Página de inicio » Suplemento Tres Mil | 3000 » Un encuentro con la historia

Un encuentro con la historia

Mauricio Vallejo Márquez

coordinador

Suplemento Tres mil

 

Me encanta llenarme de polvo y estornudar mientras viajo al pasado. Tengo la afición de revisar documentos antiguos, ed periódicos de hace tantos años, stuff libros con sus hojas amarillentas casi cafés llenas de polvo. Quizá porque crecí entre libros me siento tan cómo observando libreras y curioseando esas viejas publicaciones.

Siento que entró a una dimensión en la que habito, doctor ese tiempo se vuelve real, y mientras hojeo esas palabras y dibujos me parece que es como tomar un tiempo sin tiempo en que la eternidad nos abraza y puedo sentir el alma de esos escritores que ahora tendrán 75, 100 o 200 años de no estar entre nosotros, pero en los que su obra aún perdura y se sienten tan presentes.

La biblioteca de mi abuela fue el primer rumbo en ese camino, ahí me di gusto viendo libros de mi bisabuelo Manuel Pineda y la maravillosa colección que mi abuelita siempre me compartió con generosidad. Ahí viajé por primera vez a Grecia y me di gusto conociendo la mitología de esa tierra y los detalles de la Ilíada y la Odisea entre las páginas gastadas de tanto leerse.

Pero, las revistas y periódicos tienen un gustito especial, porque  literalmente me llevan a esos días cuando ocurrió la noticia. Muchos periodistas no se percatan que cuando escriben están aportando a la historia, se vuelven parte de ella y que con los años los investigadores leerán sus escritos y serán citados en libros que relaten nuestro tiempo.

La gran maravilla del periódico impreso es que se convierte en documento primero y da testimonio de su validez y existencia por ser papel, ser físico y estar ahí. Quizá por eso me fascine tanto tenerlo en mis manos.

Me encanta encontrarme con todo tipo de sorpresas mientras reviso periódicos de antaño, lograr ver el desarrollo de tantos escritores que ahora tiene más de cincuenta años y en sus días neófitos llenaban los espacios de las revistas y suplementos culturales de las décadas de 1970 a 1980, muchos fueron silenciados en esos años y no pudimos ver hasta que niveles hubieran llegado. Y de pronto entre esas páginas encontrarme algún escrito de mi papá, ese joven poeta desaparecido del que quizá jamás encontraremos su cuerpo. Encontrarlo es como si me lo topara en los pasillos de la Biblioteca Nacional y nos sentáramos a conversar en las mesas de la hemeroteca, y entonces me doy cuenta que eso que nos repetimos los escritores es cierto. La palabra escrita se vuelve inmortal y aunque procuren destruirla, silenciarla, vilipendiarla, está presente y seguirá presente sin muerte como ahora están Roque Dalton, Jaime Suárez Quemaìn, Mauricio Vallejo (padre), Lil Milagro, Rigoberto Góngora, Amílcar Colocho, Amada Libertad y tantos nombres que aún falta por nombrar.

Ver también

«Poeta soy» por Claudia Lars

Poema de Claudia Lars Dolor del mundo entero que en mi dolor estalla, hambre y …