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ACERCA DE LA CONSCIENCIA CELULAR

Aníbal Seleme, F.R.C. (4)
(De la Revista El Rosacruz, Octubre-Diciembre de 2004)

Hablando de Células Madres

(Interesa reiterar que para muchos de quienes se detengan a leerlo –especialmente personas relacionadas con la ciencia médica— les parecerá que no hay nada novedoso en lo que se dice; pero en ciertos momentos pueden encontrar cosas que sí han sido parte de los conocimientos singulares que poseen los Rosacruces). Seguimos entonces desarrollando el trabajo.

Ambos tipos de ácidos nucleicos se van repitiendo en cada división celular. Las células comienzan a existir a partir de la división de otra célula anterior a la cual podemos llamar célula madre (nótese que ya de la época cuando fue escrito este trabajo ya se hablaba de células madres). Y encontramos dos tipos de divisiones: la mitosis en la que la célula madre da origen a cuatro células hijas diferentes a ella en el número de cromosomas, el cual es característico de cada especie. La mitosis ocurre en casi todas las células: tanto las que forman los organismos unicelulares, como en las células del cuerpo de los organismos pluricelulares. La mitosis, en cambio, solo ocurre en los órganos reproductores de los organismos pluricelulares. Las células resultantes son denominadas gametos y tienen por función fusionarse entre ellas para dar origen a un nuevo organismo pluricelular. En el caso más conocido por nosotros: los organismos de tipo animal (como el nuestro) esos gametos son llamados: óvulos y espermatozoides. De lo que acabamos de decir deducimos que el ADN y el ARN original de cada organismo, es una herencia del de sus padres. Cada uno de ellos es una combinación de los ácidos respectivos de ambos progenitores. A partir de ese momento esta nueva combinación b se repetirá en cada célula del nuevo organismo.

La información que contienen los ácidos nucleicos implica para cada célula saber qué tipo de célula hija va a dar. Y cuántas de cada tipo, a fin de que el organismo quede estructurado de una manera definida, con partes que se repiten exactamente y que funcionan apropiadamente. Ese aparente milagro está regulado por la transmisión de las características que está regida por la memoria de los ácidos nucleicos. Esa memoria se asienta en un código genético que consiste en la forma en que se estructuran las cadenas de moléculas simples llamadas nucleótidos y que finalmente dan forma al ARN como una larga cadena de nucleótidos: adenina, citosina, timina y uracilo. Y al ADN como una cadena doble en forma de hélice retorcida, compuesta por adenina, citosina, guanina y timina. Como las posibilidades de combinación de estos nucleótidos es casi infinita, es posible que estas cadenas contengan toda la información que se requiere para que cada célula sea como es y cumpla la función que cumple. El ADN transmite esa información. El ARN la ejecuta.

Una memoria o consciencia de larga herencia

Como ambos tipos de moléculas se vienen transmitiendo desde las primeras manifestaciones de vida en el planeta, se podría inferir que no solo tienen una memoria o consciencia de sus funciones más inmediatas, sino que guardan una memoria o consciencia que proviene de todas las formas de seres vivos que han existido.

Un aspecto muy particular de esta consciencia y memoria lo presenta la técnica llamada clonación (actualmente bien conocida). En la misma, a partir de cualquier célula del cuerpo y en condiciones apropiadas, se realiza un cultivo que luego es implantado en un útero de una hembra de la especie de la cual se obtuvo la célula. El resultado es un embrión completo de dicha especie, con lo cual se prueba que todas las células tienen la característica que posee naturalmente solo la célula resultante de la unión de los dos gametos, o sea el huevo o cigoto. Esa característica es llamada tituoitebcuakudadm, a la cual se opone la característica de especificidad que van adquiriendo las sucesivas generaciones de células hijas a medida que se van diferenciado y especializando. El extremo de esta diferenciación y especialización la constituyen las células nerviosas o las musculares. Sin embargo, se comprueba que todas conservan la memoria y la consciencia intacta a tal punto de ser capaces de generar un nuevo individuo con todas sus características.

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