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un cuento para fin de año

Juan Rafael pacheco
Colaborador

Termina el año. Los ángeles, prostate pendientes de los pedidos. Uno pelirrojo llega al grupo.
— ¿Algo nuevo?
–Lo de siempre: amor, paz, salud, felicidad. No comprenden que esas cosas no llegan del cielo como un regalo –contestó el más viejo.
–¿Cómo podríamos ayudarlos?
–¿Quisieras bajar con un mensaje a los que quieran escucharlo?
El pelirrojo se deslizó entonces a la tierra convertido en susurro, trabajando arduamente hasta los últimos minutos del año.
Ya eran casi las doce. El viejo esperaba ansioso que llegara una petición distinta, cuando oyó un hombre que decía:
“¡Un nuevo año! Empecemos a recrear un mundo sin violencia, sin armas, sin fronteras, con amor, con dignidad; con menos policías y más maestros, con menos cárceles y más escuelas, con menos ricos y menos pobres.
Formemos una cadena de niños, jóvenes y viejos, hasta sentir que el calor del amor va pasando de un cuerpo a otro.
Podemos conseguirlo, y si no, estamos perdidos, porque nadie más que nosotros podrá construir nuestra propia felicidad”.
Desde una nube, dos ángeles cómplices sonreían satisfechos.
Así es como funciona la vida.  Hagamos todo cada uno de nosotros, no esperemos que nos caiga del cielo.  Comencemos a hacer cosas y a quejarnos menos, a reír más y llorar menos, a vivir en lugar de sobrevivir como si la vida en vez de una bendición, fuera un castigo.
“Levántate, sembrador.  Es la hora de que comiences la tarea.  Prende la luz de tu espíritu.  Enciende el fuego de tu corazón.  Avanza firme y serenamente en tu camino.
Tus bueyes son el amor y la justicia y tu cuchilla la verdad.  Tu mano reproduzca el movimiento de tu corazón.  Tu tarea es hacer el bien; ir adelante hasta llegar a Dios.
Siembra, como Él te dijo, la Palabra del bien y del amor.  Llegará el día en que tu siembra se levante como una bendición sobre la tierra.
Defiende a los que no pueden defenderse; di las verdades que no están de manifiesto.
Compadécete del que te hizo daño y sufre la tortura del arrepentimiento; perdónalo y olvida el daño que te hizo.
El odio pasa de un individuo a otro, de una generación a otra, hasta que el perdón lo ataja y lo aniquila.  Devolver bien por mal es el mejor negocio.
Ser hoy mejor que ayer y mañana mejor que hoy: este es el gran objeto de la vida. Ayuda a los que en las tinieblas se debaten; ablanda con tu voz sus corazones; que tu amor se derrame y que no sepas dónde.  Que tus esperanzas partan cada día como enjambre de abejas.
¡Toda palabra de fe llene el vacío de la duda!
Que el bien salga de ti con tu palabra.  Ponla en los tristes, en los descontentos y en los que sufren.
Purifica tus oídos para escuchar a Dios, tus ojos para verlo, tus manos para aliviar a los que te necesitan, tu lengua para repetir sus enseñanzas.
Él pondrá en tu corazón todo el valor que hace falta para cumplir tu destino.
Oye su voz que baja desde el cielo y sube de lo hondo.  Llénate de su palabra, y no escuches nada más.  El viento pasará sobre tu siembra y la arrebatará; mas tú, vuelve a sembrar y no te aflijas.” (Constancio C. Vigil).
Sembremos amor. ¿Te imaginas la cosecha?
¡Feliz y Santo Año Nuevo para todos! ¡Feliz Vida Nueva!

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