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Cada voto una victoria

Iosu Perales

Las más recientes encuestas otorgan una victoria holgada al FMLN de diez o más puntos. Es una buena noticia. Sin embargo, pharm con bastante frecuencia las encuestas se equivocan en el mejor de los casos. En ocasiones las encuestas alientan la movilización de votantes del partido que se considera perdedor y buscan que votantes potenciales del partido ganador se queden en sus casas al considerar que la fórmula de su preferencia ya ganó. Quienes tienen la intención de dar su voto a Salvador y Oscar harían muy mal en confiarse y pensar que no es necesario acudir al colegio electoral. Sería el más grave de los errores.

Justamente el 9 de marzo es la hora de la verdad. En las elecciones del 2 de febrero nadie dudaba que el FMLN pasaría a la segunda vuelta. Ahora es cuando hay que ganar. Cada voto es decisivo. Lo es para ganar la presidencia y lo es también para hacerlo con la máxima diferencia posible de forma de obtener una confortable estabilidad de gobierno.

Por otra parte, cuanto más sonora sea la derrota de ARENA mayor será su crisis posterior al 9 de marzo. El país necesita que la derecha de la caverna sea sustituida por otras fuerzas modernas, dialogantes y con sensibilidad social. El Salvador necesita, se merece, que la cúpula de una derecha que ha manejado el país durante dos décadas a su antojo y en beneficio propio, sea definitivamente vencida en las urnas. Es así que el nuevo escenario político del país, deberá  liberarse de la radicalidad de un partido fundado por quien ha sido acusado por instituciones como la Comisión de la Verdad para El Salvador de Naciones Unidas, como responsable no solo del asesinato Óscar Romero, sino que también de la organización e implementación de los Escuadrones de la muerte, culpables de un gran número de asesinatos, en muchos casos de civiles inocentes.

La victoria del FMLN será beneficiosa para el conjunto de la población, pues su oferta de mano tendida para la conformación de acuerdos nacionales puede ser el punto de partida de una nueva cultura y nuevas formas de hacer política. Naturalmente, esto no quiere decir que el FMLN renuncie a su ideario y a su programa. No tiene sentido que lo haga la fuerza política con mayor apoyo popular. El proyecto de país de Salvador y Óscar tiene mucho recorrido por delante, si bien lo acertado es tratar de incorporar a otras fuerzas sociales y políticas a un esfuerzo común, lo que requerirá cesiones mutuas.

En este equilibrio las organizaciones y movimientos sociales tienen su papel decisivo. Deben jugar en todo momento un rol de presión constructiva, de fiscalización positiva del Gobierno, haciéndole ver la justeza de los reclamos populares y la importancia de atenderlos adecuadamente aun dentro de los equilibrios a que obliguen los pactos. Por consiguiente no se trata de esperar que “papá gobierno” tire siempre del hilo de todas las reformas y transformaciones pendientes, sino que hay que ayudarle con apoyo y movilización, crítico cuando sea necesario. De manera que izquierda social e izquierda política deben reconocerse mutuamente en su papel con toda naturalidad.

El 9 de marzo habrá en los colegios electorales muchos menos observadores internacionales. Lo que quiere decir que la defensa del voto por los vigilantes y representantes del FMLN es en esta oportunidad sencillamente decisiva. Habrá que prestar atención a lo que sucede en cada urna desde el minuto cero hasta su cierre definitivo. Horas después, cuando haya que celebrar la segunda victoria consecutiva del FMLN convendrá hacerlo con alegría, de forma pacífica, sin caer en provocaciones que pudieran darse. El 9 de marzo debe ser una fiesta de la libertad, de la democracia, y un momento de recuerdo para las vidas que quedaron en la historia del país por llegar justamente a este clamoroso triunfo. Frente a la chulería arenera cuando se ha sentido vencedora, la modestia de quienes somos conscientes y muy responsable de cuánto ha costado llegar a estos instantes de parcial felicidad.

Lo que viene después, el día a día, debería ser una continuada ratificación de lo ocurrido en las urnas. La gente participando en la vida pública, el diálogo fluido entre el Gobierno y las organizaciones y movimientos sociales, y en cada área o eje de la sociedad las transformaciones en marcha. Todo este esfuerzo orientado a ese horizonte al que llamamos Buen Vivir, que constituye una guía, el faro necesario para seguir el buen rumbo. Buen Vivir, un paradigma que recoge todos los aspectos de la vida y que nos invita a realizar transformaciones en la economía, en la sociedad, en la cultura, en las relaciones de género, en la vida política, como ese horizonte integral al que le importa toda la vida de todas las personas, y la relación de éstas con la naturaleza.

Si, se puede. Avanzar en esa buena dirección se puede. Pero la palabra la tiene  cada voto del 9 de marzo. La suma de votos dará el resultado final, pero ya cada voto introducido en la urna será una victoria.

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