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Cazar y casar Acecho — Utopía mesoamericanos

Rafael Lara-Martínez 

New Mexico Tech, 

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Desde Comala siempre…

 

XXXVI Jornadas de Confrontación en Seguridad

Bogotá, Colombia, 13 de septiembre de 2017

El que no sabe de amores, Llorona, no sabe lo que es martirio, [ese] arrollo de olvido anegado en el tren de la ausencia.  Chabela Vargas

Abstract / Keywords

Resumen / Palabras claves

I.  Preludio

II.  Guerra, caza y casa

III.  Recapitulación

Tlâlticpacayôtl

Abstract: “Hunting (Cazar) and Marriage (Casar)” studies tacit equivalences between the realm of food searching and marital life.  By a phonetic correspondence in Latin American Spanish —/kasár/— the essay restitutes Nahuatl-Mexicano notion of Tlâlticpacayôtl: Earthliness, wrongly translated by “sexuality”.  This concept specifies a terrestrial quest for raw materials, labor and tribute in war and hunting, as well as chasing a partner.  The active role corresponds to the warrior-hunter-lover who pursues a vanquished-prey-loved spouse like its object to be consumed (Spanish imposes gender on nouns).  Similarly, the subject of knowledge aims to reach its target until it is completely absorbed by its science.  By an ancestral utopic design —Tlacualtilistli— the three spheres —war, hunting and marriage— could be solved by a dialogue between groups in conflict, ecology, and communal work.  If social cooperation solidifies the household, ecology preserves the environment, and dialogue maintains a rational exchange with the opponent.  Thanks to this triple ideal action, any violent disparity will culminate in a communal labor, which will defend equality of all its members —children, woman, men and elders— as well as it will encourage a vigilant relationship with the environment, sustenance of the community.  Despite D. Hume’s law —not inferring moral conclusions from factual data— the normal being of things —Tlâlticpacayôtl — would culminate in their normative ought-to be: Tlacualtilistli.

Keywords: Cultural Institutions, Fertility, Marriage, Hunting and War, Sexuality and Nourishment, Vocabulary.

Resumen:  “Cazar y casar” estudia las equivalencias tácitas entre la esfera de la alimentación y la vida conyugal.  Por una correspondencia fonética en español latinoamericano —/kasár/— el ensayo restituye la noción náhuatl-mexicana de

Tlâlticpacayôtl: la Mundanidad, lo Terreno, mal traducida por “sexualidad”.  Este concepto especifica la búsqueda diaria de materias primas, de trabajo y de tributo en la guerra y en la caza, al igual que la conquista de una pareja.  El papel activo le corresponde al guerrero-cazador-amante quien persigue a la vencido/a-presa-amada como su objeto de consumo (el español exige marcar el género).  De manera similar, el sujeto del saber anhela alcanzar su objetivo hasta absorberlo por completo bajo su perspectiva científica.  Por un designio utópico ancestral —Tlacualtilistli— los tres rubros jerárquicos —la guerra, la caza y la casa— los resolverían un diálogo entre las partes en conflicto, la ecología y el trabajo en común.  Si la cooperación comunitaria asegura la solidez de la casa, la ecología preserva el cuidado del medio ambiente y el diálogo afianza el respeto racional al oponente.  En esta triple acción ideal la disparidad violenta culminaría en una labor comunitaria conjunta.  El trío cooperativo ideal defendería la igualdad de todos sus miembros —infantes, mujeres, hombres y ancianos— al igual que su relación vigilante con el entorno que la sustenta.  Sin olvidar la ley de D. Hume —no inferir conclusiones morales de datos factuales— el ser normal de las cosas — Tlâlticpacayôtl — culminaría en su deber-ser normativo: Tlacualtilistli.

Palabras claves: Casamiento, cacería y guerra, Fertilidad, Instituciones culturales, Sexualidad y alimentación, Vocabulario.

I.  Preludio

A partir de un mito-poema cosmogónico náhuat-pipil, se explica el estrecho enlace entre la caza, el matrimonio y el acoso.   El relato de origen narra el constante acecho del cazador arquetípico por atrapar su presa ideal: el venado.   Un día hiere a una venada (siwaa-maasat) quien le increpa asesinar a sus hermanos y le demanda restituirlos de inmediato.  En su astucia —“que halaga a los hombres”— revierte el asedio al conducirlo por un cerrar de ojos hacia el inframundo.   En ese sitio, su padre —la Tierra misma hecha figura mutante de viejo y serpiente— le entrega la muchacha-venada al perseguidor, para exigirle la reproducción de la especie extinta.   Por ese giro especular, el cazador se vuelve cazado —casado— y su instinto de muerte, Thánatos, se vuelca hacia la fertilidad, Eros.  Durante toda esa época reproductiva, el cazador pierde la consciencia de sí, absorto en cumplir su misión inseminadora, al lado de los huesos a resucitar.  Debe consumar la función de macho reproductor.   En unión de los opuestos, el archivo de los desaparecidos —sus restos óseos— acompañan a los amantes durante la labor de la cópula, ya que la fuente del porvenir fluye de esa inscripción indeleble del pasado en la geo-grafía o escritura del terruño: huesos y piedras.  Al agresor se le plantea un cometido ético fundamental, a saber: apoyar la regeneración biológica y cultural del grupo agredido.

Más que la recompensa del triunfo —la agricultura del cacao y del banano— interesa recalcar el vínculo entre el rastreo necesario durante la cacería y el deber conyugal de fructificar.  La primera actividad proporciona el sustento presente; la segunda, el sostén futuro de la progenie.  Ambos actos se reúnen en la ingestión habitual de un cuerpo ajeno en el organismo que lo absorbe.  La caza alimenta por la boca; la boda también nutre por otra entrada paralela inferior.  No en vano, la cópula remite al ámbito de la nutrición —“mocuâ, se comen; necuâlli, el coito, de cuâ, comer“— así como el útero remite a instrumentos culinarios como  xîcalli, “jícara”; tecômatl, “tecomate”, y caxitl, “olla” (x = sh).   Los enunciados de la cocción se aplican a la elaboración de guisos y frijoles, literalmente a fuego lento, así como de manera metafórica al feto que macera encerrado también en el tibio aderezo del vientre.

Su correlación con la guerra la establece la equivalencia del náhuatl-mexicano —pariente norteño del náhuat-pipil y sureño del idioma yaqui— el cual identifica a los guerreros muertos en la batalla con las mujeres en el parto.  Los unos capturan prisioneros que les suministran trabajo y tributo; las otras atrapan almas del inframundo a reencarnarse en la progenie, quien las apoyará en la vejez.  Parecería que ambas agonías derivan de un enfrentamiento bélico similar —com-bate y co-ito— que provoca un mal-estado (bad being/state) y un embarazo (difficulty/embarrassment).  Asimismo, se reitera, el triunfo en ambas con-frontaciones asegura la obtención de enemigos cautivos o la capturas de almas que emigran del inframundo hacia el Tlâlticpac.

Los dos personajes masculinos activos —el cazador y el guerrero— andan al acecho de una presa de quien obtener un botín en tributo, en trabajo doméstico y, definitivamente, en progenie.  El intercambio entre el acechador y la presa —de la caza o de la guerra— sucede siempre por una comisura que abre el organismo humano hacia el prójimo y hacia el mundo.  Estas aberturas reciben el nombre de Chicomôztoc —“en el lugar de las siete cuevas”— en náhuatl-mexicano (véase ilustración).  En su doble sentido, este término refiere el lugar mítico de proveniencia de los mexicas, al igual que el cuerpo humano como el asiento del ánima personal en su paso fugaz por la superficie de la Tierra (Tlâlticpac).

Chicomôztoc o “En el lugar de las siete cuevas”, sitio donde la geografía mítica —la escritura (graphos) divina de la Tierra (geo)— se funde con la biografía personal, la escritura (graphos) del ser vivo (bios) en su logos.   Las siete aberturas del cuerpo humano son las siguientes: ojos (1), oídos (2), fosas nasales (3), boca (4), ombligo (5), uretra (6) y ano (7).

II.  Guerra, caza y casa

Por las leyes físicas de la dinámica de fluidos y la transferencia de energía, el resultado de la caza —la alimentación— y el producto de la casa —la progenie— presuponen un intercambio de sustancias orgánicas entre los participantes jerarquizados: el ponente o activo y el recipiente o pasivo.   De ese canje desigual conviene subrayar que el/la horadado —vencido en la guerra, presa de caza y cautiva en la casa— le entrega un don de cuerpo y especie al acechador.  Se aclara que las lenguas indígenas carecen de género, ya que clasifican los objetos según otros criterios que los sustantivos en castellano.

De hecho, las tres actividades bajo análisis —guerrear, cazar y casar(se)— pertenecen a una esfera inédita al pensamiento occidental, ya que es imposible trasladar el “vocabulario de las instituciones indo-europeas” a este continente.   Por ello, se agrupan bajo la noción náhuatl-mexicana de Tlâlticpacayôtl, a menudo mal traducida como “sexualidad”.  Esta glosa traiciona la amplitud del término al olvidar que la raíz deriva de tlâl-li, “tierra, heredad, propiedad”, cuyo concepto compuesto Tlâlticpac significa “En el lugar sobre la superficie de la tierra”: dado –icpa-c, “sobre, encima, en la cima”.

Análisis de la raíz Tlâlticpacayôtl

Tlâl-li, “ es terreno/tierra/heredad”; terreno-absolutivo

Icpa-c, “es el lugar encima de”; (en)cima/sobre-locativo

Tlâl-t-icpa-c, “es(tá) en el lugar sobre la superficie del terreno; la Tierra; el Mundo”; terreno-enlace-(en)cima-locativo

-Yôtl, sufijo que forma sustantivos abstractos

Tlâlticpacayôtl, “la Terrenalidad; lo que sucede en la superficie de la Tierra; cosas mundanas y terrenales”

Bajo este término abstracto (-yôtl), se agrupan tres prácticas culturales necesarias para la (re)producción de la especie humana, para su subsistencia y prolongación hacia el futuro —guerra, caza y casa— a las cuales se añadiría la agricultura.  Simplificando su estructura nocional se representaría por el triángulo Erastás – Agalma – Eromenós que recapitula el siguiente recuadro.  Este terminología griega le resulta cara al psicoanálisis actual, al sistematizar la relación del sujeto activo con el objeto del deseo por la obtención o traspaso de un objeto transicional.

Tlâlticpacayôtl

Erastás (+)Eromenós (-)

Guerrero/aacechoVencido/a

Cazador/aPresa/o

AmanteAmado/a

Agricultor(a)Sembradío

\/

Agalma

(objeto transicional o de intercambio)

Guerra: Botín en tributo/trabajo

Caza: Presa/o

Casa: Progenie

Agricultura: Producto alimenticio

Nota: el género gramatical lo imponen la lengua castellana y las latinas, ya que su traducción al inglés no lo expresaría, pese a su filiación sexual tradicional según la división social del trabajo: warrior-vanquished, hunter-prey, lover-loved.  En náhuatl-mexicano, véase la oposición del agentivo (-ni) tlapeuani, “el que excita, aguijonea animales” contra tlapeuailli, “vendido por menos de su valor, perseguido”, ambos de peuia, “espantar, empujar, hacer huir un rebaño” según Rémi-Siméon (Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana, 1875/2006), pero de pêhu(a), “arrea, conquistar o vencer al enemigo”, según F. Karttunen (An Analytical Dictionary of Nahuatl, 1992).  El cazador náhuat-pipil se emparentaría con el conquistador o vencedor, es decir, el Erastás o amante.  Esta esfera la ampliaría la interacción entre el agricultor y la necesaria fertilización de sus cultivos.

Para expandir aún más esta esfera, A. van ’t Hooft no sólo relaciona la nutrición al concepto de lo bueno —cualli /kual— sino lo vincula directamente al ritual bajo el término de tlacualtiliztli.   Su glosa literal —“lo bondadoso / la comestibilidad”— establece una esfera inédita en Occidente al encadenar tres ámbitos separados: la alimentación, lo bueno, gracioso y pulido, así como el sacrificio litúrgico ejemplar.  “El ritual es un acto que semánticamente se relaciona con algo que es bueno y típicamente humano.  Así, la comida se convierte en la ofrenda por excelencia para expresar bondad y humanidad”: lo nutritivo y fertilizante.   Esta indulgencia humanitaria no sólo presupone el intercambio entre amigos: co-pain en francés, los “com-pan/ñ-eros”.  También implica que el don u ofrenda culinaria —tlacualli, “lo comestible y lo bueno”— corresponda al Agalma, la presa de la caza y el tributo de la guerra que la consorte prepara en la casa.  Más allá del trío anterior —guerrero-cazador-amante—la esfera del Tlâlticpacayôtl se expande hacia la ceremonia ritual y hacia la ética del intercambio caritativo.  Acaso este último rubro plantearía el ideal desinteresado —la utopía humana— de un intercambio igualitario.

La utopía ancestral anhelaría establecer una paridad entre los polos jerarquizados —activo y pasivo— de esos tres rubros.  Si un diálogo racional propulsaría la guerra hacia una política democrática, el cuidado ecológico aseguraría la conservación de la naturaleza como organismo vivo.  Por último, sería necesario implementar el trabajo en común y la igualdad de género entre los miembros de la familia.  En conclusión, habría un canje racional de palabra, una atención esmerada del entorno y una labor conjunta en la casa.

Utopía

(Deber-ser / Mandamiento / Derecho)

Tlacualtiliztli

Erastás (+/-)  Eromenós (-/+)

Diálogo / Ecología / Igualdad

\ /

Agalma

Intercambio equitativo / Cuidado / Trabajo comunal

III.  Recapitulación

Si la guerra y la caza suministran materias primas, la casa las elabora para el sostén y la permanencia venidera.  Se trata siempre de “cosas” que suceden encima de la tierra: Tlâlticpacayôtl, “la Mundanidad; la Terrenalidad; lo Terreno (Earthliness)”.  Su fertilidad la abona esa transferencia energética continua entre los polos opuestos del triángulo antedicho, a veces en alternancia jerárquica.  El guerrero-cazador-amante se halla al acecho perenne de una presa-vencida-amada quien le otorgue los bienes materiales para su estabilidad biológica, según la norma que “los animales grandes (+) cazan (casan) a las criaturas pequeñas (-)”.   Tal es la ley que regula la disparidad constitutiva de lo social, donde “todos desean poder”: “el hombre que quiere matar a otro hombre (guerra/caza), la mujer que quiere estar caliente (casa)”.   Desde la perspectiva de la lengua vulgar salvadoreña, el co-ito —el “ir juntos (co(n)-)”— adquiere una neta disparidad de género ya que, por metáfora estricta, el dador del falo equivale a quien le asesta un golpe al contrincante: “dar verga”.   Esta ardua diferencia proseguirá hasta que en un futuro utópico esos papeles sociales se equiparen, cuando el diálogo platónico sustituya la cacería en el caserío.  Quizás…

Empero, esta igualdad en la con-frontación terrena de los opuestos implica un axioma epistémico adicional, difícil de aceptar en Occidente.  La equivalencia activo-pasivo —Erastás (+) – Eromenós (-)— presupondría la disolución del sujeto cognitivo, quien examina el objeto a su arbitrio, a menudo, con un fin utilitario y de cambio.  Por esa relación disímil llamada ciencia, el sujeto de la mirada (+) determina el propósito del objeto observado (-).  Jamás el objeto —Eromenós (-)— reforma al sujeto —Erastás (+)— en igual medida, salvo de aceptar una paridad relacional que diluya el saber del guerrero-cazador-amante en su contraparte antónima.

Erastás (+)Eromenós (-)

SujetocientíficoacechoObjeto natural / social\/

Agalma

(objeto transicional o de intercambio)

Materias primas

(Agricultura / Energía eléctrica – atómica / Ganadería / Política…)

Si la utopía de entablar concordancias en la pareja amorosa resulta aún una quimera, ¡cuánto más ilusorio perecería que el científico —natural y social— admita su equilibrio epistémico con el objeto de estudio!  Esta co-incidencia ——reversión imaginaria— sucederá un día distante.  En ese momento la conciencia y la ciencia de la lengua, la magia y el saber, se ofrecerán —en onda y partícula, en poesía y sintaxis a la vez— como interpretaciones idénticas en su diferencia.  Quizás algún día esa correlación suceda.  En verdad, lo ignoro.  Empero, a altavoz, siempre se alzará la utopía de instituir un diálogo político racional que sustituya la guerra, la exigencia de cuidar la naturaleza viva y la obligación de equiparar el trabajo comunal y familiar en su labor cotidiana y doméstica.

Para concluir con la enseñanza alegórica del mito inicial —el del cazador cazado y casado— una gran responsabilidad la adquiere el polo activo quien acepta su paridad social con el subalterno, al aplicar el mandamiento del Tlacualtiliztli resumido en un cuadro al final de la sección II.  Al retribuirle su estirpe denegada, le concede una voz y comparte las más diversas tareas políticas.  Por esa condescendencia con el vencido, en contra-don recibe las plantas que impulsan el paso de la cacería a la agricultura.  En breve, la cooperación entre las partes en conflicto solventa tanto la estirpe de la víctima por excelencia —el venado— al igual que el ascenso civilizatorio de su victimario ayudante, el cazador casado.  Y la mujer, a la espera de arbitrar su destino propio, el de la matria y el de la patria.

Tlâlticpacayôtl

Erastas (+)   Eromenos (-)

Warrior harassing Vanquished

HunterPrey

LoverLoved

FarmerPlanting Field

Scientific SubjectNatural / Social Object

\/

Agalma

(exchange or transitional object)

War: Ransom in tribute/work

Hunting: Prey

Marriage: Progeny

Farming: Agricultural Products

Science: Raw Materials

(Agriculture / Electric – Atomic Energy / Cattle raising / Politics…)

Note: it is impossible to translate the Spanish link sound-meaning of two key activities: hunting (cazar) and marriage (casar), whose nouns are also correlated, hunting (caza; cacería), as well as household (casa) and township (caserío).  Similarly, despite traditional social division of labor, English does not specify gender in nouns of active (+) and passive terms of the previous antagonism.  In Nahuatl-Mexicano, consult the opposition of agentive nouns like (-ni) tlapeuani, “the one who excites, punches animals” against tlapeualli, “the one who is sold for less than its value, persecuted”, both from peuia, “to scare away, push, make run away a flock” according to Rémi-Siméon (1875/2006), but from pêhu(a), “harness, conquer or vanquish the enemy”, according to F. Karttunen (1992).  The hunter would be the conquistador or vanquisher, that is to say, the Erastas or lover.  This sphere could be expanded by the interaction between the farmer and the fertilization of its crops.

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