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Parte de las semillas utilizadas para la elaboración de repelentes y pesticidas agroecológicos, en el caserío El Tamarindo, del municipio de San Francisco Menéndez, Ahuachapán. Foto Diario Co Latino/ Guillermo Martínez

Comunidades apuestan a cultivos agroecológicos

@GloriaCoLatino

Francisco Calderón, sickness del caserío El Tamarindo, buy cialis cantón Garita Palmera, health en el municipio de San Francisco Menéndez, Ahuachapán, se encuentra trabajando junto a su comunidad en cultivos agro – ecológicos a fin de garantizar la soberanía alimentaria recuperando las semillas criollas y creando medidas ante  el cambio climático.

“Hemos establecido huertos familiares con un enfoque agro ecológico, y tomando el enfoque de la UNES  pudimos recuperar las semillas criollas por dos razones; para adaptarnos al cambio climático y la más importante, para garantizar una alimentación sustentable libres de agroquímicos”, afirmó.

Jorge Mendoza, coordinador del proyecto “Huerto de Parcela Demostrativa de Agroecología”, muestra algunos de los productos terminados.  Foto Diario  Co Latino/ Guillermo Martínez
Jorge Mendoza, coordinador del proyecto “Huerto de Parcela Demostrativa de Agroecología”, muestra algunos de los productos terminados.
Foto Diario
Co Latino/ Guillermo Martínez

La Unidad Ecológica Salvadoreña impulsa en la zona baja de Ahuachapán, el programa de Cultivos Agroecológicos que conlleva el traslado de conocimiento y saberes de los pueblos indígenas y aplicarlos a los cultivos, a fin de mejorar la fertilidad y recuperar el medio ambiente del territorio.

Lidia Palma, de la UNES, explicó que la propuesta de la recuperación de la semilla criolla o autóctona; la diversificacón en la plantación de cultivos y el rescate del medio ambiente es la propuesta ecológica frente al  cultivo tradicional que consumen considerables cantidades de agroquímicos y pesticidas, que al final afectan y empobrecen los nutrientes de la tierra.

Para Calderón, esto ha permitido la diversificación de las especies, y dejar atrás, la práctica del monocultivo que se ha venido implementando por años. Además de impulsar los cultivos escalonados, una medida para producir siempre y no solo por épocas al año; dichos cultivos permiten también, el uso de los recursos existentes en la zona.

Asimismo, comentó la introducción de especies menores (aves de corral) para que  de manera integral provean alimentos a las familias y con el estiércol de las aves, se preparen abonos para  cultivos, sin utilizar insumos agrícolas químicos y contaminantes. Esto genera ingresos por la venta de crías, que beneficia a las siete comunidades de la zona baja del río Paz.

Mientras, Jorge Mendoza explicó que en dos años de trabajo desde la visión agro ecológica, les ha  permitido cambiar la concepción que tenían sobre la producción de la tierra  la utilización necesaria de insumos orgánicos para obtener mejores cosechas.

“Tenemos una variedad de semillas que hemos tomado de las cosechas, como uno de los principios agro-ecológicos, que es rescatar la semilla criolla; luego, en un  mismo sector estamos sembrando una  variedad de especies, donde pueden ir intercaladas las  plantas aromáticas, que sirven como repelentes naturales, para  evitar las plagas que suelen atacar a los  monocultivos”, indicó.

Entre los repelentes más comunes que utilizan las comunidades, es el que se prepara con una libra de chile (picante), cebollas y ajos con agua, todos estos productos son licuados o molidos,  que se dejan reposar una noche y puede ser utilizado en la mañana, que tiene una efectividad comprobada para alejar las plagas de sus cosechas.

“Este repelente no mata a los animalitos solamente los aleja,  porque los agro-químicos los matan de una vez; y  esos mismos animalitos son clave para mantener limpias otras plantas. La gente que usa químicos a las plantas, le apuesta a tener algo grande en su cosecha; pero no garantiza que sea sano totalmente. Una cebolla sea grande o pequeña, siempre tendrá el mismo sabor y nosotros acá estamos consumiendo calidad, no cantidad ”, dijo.

Bosques Salados: los beneficios de un ecosistema de barrera viva

Manuel de Jesús Trigueros, de la Asociación ISTATEN se dedican a la protección de los bosques salados o manglares y la microcuenca del río Paz, en la zona baja del cantón Garita Palmera , caserío El Tamarindo, Ahuachapán.

Integrada por 105 familias se han dividido en tres zonas de trabajo, un grupo de 35 familias en el cantón Garita Palmera;  35 en el caserío El Tamarindo y los 35 restantes que se encuentran en Bola de Monte. Todas estas comunidades dan  vida a ISTATEN

Por ahora,  la asociación ISTATEN se encuentran trabajando en el desasolvamiento de  los canales antiguos del bosque salado, a fin de
mantener el humedal para que los árboles que nacen en la zona obtengan los nutrientes necesarios para su crecimiento.

“Con este proyecto estamos favoreciendo que los peces que solemos consumir sigan naciendo en la zona, queremos también, que el camarón, la jaiba y las otras especies hagan los mismo;  pero la visión principal de nuestro trabajo es proteger el ecosistema del bosque. Y las comunidades saben, que la pérdida de esta barrera del manglar o la destrucción de la micro-cuenca y de especies ya sean animales o plantas terminarán afectando a nuestras vidas por eso, lo cuidamos”, manifestó.

La vulnerabilidad en la barrera del manglar deriva también por las inundaciones que estación lluviosa suelen provocar en la zona, afectando la producción de sus cultivos o la proliferación del vector (zancudo) que transmiten enfermedades como el dengue o la chikungunya en las comunidades.

“Sabemos que esto también está relacionado con el Cambio Climático, que influye mucho  la deforestación que existe -entonces- nuestro trabajo es reforestar el bosque, avivar el proceso de humedal para mejorar la vida del manglar, esto es muy importante”, afirmó.

Esta iniciativa nació en 1999, en combinación con la asesoría de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) que en un esfuerzo concertado han definido la organización al interior de las comunidades, para  definir una ruta que rescate del medio ambiente que a su vez, beneficie de manera sostenida y sustentable el desarrollo social y comunitarios de la zona.

Trigueros agregó “Estamos esforzándonos por proteger a nuestros bosques, con el objetivo de hacer frente al cambio climático; estamos favoreciendo la siembra del Istaten (árbol) que es muy fuerte su madera, – es por eso, que tomamos el nombre para nuestra organización- y además sembramos el mangle blanco, mangle rojo y el botoncillo, para que esta franja costera este reforestada y sea una barrera viva completa y sana”, acotó.

Los canales que rodean y que se internan en el bosque salado, son mantenidos con el paso libre para que  el agua de mar producto de las mareas, contribuyan a la descontaminación de los mismos, y las condiciones de salud de la comunidad sea aceptable.

“Aquí estamos facilitando la formación de lagunetas que dan vida a todas las larvas de las especies marinas por estar en la zona más baja de la parte occidental del país. A nosotros nos inundaba el río Paz y el brazo de río El Aguacate, pero ahora hemos logrado disminuir estos problemas con bordas; por ahora, nuestra lucha es liberar estos brazos de ríos, que nos genera la microcuenca y para obtener una integración de aguas, porque estos bosques necesitan agua salada y dulce es una convivencia específica que da más vida”, puntualizó.

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