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BAHÍA DE HUDSON Y LA ESTATUA DE LA LIBERTAD

Wilfredo Mármol Amaya
Psicólogo y escritor viroleño

Desde el Bronx, click cruzamos Manhattan en tren subterráneo; la gente se aglomera a paso rápido, here subimos la escalinata,  nos dirigimos a la entrada del Ferri, un servicio gratuito del gobierno a la ciudadanía,  justo donde un hombre blanco con  sombrero,  levanta un cartel que dice: Juan 3:26;  el bullicio, a lo mejor lee sin mayores reparos, al menos es la impresión que da a primera vista.
Al poniente, entre el sol que se va y la brisa delicadamente fresca en los rostros de los más de tres mil pasajeros que se movilizan  para llegar a la orilla de Staten Island; un punto donde se unen tres océanos; el de los seres humanos de nacionalidad diversa, (chinos, negros, latinos, judíos, blancos); la grandeza del  Atlántico y la belleza de la creación en un sólo punto de encuentro, la bahía de la desembocadura del río Hudson. Al abordar el ferri, y volver la mirada hacia la isla Manhattan,  la imponente estatua de la Libertad,  un regalo de los franceses a los estadounidenses en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, un signo de amistad entre las dos naciones. La estatua fue inaugurada el 28 de octubre de 1886 en presencia del presidente estadounidense de la época, Grover Cleveland; monumento que  se convirtió en un símbolo y representa, la libertad y emancipación con respecto a la opresión. Su nombre original es La libertad iluminando el mundo, proveniente de una estatua llamada La Libertad de la Poesía, en 1872, de Pio Fedi. Desde 1984 está considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Una sensación mundial []de pertenencia invade la existencia y me imagino cómo llegó esta maravilla a los ojos de los neoyorkinos y me encuentro su historia.
Fue Bartholdi quien realizó muchos modelos a distintas escalas. Uno de ellos, en bronce, se encuentra en el parisino Jardín del Luxemburgo, hizo modelos a escala. Los trabajos se llevaron a cabo en el taller de Gaget, Gauthier et Cie, situado en la rue de Chazelles, París.

El material usado para el exterior fue el cobre: 300 paneles de 2?37 mm. Para la estructura interna se utilizo hierro pudelado. El escultor uso como modelo a su madre, Charlotte Beysser Bartholdi, para crear la cara de la estatua.
Durante la Exposición Universal de Filadelfia en 1876 (EEUU), se expuso la antorcha de la estatua (fue una de las primeras partes acabadas). Sirvió para recaudar fondos destinados a la construcción del pedestal de la misma. Quienes pagaban 50 céntimos podían subir al balcón de la antorcha. Durante la Exposición Universal de París celebrada en 1878, la cabeza fue exhibida al público en la plaza del Trocadéro. Otras partes de la estatua se mostraron en el parque del Campo de Marte

Una vez terminadas todas las partes, la estatua se monto enteramente en París para comprobar que las piezas ensamblaban correctamente. Como en Nueva York aun no se había terminado de construir el pedestal por falta de fondos, permaneció en la capital francesa hasta 1885. En julio de 1884, se termino de montar en París. El 21 de mayo de 1885, la fragata Isere partió desde el puerto de Ruan y llegó al puerto de Nueva York el 17 de junio del mismo año.
El monumento viajó por el Atlántico en 350 piezas distribuidas en 214 cajones de embalaje (previamente había sido trasladado desde París hasta Ruan en tren). El pedestal se termino de construir en abril 1886. El 28 de octubre de 1886 tuvo lugar la ceremonia de inauguración. Sobre la descripción y simbología la estatua representa a una mujer en posición vertical, vestida con una especie de estola amplia y en su cabeza tiene una corona con siete picos, que simbolizan los siete continentes y los siete mares. Hay 25 ventanas en la corona que representan gemas encontradas sobre la tierra y los rayos del cielo que brillan sobre el mundo. La diadema recuerda a la que portaba Helios, personificación del Sol en la mitología griega. Bartholdi optó por la corona, y no se decidió por el gorro frigio, símbolo de libertad desde la Antigüedad. La estatua blande en su mano derecha una antorcha encendida, mantenida en alto. La antorcha nos remite al siglo de las luces, aunque algunos lo consideran un símbolo francmasón.  En su mano izquierda sostiene una tablilla, que sujeta cerca de su cuerpo, que  evoca la ley o el derecho, y tiene grabada la fecha de la firma de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, escrita en números romanos: JULY IV MDCCLXXVI. La estructura está recubierta con una fina capa de cobre, que reposa sobre un gran armazón de acero inoxidable, que inicialmente era de hierro, a excepción de la llama que está recubierta con láminas de oro. La estructura reposa sobre una base de forma cuadrada, que a su vez se apoya sobre un primer zócalo en forma de estrella irregular de once puntas. La altura de la Estatua de la Libertad es de 46 metros, y alcanza los 93 metros desde el suelo hasta la antorcha.  Al pie de la estructura se encuentran cadenas rotas que simbolizan la libertad. La estatua está orientada hacia el Este, es decir hacia Europa, con la que los Estados Unidos comparten pasado y valores. La coloración verde de la estatua es a causa de reacciones químicas, que produjeron sales de cobre y le dieron su actual color. En la base del monumento, una placa de bronce lleva grabada, al final,  del soneto de la poetisa estadounidense Emma Lazarus titulado «The New Colossus», El nuevo coloso. La placa de bronce no estaba cuando se inauguró, sino que se añadió en 1903. A continuación se muestra la parte del poema que está inscrito en la placa,  su traducción al español:

EL NUEVO COLOSO
No como el mítico gigante griego de bronce,
de miembros conquistadores a horcajadas de tierra a tierra;
aquí en nuestras puertas del ocaso bañadas por el mar se erguirá.
Una poderosa mujer con una antorcha cuya llama
es el relámpago aprisionado, y su nombre.
Madre de los Desterrados. Desde el faro de su mano
brilla la bienvenida para todo el mundo; sus templados ojos dominan
las ciudades gemelas que enmarcan el puerto de aéreos puentes
“¡Guardaos, tierras antiguas, vuestra pompa legendaria!” grita ella.
“¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres
vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad
el desamparado desecho de vuestras rebosantes playas
enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades a mí
¡Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!”

Emma Lazarus. 1883

Vuelve mi imaginación al momento del paso del Rio Hudson sobre el ferri, y cae la tarde, los rayos del sol se vuelven una mezcla especialmente encantadora sobre la espalda de la luz del mundo;  al poniente como quien echa un vistazo a Europa,  la Estatua de la Libertad y toda su historia, recogen la ternura del deseo de un mundo diferente, en paz y armonía, sin abusos ni explotación alguna, para que el sueño de la madre de los desterrados sea realidad palpable  en los actos humanos en pleno siglo XXI en justicia social, económica y política. Minutos más tarde, me encuentro atravesando el Berrazano Bridge;  tomo la mano de la síntesis de la esencia humana y mi Zacatecoluca ancestral, recrea mis  mi memorias infantiles.

Nueva York, 22 de abril de 2011.

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