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Moscú/Rusia/AFP
Bélgica e Inglaterra son claros favoritos para pasar ronda en el Grupo G del Mundial, mientras que Túnez y la debutante Panamá esperan dar la gran sorpresa.
La considerada “generación de oro” de Bélgica, que incluye a estrellas como Kevin de Bruyne, Eden Hazard y Romelu Lukaku, no ha logrado alcanzar su potencial hasta ahora.
Tras registrar su mejor papel mundialista en México-1986, cuando los ‘Red Devils’ alcanzaron las semifinales, su clasificación a cuartos de final hace cuatro años fue vista como un trampolín aceptable. Pero su posterior eliminación ante Gales en la misma ronda de la Eurocopa de 2016 resultó en el cese del seleccionador, Marc Wilmots, y su sorpresivo reemplazo por el técnico del Everton, Roberto Martínez.
Los hombres de Martínez superaron sin problemas la fase de clasificación, pero persisten las dudas sobre la capacidad del español para sacar lo mejor de un talentoso plantel, y su decisión de prescindir del centrocampista de la Roma, Radja Nainggolan, fue de lo más impopular entre los aficionados.
Las expectativas de Inglaterra son bastante más modestas, tras no haber logrado clasificar a los últimos cuartos de final en sus dos grandes torneos internacionales. El destino de los dirigidos por Gareth Southgate dependerá mucho de si su capitán, Harry Kane, finalmente logra rendir en la selección al mismo nivel que exhibe en su club, el Tottenham Hotspur.
El joven combinado rebosa talento ofensivo, pero hay dudas sobre la falta de opciones de Southgate en el centro del campo.
Las esperanzas de Túnez de ganar su primer partido desde 1978 en un Mundial sufrieron un notable revés con el descarte de su estrella, Youssef Msakniuna, por lesión en los ligamentos de la rodilla, un impacto que el entrenador Nabil Maloul equiparó con el supuesto de que Argentina no pudiera contar con Lionel Messi.
En su primera participación mundialista, Panamá es considerada la Cenicienta del torneo, tras eliminar a Estados Unidos en la fase de clasificación. Pero la paliza por 6-0 que le endosó Suiza en un amistoso en marzo demostró que el escalón que separa a la Concacaf de los mejores del mundo posiblemente sea demasiado alto.
