Al pie de tu ventana

Álvaro Darío Lara

Escritor y docente

¿Quién de nosotros, al filo de unos  “galanes” entre pecho y espalda, no armó  un nocturnal a su enamorada? ¿A quién no espantaron un padre o un marido celoso? Don Marlon Chicas, el tecleño memorioso, el eterno enamorado de la Ciudad de Las Colinas, nos ofrece ahora, esta pieza del ayer, escuchémosle: “Evoco aquellas hermosas épocas, que ya no volverán, en las que los enamorados al igual que los bardos de la Edad Media, se dedicaban a endulzar el oído de su amada al pie de una ventana. En ese sentido, Santa Tecla, tuvo su época de oro en la que los tríos o mariachis solían llegar a la puerta de la doncella pretendida, allá en mi querido barrio ´El Calvario´.

Recuerdo las famosas serenatas del ´Tío Carlos´(que para nada era mi pariente, pero el cariño era tal, que así le llamábamos). Esas ofrendas de amor podían realizarse a altas horas de la noche o a media mañana. El ´Tío Carlos´ con un par de traviesos (tragos) adentro, solía contratar mariachis para  conquistar el corazón de la joven en turno.

Otros bohemios eran más discretos, y por medio de voces y cuerdas magistralmente armonizadas, enamoraban el oído de la señorita o señora, según fuera el caso. De esta forma, el enamorado solía acercarse a la fémina de sus sueños. Todas estas historias se desarrollaban en los apartamentos “Fuentes” propiedad de don Valentín Fuentes (QDDG), lugar donde transcurrió parte de mi niñez y adolescencia.

¡Cómo olvidar situaciones embarazosas cuando algún incauto enamorado y la cómplice de su sueño furtivo, fallaban en sus cálculos horarios y eran descubiertos por el esposo o compañero de vida de dicha dulcinea! Esta situación terminaba en gritos, insultos o uno que otro disparo al aire. No era extraño, escuchar carreras u observar cuerpos semidesnudos huyendo despavoridamente.

Memorable fue la noche en que el bandido romántico llegó a la puerta de la futura conquista y con melodiosa voz, afinó su guitarra y entonó la siguiente letra: ´Despierta dulce amor de mi vida…´ Sin embargo, a los pocos segundos, una voz grave y furiosa, se hizo sentir: ´¡ Bueno, hijo de ….!  ¿Quién se atreve a traer serenata a mi mujer…?´ Acto seguido se escucharon tres fuertes explosiones, y como era de esperarse, el enamorado y su séquito de músicos ponían pies en polvorosa ¡Nunca más se supo de tan distinguido Negrete por aquellos apartamentos de Dios!

Por último, hubo otros que no eran tan románticos,  ya que se hacían acompañar de los famosos combos de música “guapachosa”, tan populares por esa época, y que interrumpían  terriblemente el sueño de propios y extraños, haciendo que no pudiéramos pegar un ojo durante toda la noche, hasta que llegaba la oportuna presencia de la benemérita Guardia Nacional o la extinta Policía ¡En un santiamén todo volvía a la normalidad! Por todo ello, ¡qué viva el Bandido Romántico que siempre está al acecho!

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