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Aquel diciembre 81: El Mozote y más…

Renán Alcides Orellana

En el marco de la guerra civil 1980-1992, check el infernal lema/acción Tierra Arrasada del ejército salvadoreño, nurse creó terror y expectación a nivel nacional, sovaldi sale por los indiscriminados efectos mortales, especialmente contra la población más indefensa y desvalida. Esta acción militar, como todas,  generó dispersión y desarraigo violentos de la gente humilde de pequeños pueblos y cantones, que al huir de su parcela, por cerros y planicies, casi siempre dejaba un reguero de cadáveres de personas inocentes. Eran las famosas “guindas”… Y la zona norte de Morazán, no fue la excepción. Como caso emblemático, entre muchos otros,  se dio la masacre de El Mozote -condenable y macabro genocidio- ocurrida el 11 de diciembre de 1981,  y conocida universalmente por la cantidad de fallecidos -ancianos, mujeres y niños especialmente- y por la manera salvaje utilizada para perpetrar tan abominable crimen. Por eso, hace unos días, en El Mozote se conmemoró un aniversario más de aquella inolvidable por dantesca escena, perpetrada por un batallón élite del ejército, al mando del coronel Domingo Monterrosa. Todo aquello, parte ya de nuestra historia…

Particularmente, a mí –quizás como a pocos- me afectó enormemente aquella noticia de El Mozote, como la de las otras masacres. Y con sobrada razón. Fui el primer alfabetizador en El Mozote. A mis 14 años de edad, en febrero de 1951, me convertí en alfabetizador de hombres y mujeres de aquel Caserío, ubicado en el Cantón La Guacamaya, jurisdicción de Meanguera, al norte de Morazán. En aquel tiempo, por lo escondido entre los cerros lejanos y por la dificultad de llegar si no era a pie o en lomo de mula, ir al El Mozote desde mi pueblo, Villa El Rosario, me resultaba una hazaña. Fue una hermosa experiencia.

El Mozote era entonces montañas, hermosas montañas, esplendorosas montañas, vírgenes montañas. Un caserío inmenso e intenso.  Una calle larga, flanqueada por frondosos bosques de “manzana pedorra”, era el nervio vital del caserío. Crecían los maizales, los cañaverales lanzaban estocadas de miel al firmamento, los magueyales afilaban sus espinas de luz, el agua corría canturreando límpida por las cunetas de barro colorado y las frutas eran gajos de miel por todas partes. Muchas “plantitas monteses” llenaban de colores extraños la serranía. El ganado pastaba tranquilo como rumiando paciencia, mientras incontables nubes de pajaritos saturaban de alas el paisaje… y la gente, seres especiales que se daban enteros sin esperar nada ¡Quién iba a decirme entonces que, durante la guerra, aquellos sitios tan familiares de El Mozote serían el escenario de una cruel matanza de honrados campesinos!

La masacre de El Mozote fue un crimen contra la inocencia, ya que las víctimas eran en su mayoría mujeres y  niños.  Aquel diciembre 81, los fusiles, vomitando plomo criminal, sacudían los frondosos bosques con impacto certero, despiadado, cruel e inhumano, mientras los centenares de cuerpos eran despedazados en el aire, como cuando alguien despluma pajarillos inocentes.

Pero, toda medalla tiene su reverso: desde las alturas de El Mozote puede verse una zona, cerca de Joateca, donde el 23 de octubre de 1984, en una emboscada del FMLN, pereció el coronel Domingo Monterrosa, principal dirigente y ejecutor de aquella masacre. La versión sobre la masacre de El Mozote dio la vuelta al mundo y evidenció la crueldad de la guerra en esa y en otras masacres: Sumpul, Copapayo, Las Hojas, Tres Calles, La Cayetana, El Calabozo, Villa El Rosario, los sacerdotes Jesuitas, las monjas Maryknoll, los dirigentes del Frente Democrático Revolucionario (FDR) … consideradas delitos de lesa humanidad. Ahora, aquello es parte inevitable de la historia… (RAO).

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