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Buen vivir y elecciones

Godofredo Echeverría

La lucha del pueblo salvadoreño por alcanzar condiciones dignas de vida, medical tanto en lo material, generic en lo espiritual, rx como en el respeto a sus tradiciones, sus culturas, sus modos de vida, ha transcurrido balanceándose en un péndulo entre democracia y antidemocracia.

Los tiempos donde con anterioridad se vivieron espacios democráticos, como después del derrocamiento del dictador Maximiliano Hernández Martínez, han sido pocos, pero, invariablemente han sido producto de la lucha democrática de los sectores populares del campo y la ciudad.

Esta lucha popular, como torrente de creatividad y fuerza poderosa, ha marcado la historia de este territorio llamado El Salvador. A principios de los años 60s, esta lucha va tomando carácter organizado en términos políticos, cuando se lanza el Partido Acción Renovadora (PAR), a la contienda electoral provista de un programa agrario y de la candidatura de una de las personalidades más importantes: el Doctor Fabio Castillo.

A partir de este momento, se proponen soluciones para los problemas de las poblaciones rurales, históricamente sojuzgadas y abandonadas. Estas soluciones pasan por resolver la tenencia de la tierra para los pobres del campo, hombres y mujeres.  Ese programa agrario del PAR ya vislumbra que las transformaciones políticas, sociales y culturales de El Salvador están vinculadas estrechamente con la participación de los pequeños campesinos, comunidades indígenas, jornaleros y en general, pobres del campo. La profundización de la lucha popular demostró que este enfoque era correcto, pues años después, el escenario de la Guerra Popular Revolucionaria, es decir, la resistencia al genocidio desatado por los sectores más poderosos y conservadores de la sociedad vinculados con los militares y el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, lo constituyeron las zonas rurales del país y la participación decisiva de las poblaciones rurales contribuyó de manera fundamental a que la lucha del pueblo salvadoreño se tornara en invencible.

Finalizada la guerra mediante los Acuerdos de Paz, la lucha política se desenvuelve por cauces electorales y la enorme energía popular se reúne alrededor de un nuevo partido, el FMLN. El cual desde las primeras elecciones en las que participa (1994), empieza a transformar el escenario político, tanto local como parlamentario.  Estas transformaciones se integran a otros esfuerzos llevados a cabo en Sur América, en 1992 se lleva a cabo el Golpe de Estado encabezado por el Teniente Coronel Hugo Chávez en Venezuela, quien sería elegido presidente en 1998; procesos de lucha marcados por las comunidades indígenas obligaron al Estado del Ecuador a cambiar varios presidente en corto tiempo y lo mismo sucedía en Bolivia, donde las organizaciones indígenas junto a sectores democráticos y progresistas de la sociedad habían protagonizado luchas importantes por la democratización de Bolivia, hasta que en 2005, con el 54% de los votos son electos Evo Morales y Álvaro García Linera, presidente y vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia.

Simultáneamente, el pueblo ecuatoriano se mantenía en lucha contra los graves efectos del neoliberalismo y los caudillos que como Lucio Gutiérrez llegaron al gobierno haciendo lo contrario de lo que habían prometido. Una serie de insurrecciones indígenas obligaron a una modificación importante de la escena electoral, hasta que el 26 de noviembre de 2006, gana la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, con el programa de la Revolución Ciudadana.

Mostrando un marco histórico, político y social, los pueblos de Sur y Centroamérica venían desarrollando una fuerte lucha política, social y ambiental muy, donde se destacaban las poblaciones rurales campesinas e indígenas, desde hacía mucho tiempo. Es en este marco social que se formula la filosofía del Buen Vivir, retomando las tradiciones indígenas ecuatorianas del Sumak Kawsay y las bolivianas del Suma Qamaña, donde se proclama un retorno a los valores ancestrales de respeto a la naturaleza, de solidaridad, de fortalecimiento de la comunidad, de revaloración de las tradiciones comunitarias, de equidad integral donde las demandas étnicas, de género, de edad, sean valoradas y se dicten políticas para fortalecer a los sectores anteriormente discriminados, donde las lenguas indígenas sean aprendidas y protegidas, etc. Se puede apreciar, que el Buen Vivir como política de Estado ha tenido un largo recorrido desde los espacios de los más discriminados y desposeídos hasta llegar al gobierno y mostrarle al mundo que se puede superar la exclusión y la desintegración, que las personas que se ven obligadas a migrar también tienen derechos en los lugares donde deciden asentarse y que la cultura de la solidaridad y la igualdad es capaz de proponer la construcción de una América más humana y por tanto hacer posible otro mundo más humano.

Orientado por esos principios, el gobierno de El Salvador ha definido como paradigma de desarrollo el Buen Vivir, promoviendo la integración como opuesto a la desintegración neoliberal de la familia, la comunidad y el Estado, proponiendo a la Nación la cultura del Buen Vivir y reivindicando a la naturaleza, a las poblaciones discriminadas, obligadas a emigrar y denigradas, especialmente las poblaciones rurales indígenas y campesinas, hombres y mujeres. Esto ha sido posible solamente mediante la lucha política, social y cultural expresada en las elecciones. Votemos, entonces, por Buen Vivir.

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