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Alegrarse del mal ajeno aquí y allá…

Carlos Girón S.

Hay personas –en abundancia, unhealthy por todos lados y de todos los colores de ojos—que gozan, sienten fruición, se saborean lamiéndose los labios, como las reses, al ver a otros que pasan apuros, que tienen serios problemas que los abaten, sin saber qué hacer, dónde buscar la salida, y para quienes no miran ni auguran futuro, sino fracaso y derrota. A la vez, tales personas se complacen y felicitan de no estar ellos en situaciones parecidas, en los zapatos de aquellos, sino que gozan de abundancia y les habla un mañana promisorio, por lo que se regodean orgullosos y hondamente satisfechos.

Lo bonito, por no decir feo, es que así como las personas, hay también grupos de ellas, grupos corporativos, que

igualmente se solazan al ver la decadencia o ruina de competidores, en vías de extinción, que les dejarán el campo libre para expandir sus negocios. Si no, aunque no sean competidores, los ven como estorbos siempre para el logro de objetivos más adelante. Y esto se aplica igualmente al terreno de los países. En el caso de personas abundan ejemplos a la mano. Muchos –adversarios en lo político, principalmente o francamente enemigos se alegraron y pusieron felices al ver los líos en que cayó el ex presidente de la República, Francisco Flores, o el ex presidente de ANDA, Carlos Augusto Perla. Algunos tal vez no lo celebraron, pero sí lo criticaron. Y eso fue, en el caso de Flores, principalmente por la desaparición de recursos foráneos que venían destinados a obras de beneficio para la población, como también por el daño que le ocasionó al encarecer el costo de la vida imponiendo la dolarización. Parecido el caso del otro señor, que desvió fondos del erario que iban a servir para mejorar el sistema de distribución del agua potable. Y así, hay casos de casos.

Muchos habrán festejado y siguen festejando los casos del extinto Pinochet, del japonesito Fujimore, López Portillo, Ríos Montt, y más allá Berlusconi, todos ellos oscuros personajes, quienes más bien deberían ser objeto de lástima por caer desde las cimas del poder a situaciones miserables, con todo el padecimiento que ello representa.

En el ámbito mayor, hablando de países, fue una gran gritería la que se dejó escuchar de los enemigos de la revolución cubana cuando se desintegró la Unión de Repúblicas Socialistas en Rusia. Batieron palmas porque el vecino país caribeño no seguiría recibiendo más la ayuda soviética y anticiparon el  colapso de la nación y su revolución y que renunciaría al régimen socialista para volver al capitalismo.  Dia a día esperaban la alegre noticia del imaginado estruendoso colapso. No sucedió esto, pero los enemigos se festejaban hablando de las penurias y escasez de esto y aquello sumiendo en la miseria a los cubanos. Aquellos no contaban con el temple que por tantos años mostraría el heroico pueblo cubano, que depositó su plena confianza en sus gobernantes, de que llevarían al país a puerto seguro. Esto ha sucedido. Y recién se ha consolidado con el inminente restablecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con los Estados Unidos. Todos ven en ello una victoria del heroico pueblo cubano.

Con Irak, Libia, Siria y de lejos también Irán, se dieron y han dado igualmente situaciones de algarabía y regocijo entre países adversarios al verlos atrapados en marañas tejidas por las potencias con miras ulteriores, como se pudo comprobar después. Y aquí no es de extrañar que los mencionados sean países con riquezas petroleras y otros recursos naturales de gran valor y demanda en Occidente.

¿Y, a propósito, no les huele a ustedes que algo parecido esté sucediendo con Venezuela? ¿Alcanzamos a ver el frotar de manos, los aplausos y risas sardónicas y hasta brincos de alegría de individuos, grupos (incluidos corporativos) y países, por “los problemas”, “crisis”, “escasez” que “sufren” el pueblo y gobierno venezolanos? ¿Quién se deja engañar con las carencias de alimentos y otros bienes de consumo, que son provocadas simplemente por los abastecedores que los acaparan y se los niegan a la población?

¿Podemos ver la felicidad de aquellos mismos grupos por el desplome de los precios del petróleo, que es una de las principales fuentes de ingreso de Venezuela? Aquellos chuscos se alegran porque ven que de rebote “se llevará el diablo” a las naciones centroamericanas y caribeñas que son favorecidas por la Patria del gran Bolívar, principalmente por proveerles del carburante en condiciones sumamente ventajosas, ayuda que auguran que pronto terminará.

Pero el pueblo legítimo y su presidente Maduro no se arredran, no tiemblan, ni se acobardan. Maduro ha dicho ante el mundo que pueden resistir 10, 20 y más años, la guerra que le han declarado los enemigos de una revolución pacífica que ha traído inmensos beneficios a las grandes mayorías de venezolanos.

El pueblo y el Gobierno de Venezuela saben muy bien que lo que enfrentan es una situación creada artificialmente por manos peludas, foráneas e internas; por conspiradores extranjeros que quieren caerle encima a los ricos pozos petroleros de la cuenca del Orinoco. Pero esto ¡no se podrá! ¡Aquí no pasarán los invasores! Vean al UNASUR y a la CELAC que se mantienen vigilantes y prestos a invocar el espíritu de Bolivar y defender y repetir las glorias del Chimborazo.

Que se alegren hasta reventar y batan palmas por las desgracias ajenas aquellos pigmeos de espíritu, mezquinos de consciencia, mentes entecas,  jurásicas, y que sufran después, se muerdan los labios y rechinen los dientes al presenciar el desgarramiento y caída del negro y siniestro telón tejido por los enemigos del bien ajeno, del bienestar y la felicidad de los otros, el de los que caminan por los senderos de la luz y la verdad, quedando al descubierto la evidencia de la realidad de las cosas.

Danta mandaba al sexto círculo de los infiernos a los envidiosos, los egoístas, los falsarios y todos los demás especímenes de esa recua aquí descrita…

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