, Diosa de la Fertilidad, y su esposo-hermano Osiris, Gran Dios del Averno y Juez de los Muertos. También los griegos tuvieron numerosos dioses.

En el siglo XIV A.C., el faraón Akhnaton expuso, por primera vez, que existe un solo Dios, el Creador de Todo, y así nació el “monoteísmo”.

El símbolo de esta deidad o poder universal era el Sol. Akhnaton no veneraba al Sol; más bien este representaba para él la luz y la energía creativa del Dios único, penetrando todo el Universo. Este faraón ordenaba a sus artistas pintar siempre este símbolo, que él llamaba Atón, con rayos descendiendo hacia la Tierra y con manos en el extremo de cada rayo. Esto representaba la fuerza creadora del Dios único penetrando la Tierra para hacer surgir toda la vida y todas las cosas.

El judaísmo diseminó la idea monoteísta diciendo que Dios era como un padre benévolo, personal, siendo los hombres sus hijos terrenales.

Definiciones del teísmo y el deísmo

El “teísmo” es un concepto difundido de Dios. Casi todas las religiones más prominentes del mundo actual son teístas. El teísmo es la creencia de que el cimiento fundamental de las cosas, la base de todo, es una sola Realidad Suprema, o Dios, Realidad que es concebida como intrínsecamente completa y perfecta.

Aristóteles dijo que Dios era lo inmóvil y, sin embargo, Él era el movedor primordial detrás de todo.

En el “deísmo” la creencia era que Dios hizo el Universo y lo puso en movimiento: estableció ciertas leyes de la Naturaleza y la moralidad. Los hombres estaban ligados por estas leyes, pero Dios después se desligó de sus asuntos. Para explicar esto último usaré, como analogía, un reloj: el relojero, igual que un dios, diseña y modela su creación; luego, le da cuerda y lo pone en funcionamiento. Después de eso su labor queda terminada. El reloj debe funcionar independientemente por medio de los poderes de que lo ha dotado su creador.

El “pluralismo” es otra concepción de Dios. Es la creencia de que la realidad primordial no es una, sino que puede consistir de numerosos elementos o atributos de igual valor, como es el caso de la materia y la mente que no estarían subordinadas a Dios solamente, sino que ambas son independientes igualmente de su influjo.

Si se es teísta sincero, no se reconoce a Dios y el mundo físico como dos cosas distintas y separadas, como lo hace la mayoría de los seguidores de las religiones que profesan ser teístas. Cualquier idea de separación de la realidad es, de hecho, pluralismo.

La religión “dualista” establece la creencia en la existencia de una divinidad buena o benévola y, en oposición a ella, un personaje malvado.

Entre las religiones que profesan el dualismo está el zoroastrismo con Ahura Mazda, el Dios de la Ley de la Bondad, y su opuesto Ahrimán, representante de la Obscuridad y el Mal, quienes están en constante pugna por la posesión del ama de los hombres.

En el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, está nuestro conocido personaje Satán, por lo tanto, aquel que acepta la idea de Satán, es un monoteísta sincero en su creencia.

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