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ARENA y las pandillas

Luis Armando González

La sociedad salvadoreña viene siendo acosada, clinic desde hace más de dos décadas, recipe por el quehacer de las pandillas o maras. Lo más grave para la sociedad ha sido la conversión de las maras en grupos criminales organizados, con sus estructuras de mando, sus vínculos con otros sectores criminales (no pandilleriles), el crecimiento (y mejoramiento) de sus recursos logísticos y operativos, y sus finanzas.   Las maras, por su quehacer criminal y por sus conexiones con otros grupos criminales nacionales y regionales, constituyen un problema nacional de enorme envergadura.

Es un problema que se complejizó en el tiempo; que se expandió y avanzó territorialmente cuando ARENA gobernaba. En el periodo que va de 1992 a 2000, se tuvieron que tomar decisiones estratégicas respecto de las pandillas o maras, y también respecto del crimen organizado, que no se tomaron.

Esas decisiones no se tomaron. Se tomaron otras que, lejos de resolver el problema, lo agudizaron. Dicho sin tapujos, ARENA tiene una enorme responsabilidad en el tema de las pandillas o maras. Su incapacidad para enfrentar el problema hizo que el mismo se volviera inmanejable en la siguiente década.  En efecto, los gobiernos de Flores y de Saca –ambos de ARENA— no pudieron lidiar con el problema, que heredaron de Cristiani y Calderón Sol. De hecho, Cristiani se comportó como si no existiera y Calderón Sol quiso ocultarlo a toda costa.

Lo común de los cuatro gobiernos de ARENA: usar políticamente el tema de las maras. No es absurda la hipótesis que sostiene que fue debido a ello –al uso político que ARENA hizo del problema de las pandillas o maras— que ese partido nunca hizo nada serio por resolverlo.

A esta hipótesis se puede añadir otra: que en ARENA no se quiso resolver el problema porque para hacerlo tenía que desarticular las redes criminales (no pandilleriles) regionales  en las cuales participaban (y participan) miembros de las derechas del área (empresarios y políticos). Es decir, para resolver el problema de las maras había que atacar al crimen organizado y sus cabecillas (traficantes de armas, narcotraficantes, lavadores de dinero, tratantes de personas, etc.).

ARENA naturalmente que no quiso hacerlo. Prefirió seguirlo usando políticamente con fines electorales. Y nunca perdió la costumbre, pues es eso precisamente lo que líderes de ARENA han hecho desde 2014: usar el tema de las pandillas o maras para desestabilizar al gobierno de Salvador Sánchez Cerén. Las recientes evidencias en torno al asunto revelan algo escandaloso: negociaciones del dirigente de ARENA Ernesto Muyshondt con líderes de las pandillas o maras, en el marco de las elecciones de 2014. En este contexto, incluso circula un video en el que se escucha la propuesta de nombres –sometidos a consulta con las maras— para ocupar puestos en el gabinete de ARENA.

O sea, nuevamente sale a la luz pública la vieja práctica de ARENA de usar políticamente un asunto que es trágico para la sociedad. Y lo llamativo es que esa información se divulga en un momento en el cual ARENA y sus aliados mediáticos y empresariales se rasgaban las vestiduras ante la situación del país en materia de seguridad.

Lo primero que viene a la mente es la hipocresía arenera. Pero hay algo más: en sus ataques al gobierno ARENA y la derecha mediática y empresarial también han usado políticamente el tema de la violencia asociada a las maras.

Dicho de otra forma, a ARENA nunca le ha preocupado la seguridad y el bienestar de la gente. Su campaña sucia en contra del gobierno no reflejaba una auténtica preocupación por la seguridad de la población –como cínicamente afirma la ANEP en un  comunicado—, sino sus intereses políticos mezquinos.

  

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