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Tradición clásica: Kavafis, Dylan Thomas, Borges

César Ramírez Caralvá,

Escritor y fundador Suplemento 3000
Constantino Kavafis fue un poeta griego, de notable influencia en el Siglo XX, junto a otros escritores su obra yace en el camino de los clásicos helénicos, tendencia que se diferencia de los románticos. Un fragmento de su poema Ítaca: «Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/ pide que el camino sea largo,/ lleno de aventuras, lleno de experiencias. / No temas a los lestrigones ni a los cíclopes /ni al colérico Poseidón,/ seres tales jamás hallarás en tu camino, /si tu pensar es elevado, si selecta /es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. / Ni a los lestrigones ni a los cíclopes /ni al salvaje Poseidón encontrarás, /si no los llevas dentro de tu alma, /si no los yergue tu alma ante ti.» Es ese camino del retorno, en la vida que regresa después de una travesía infinita de la vida en busca de todo, es nuestra vida que recorre su propios pasos hasta llegar a la Isla; quizás al último día en la tierra con la mortalidad acumulada y lejos de pasiones para afrontar la materialidad. Ese evento no puede separarse de la Ilíada, la opción armada, con acciones de vencedores y vencidos en la sangre derramada por la Patria, esa unión resume no pocas historias de la humanidad.
Dylan Thomas es un personaje atrapado en un relato real de un genio ahogado en alcohol, autodidacta, extraordinario o como afirma su esposa Caitlin Thomas : «era un cabronazo»; nos interesa su formación, puesto que sus obras no son espontáneas, incluso nos recuerda algunos poetas contemporáneos que estudian profundamente a los autores europeos, americanos y otros, hacen muy bien sus poemas imitando a los clásicos y repiten las antiguas fórmulas como propias, al final como en las novelas terminan creyendo su propio cuento, cuando su falsedad es visible para los entendidos en la materia; en Dylan su biblioteca incluía: Shakespeare, Dickens, Trollope, Hardy, Meredith, Moore, las hermanas Bronte, colecciones de Chaucer a Henry James, Wordsworth, Tennyson, Keats, Byron y Shelley, Dylan decía que su padre poseía «casi todo lo que una respetable biblioteca intelectual debe tener»; además: Gerard Manley Hopkins, Stephen Crane, W.B. Yeats, Walter de la Mare, Osbert Sitwell, Wilfred Owen, W.H. Auden, T.S. Elliot, A. Huxley y «la mayoría de las obras de James Joyce, todas las traducciones de los clásicos griegos hechas por Gilbert Murray, algo de Shaw, un poco de Virginia Woolf y algo de E.M. Forster. «Realmente no es mucho pero añadido a lo de papá forma una biblioteca bastante completa» pág 71 en: Dylan Thomas /George Tremlett – Barcelona: CIRCE Ediciones, 355 pág. Ahí tenemos el camino de los clásico griego en Dylan Thomas.
Hans Urs Von Balthasar en su artículo: Borges, escritura de Dios, en una nota marginal reseña: «Es Homero y es Borges por supuesto. El último poema del libro ( y esto tampoco es casual) se llama Arte poética, y dice: «A veces en las tardes una cara /nos mira desde el fondo del espejo;/el arte debe ser como ese espejo/que nos revela nuestra propia cara.» Y el epílogo Balthasar afirma: «Para salir de lo puramente referencial, el hacedor, el poeta, debe ir más allá, debe buscar otro rostro, otro Hacedor» pág. 361. Últimas inquisiciones Borges y Von Balthasar recíprocos – Buenos Aires: Bonum, 2009. Las mínima referencias nos hablan del otro universo.

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