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Alma Vilches
@AlmaCoLatino
La mañana de este Viernes Santo, la sexta calle oriente conocida como calle de La Amargura, en el centro capitalino, lució abarrotada por cientos de feligreses que participaron del Vía Crucis donde meditaron los momentos de dolor y sufrimiento que Jesús padeció camino al Calvario donde iba a ser crucificado.
La calle de La Amargura se encuentra entre dos puntos equidistantes, la iglesia San Esteban desde donde inicia el Vía Crucis y la parroquia El Calvario donde concluye. A lo largo de la vía se meditaron las 14 estaciones o momentos específicos de la pasión y muerte de Jesús.
Alfonso Guzmán, párroco de la iglesia El Calvario, explicó que el Viernes Santo es el día que los católicos se unen en penitencia, abstinencia y ayuno para conmemorar la pasión del Señor, donde se recuerda el gran amor del hijo de Dios, quien fue capaz de entregar su vida para rescatar a la humanidad del pecado.
“Celebramos el segundo día del Triduo Pascual en la pasión del Señor, cuando Jesús lleva la cruz, este es un misterio tan grande que algunos solo se quedan contemplando la muerte, pero nosotros los cristianos católicos debemos pasar de la muerte a la resurrección. Debemos agradecer a Dios cada día, por la vida que nos ha dado, y, sobre todo, debemos comprometernos a luchar por construir el buen convivir”, reiteró el religioso.
Este día no se celebra la eucaristía, el altar luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adorno, porque se recuerda la muerte de Jesús. Los ministros y sacerdotes visten de rojo, el color de los mártires, ya que Jesús, es el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios ofrece.
