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El equipo forense de antropología de argentina y medicina legal de San Salvador, durante la exhumación de 6 cuerpos de niños asesinados durante la guerra por tropas del Ejército que fueron encontrados dentro de un obraje de añil en Arcatao, Chalatenango. Foto Diario Co Latino.

Teresa, Calixtra y Enma vuelven a tener a sus hijos en brazos

@SilviaCoLatino

Las guindas, la aguantada de hambre, el terror por el sonido de las armas y los gritos angustiados de sus madres o padres que trataban de huir con ellos entre las escarpadas lomas de Arcatao, se convirtieron en el último asomo de vida de seis infantes, que fueron asesinados por elementos de la Fuerza Armada durante la “Guinda de Mayo”, en el departamento de Chalatenango en 1982.

Después de treinta cinco años Teresa, Calixtra y Enma volvieron a tener a sus hijos en brazos amorosos, aunque de ellos solo quedan algunos restos óseos, su ropa y los casquillos de las armas de asalto que les quitaron la vida.

“Eran solamente niños” reflexionó Eduardo García, Director Ejecutivo de Pro Búsqueda, al comentar que esta exhumación de las niñas Gladys, Norberta y Milagro y los niños José Mauricio, Pastor y Rafael, fue un éxito de un proceso conjunto de la Comisión Nacional de Búsqueda, el Equipo Antropológico Forense de Argentina y Medicina Legal.

“El hecho ocurrió en el municipio de Arcatao, en un antiguo obraje de añil. Hemos encontrado a los niños en unas pilas, en 1982 las madres y familiares de esas niñas y niños estaban en esas zonas, cuando llegó la Fuerza Armada (FAES) comenzó a disparar y en la huida ellos fueron quedando. Lo factible hubiera sido que la Fuerza Armada agarrara a esos niños y entregárselos a la Cruz Roja y fuesen ellos, quienes determinaran el paradero de los padres, pero en este caso no se hizo, entonces deliberadamente fueron asesinados a sangre fría y no tenían porque haber muerto, fueron asesinados y lanzados al obraje y ahí tal como cuentan los testimonios ahí los encontramos”, explicó.

Restos óseos de los niños asesinados durante la “Guinda de Mayo”, en 1982, durante el operativo “Tierra arrasada” perpetrada por
el Ejército. Foto Diario
Co Latino.

Los cientos de casos por la búsqueda incansable de estas niñas y niños desaparecidos forzosamente durante el conflicto armado, cuyos casos han sido documentados en Pro Búsqueda gracias a las denuncias de sus familiares que también son víctimas y sobrevivientes tiene sinsabores, pero también da pie, a la esperanza de justicia, como don Tito Franco, padre de algunos niños encontrados en el obraje, que el mismo día que inició la exhumación cayó enfermo, por una dolencia física y falleció antes de haber terminado la exhumación de los restos mortales de sus hijos, su salud no le permitió ver ese resultado, que pudo significar para él, un principio para reconstruir su paz interior. “La identificación científica fue efectiva, el Equipo Antropológico Forense de Argentina, junto a Medicina Legal lograron corroborar e individualizar que habían tres niñas y tres niños, cuyos restos óseos fueron entregados el pasado martes 19,  a sus familiares. Ha sido un proceso de varios meses, porque eran pocos los restos encontrados, pero se encontraron vestigios de ropa que sus madres identificaron en el lugar de la exhumación y casquillos de balas de las armas de los soldados”, manifestó.

Los familiares han definido una semana de ceremonias luctuosas por los seis menores de edad, quienes por fin podrán vivir su “duelo postergado”, indicó García, quien relató que las tres madres y familiares han tomado conciencia que sus niños ya no son desaparecidos porque ya fueron localizados, y aunque desgraciadamente fueron encontrados fallecidos han comenzado a construir su paz, porque harán una velación colectiva toda la noche, les dará cristiana sepultura y el Cardenal Gregorio Rosa Chávez participará de una misa el viernes próximo en Arcatao, Chalatenango.

Sobre el caso de los seis infantes sus familiares presentaron su documentación entre los años 1994 a 1996, pero fue hasta el año pasado que entre cinco a seis días, duró la exhumación de sus restos, sobre este proceso Eduardo García consideró que los avances del banco de datos genéticos de Pro Búsqueda y la toma de muestras de ADN, a las madres de las víctimas por el Equipo Antropológico de Argentina que permitió una identificación plena de los restos mortales.

“Desde que se cometieron los hechos, en el año 1982 a la fecha, ha llovido mucho, ¿Qué ha pasado en todo este tiempo?, primero la negación absoluta del Estado salvadoreño de lo ocurrido en el conflicto armado; después, vino una negación absoluta de la Fuerza Armada y la Cruz Roja en mostrar evidencia o decir la verdad en esos momentos, pues solo se tenían los testimonios de los familiares, y con estos hallazgos se corrobora que fue verdad, que existen pruebas forenses y que este proceso puede utilizarse para la reparación moral de las familias sobrevivientes. Que hayan esperado desde enero a septiembre para confirmar, exhumar y entregar los restos óseos a sus familiares no es comparable a todo ese tiempo, que sobrepasan los treinta y tantos años que han pasado”, aseguró.

Para Eduardo García estos momentos son de reparación moral, porque la víctima ya no está en calidad de desaparecido, se ha terminado la incertidumbre de sus familiares sobre su paradero y cesan los cuestionamientos personales de ¿Dónde estarán o si se encuentran sufriendo?, al constatar que fue en verdad los asesinatos, lo que ellos por treinta años han venido denunciando.

No obstante, aclaró que esto “no quita el dolor”, pero da la certidumbre de lo ocurrido y que esta verdad en si misma repara al reconstruir la justicia de sus hijos e hijas para vivir en la paz y que es un proceso sencillo y transparente que tuvo que haber iniciado décadas atrás.

“El haber renegado de estas madres cuando presentaron sus denuncias, el haberlas maltratado y llamado mentirosas, brujas comunistas, cuando solo eran madres, pobres, cuando eran población civil desarmada. Esta situación es un sin sentido, como la guerra misma pero mantener esto, por una paz, pues no es paz lo que han construido estos años. Cuando pudieron rectificar esos atropellos y decir efectivamente la verdad : si estábamos ahí, si hubo asesinatos, porque no esperamos que lo demuestren, porque lo tenemos constatado y te juro, que hubiéramos disminuido en años enfermedades de los sobrevivientes, pesadillas y dolor. No conozco a ninguna víctima que se haya organizado para exigir un proceso judicial, no hay expresiones de violencia, ni expresión de venganza,es simple quieren recuperar a sus hijos e hijas y vivir en paz, ”, expresó.

Para Eduardo García en el campo de la búsqueda de esta niñez desaparecida forzosamente existen esperanzas para construir una sociedad más solidaria y en paz.

“Te voy a contar una anécdota extraordinaria, por orden del juez, un grupo de jóvenes soldados resguardaron durante todo el proceso de la exhumación de los niños para que nadie y ningún animal interfiriera y una mañana las madres me dijeron que los llamara para desayunar, subí a la parte alta donde estaban y les comente y de inmediato se negaron y me dijeron que sabían que fueron soldados los que mataron a esos niños y andaban uniforme camuflajeados y no querían que volvieran a revivir ese momento. Les insistí en bajar -diciéndoles- que ellas no pensaban así. Al fin, bajaron y de inmediato una de las madres tomó unas tortillas con queso y frijoles, se las puso en las manos a uno de los soldados y les dijo, No se preocupen cipotes si ustedes no nos han hecho nada, y les agradecemos que cuiden el lugar donde están nuestros hijos… y te digo, algunos casi lloraron”, puntualizó.

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