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4 cuentos de Gabriel Moraes

LA GALLINA  INFELIZ

Qué bonitas son las gallinas, el color de sus plumas, su elegante andar, la fortaleza de sus patas, su fuerte pico, su alegre cacareo anunciando la enorme satisfacción de haber puesto un huevo. No hay aventura más influyente para su ánimo de buen ave que buscar su alimento preferido, las suculentas lombrices de tierra, y si la suerte le es adversa,  comer semillitas de a saber qué orígenes o degustar el brillo de los pedazos de cascarones rotos,  esparcidos y ocultos por el suelo.

…Ah tiempos inolvidables y de oro que se van para volver únicamente en el consuelo de los recuerdos. Encerrada en la granja, tremendamente aburrida de ir por los mismos caminos trazados de una incubadora a otra, Yina la gallina, era la imagen ideal del silencio y la tristeza; y si sobrevivía veinticuatro horas más no era por el alto concentrado en polvo que le servían en grandes cantidades, es porque su instinto animal es mucho más fuerte que el deseo de vivir. Hasta ahora no había cumplido con la sagrada misión de preservar la especie porque no era la mamá de los pollitos, y jamás lo llegaría a ser en ese recinto; ni siquiera había tenido el gozo de oír la ternura de ajenos  pío píos, y aunque la piel en todo momento se le ponía de gallina no era porque la estremeciera acordarse de las fantasías vividas en amoríos con los gallos… eso es agua que jamás habría de beber.

Por voz de los seres humanos había escuchado de las lluvias, del arco iris, de las estrellas colgadas en los hilos oscuros de la noche, de los pétalos olorosos y suaves de unas flores llamadas rosas, que el paraíso existe, pero que le llaman campo, donde los árboles y la hierba  son libres como el viento…Que los hombres no son del todo malos, antes de llegar a adultos son inocentes criaturas, con el alma limpia y diáfana como la suelen poseer los niños, que las mujeres tienen el privilegio de amar y tener hijos. Yina estaba condenada a poner más de doscientos huevos al mes, y así dar su contribución para alargar la vida de los hombres; nunca apagaban las luces en ese cruel lugar, y se sentía desfallecer, la abandonaban las fuerzas. Tenía los ojos siempre abiertos, como el sol, mientras no llegue el final de los siglos; esa tarde, todo  quedo  a oscuras  y creyó que había llegado el momento de descansar en paz… Un gran resplandor la saco de su letargo y le dio la bienvenida a su nuevo nacimiento, pero no, se había restablecido el fluido eléctrico y volvía a encontrarse anidando en la misma incubadora y rodeada de miles de indiferencias. Si se muere una gallina no importa, colocan otra, porque están allí nada más que para poner y poner huevos.

 

EL PERRO Y EL GATO…  El porqué su convivencia con el hombre

Los animales y las demás criaturas ya habían sido puestos en el Paraíso, luego fue el hombre, pero éste halló beneplácito y complacencia en Dios y su estima valía más…

Al león no le pareció aquella predilección y maquinó, reuniendo a algunos animales, y diciéndoles: que el varón de semejanza divina, debía ser expulsado del jardín para que ellos fueran vistos y tratados de nuevo, como antes de la llegada de Adán.

El perro y el gato no estuvieron de acuerdo porque era desobedecer el espíritu de la creación, pero el león sin esperar más, se les echó encima, iniciándose un fiero combate entre los tres. El perro mordió la cola del león, arrancándole casi todo el pelo; el león le enterró los colmillos al perro, destrozándole la mitad del rabo en un solo mordisco. El gato le arañó la cara y la frente al león; el león le rayó todo el cuerpo y la cola al gato. El gato y el perro mordieron cuerpo y patas del león; en lo peor de la gresca cayó un rayo y todos se escondieron temerosos de Dios. Pero no fue el Omnipotente, sino la tormenta anunciándose previamente.

Al cesar, el león los reunió de nuevo y aprovecho el recuerdo del estruendo para decirles que su poder ni siquiera él se lo imaginaba y si aparecían más opositores que se atuvieran a las consecuencias.

Demás está decir que ordenó a la serpiente hacer caer en la tentación y engañar a Eva, quién a su vez tentó y engañó a Adán. Los animales culpables y la pareja humana fueron expulsados, y Dios puso un ángel de centinela para que no regresaran. De esa manera, el león y sus cómplices se fueron por un camino, y el hombre, la mujer, en compañía del perro y el gato, por otro muy distinto.

Las rayas en muchos gatos, uno que otro perro nacido con rabo corto, ya no se diga del león, bigote debajo de su nariz, frente, cuerpo y patas sin pelaje, y la cola únicamente con pelo en la punta, son pruebas aún presentes de lo acontecido en la pelea, y de porque el perro y el gato conviven con el hombre.

 

EL COLOR DE LAS MARIQUITAS

Las mariquitas son insectos muy pequeños, de forma redonda y cubiertos con un suave caparazón de atractivos colores, pincelados  por supuesto por la madre naturaleza; son curiosísimas y les atrae la luz del sol, tanto que si se alejan, es difícil su regreso al lugar donde nacieron. Cuentan los libros de los estudiosos que antes las tonalidades de estas criaturas mínimas eran lisas, no como las especies contemporáneas, y por extraño que parezca, existían de todos los colores vivos, menos el rojo… También el libro de los libros, inspirado por Dios, relata que, aún antes de que se expulsara a Adán y  a Eva del paraíso, ya estaban los insectos en el mundo esperando la llegada de los seres humanos. De manera que los hombres y los insectos han convivido desde épocas inmemoriales, aunque es conocido el dominio que los primeros siempre han ejercido sobre los segundos. Todos los pueblos, constantemente buscan la felicidad y la tierra prometida, donde vivirán en mejores condiciones, y prueba de ello es que esa búsqueda y la realización de ese anhelo, ha provocado guerras y levantamientos entre naciones e imperios. La historia da fe de esas luchas y hace un poco más de dos mil años, se suscitaban revueltas en contra del invasor ejército romano. Los rebeldes salían de la nada y era imposible determinar su identidad individual porque los protegía el escudo numeroso de las familias, aldeas, tribus y ciudades judías. Había que dar un escarmiento y el momento propicio llego para los conquistadores; los judíos aguardaban la venida de un Salvador, de un Mesías para liberarse del yugo opresor. La popularidad que ejercía sobre las multitudes la palabra y la conducta de vida de un Belenita fue la oportunidad para aplacar estas demostraciones y malos ejemplos de desobediencia al orden establecido. Jesús fue condenado a morir crucificado, no importaban las consecuencias si se derrama el pomo de esencias de un pobre inocente y los preparativos para su ejecución se cumplieron al pie de la letra.

Antes de morir, Jesús encomendó su espíritu al Creador y expiró. En los últimos minutos de angustia y sufrimiento, al lado del hijo, no puede faltar la presencia de la madre; sus ojos, heridos de dolor, se rompieron en gotas de sal y sangre. Habíamos afirmado que las mariquitas son curiosas por naturaleza y en la cima del Monte Gólgota la luz del sol pegaba con implacable resplandor; sangre y lágrimas negras salpicaron la redonda caparazón  del insecto…

Desde fecha tan nefanda, ¡oh increíble y verdadera huella del tiempo; todas las mariquitas nacen con manchitas negras, y algunas, con tonalidad roja.

 

EL TIGRE Y LA ZEBRA   El  porqué de sus rayas…     

Después de transcurridos cinco días en el Jardín del Edén, la creación divina era impecable y los animales paseaban su hermosura mientras pudieran ser admirados a la luz de la lumbrera mayor. En ese tiempo, la piel del tigre era lisa, sin rayas, color  entre naranja y amarillo, indudablemente irradiaba esplendor al caminar; así mismo la zebra, quien totalmente blanca, asemejaba una nube blanca descendida del cielo.

La vanidad no pierde oportunidad para demostrar lo contrario de buena consejera, y el tigre no quiso que se conociera más de la belleza de la zebra y dispuso jugarle una mala pasada. La espero, a manera de emboscada y cuando paso, se le echó encima, garras filosas, hiriéndole desde el lomo hasta casi sus cuatro patas. No te mato porque me das lástima-le dijo el tigre; la zebra, sangrante y asustada, no hizo más que rodar y esconderse bajo la espesura de los árboles. Nada hay oculto que no se llegue a descubrir y el tigre fue llamado ante la presencia de Dios para responder por lo salvaje que había obrado.

Pero… ¿cómo iba a negar el tigre su violenta reacción?

En castigo a tu proceder, las marcas que dejaste en el cuerpo de la zebra, serán rayas negras en tu piel para que nunca olvides que la vida es pasajera y al igual que la belleza, se marchita con el devenir del tiempo.

Dios llamó a la zebra, quien, obediente y dócil, salió de su escondite, sobre su fondo blanco habían sanado sus heridas, convirtiéndose en contrastantes líneas de oscuro intenso, que sin lugar a dudas, la volvieron única en su especie.

Debido a esta causa es que el tigre y la zebra, poseen rayas en su pelaje; y para que el primero no molestara a la segunda, mejor dicho, comérsela, el felino fue dejado en Asia y la ungulada en África.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.