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Sin Estados Unidos, una COP23 sobre cambio climático más política que lo previsto

Por Catherine Hours

París/AFP

Lejos de la euforia del acuerdo de París, la 23ª conferencia de la ONU sobre el cambio climático se abre el lunes en Bonn en ausencia de un contaminante histórico, Estados Unidos, y con una meta global cada vez más difícil de cumplir.

Los delegados de cerca de 200 países se reunirán en esa ciudad alemana por primera vez desde el anuncio en junio pasado por Donald Trump de la retirada de Estados Unidos del histórico pacto.

También por primera vez, un pequeño Estado insular para el cual el cambio climático representa una amenaza vital será protagonista: Fiyi ejercerá la presidencia de estas dos semanas de negociaciones.

«Al vivir en el Pacífico y padecer personalmente los impactos del clima, esperamos llevar a Bonn cierto sentido de urgencia», aportado por «una historia que puede hallar eco en todo el mundo», señala la negociadora fiyiana, Nazhat Shameem Khan.

En 2017 se multiplicaron los desastres naturales en los cuatro rincones del planeta y según los científicos van a amplificarse a causa de la desregulación del clima: enormes huracanes en el Caribe, incendios de insólita intensidad en Portugal o California o sequías interminables en África oriental.

«Probablemente sea un año récord en términos de costo humano, social y económico de las catástrofes naturales», según el programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA).

Adoptado a fines de 2015, ratificado hasta el momento por 168 países –incluyendo recientemente Nicaragua, que durante mucho tiempo estuvo aislada en su oposición– el acuerdo de París tiene como meta mantener por debajo de 2ºC, o incluso 1,5ºC, el calentamiento del planeta con relación al nivel anterior a la revolución industrial.

El anuncio de la retirada norteamericana representó un golpe duro para este complejo proceso que requiere alejarse de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero.

De momento, los compromisos voluntarios asumidos por los Estados en París no permiten bajar el mercurio por debajo de los 3ºC. A pesar de los avances, como la estabilización de las emisiones de CO2, la distancia entre la acción y las necesidades es «catastrófica», advirtió la ONU en un informe publicado esta semana, llamando a los países a reforzar su contribución.

«La dinámica se agota»

«Inicialmente esta COP debía ser bastante técnica, con la negociación de las reglas de aplicación del acuerdo de París. Pero tras la decisión norteamericana vuelve a convertirse en un momento político importante, de reafirmación del mantenimiento de todos los países en el acuerdo», destaca la exnegociadora francesa Laurence Tubiana, artífice del pacto en 2015.

«Será muy importante escuchar a los gobiernos, asegurarse de que no aflojen, aunque no tengo la impresión de que eso esté sucediendo», dijo la fundadora de la oenegé European Climate Foundation.

Otros son menos optimistas, como el ministro costarricense Edgar Gutierrez Espeleta, presidente de la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente, según el cual «la dinámica se está estancando»: «Washington dice que (el acuerdo de París) no es ‘solo’ para Estados Unidos. Pero me acuerdo que cuando el presidente Trump lo dijo en Nueva York ante la Asamblea general (de la ONU), otros países aplaudieron. Así es que ya veremos».

Washington, cuya retirada no podrá ser efectiva antes de noviembre de 2020, pero que mientras tanto no piensa aplicar el plan de acción nacional presentado por Barack Obama, enviará de todas maneras una delegación a Bonn.

El objetivo es «preservar los intereses norteamericanos», explica la administración Trump.

Según la embajadora fiyiana, los delegados norteamericanos manifestaron su intención de «participar de manera constructiva».

«No habrá que dejar que en Bonn Estados Unidos se convierta en una fuerza destructiva», advierte Mohamed Adow, de la oenegé Christian Aid, que defiende a los países en desarrollo. «Dado que se retiraron, no deberían tener más influencia en el acuerdo».

Esta 23ª COP reunirá a unas 20.000 personas en la ciudad renana sede de la convención del clima de la ONU. A partir de la segunda semana se espera la presencia de varios altos responsables, en particular el 15 de noviembre la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron. El secretario general de la ONU Antonio Guterres estará presente, así como el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg y el gobernador de California Jerry Brown, dos defensores de la causa climática que quieren compensar la retirada norteamericana.

Antes de la inauguración, las organizaciones de la sociedad civil llaman a manifestar este sábado en Bonn «por el clima y contra el carbón». La policía espera 10.000 participantes.

La ONU denuncia la «diferencia catastrófica» entre promesas y acciones contra el calentamiento

Hay una diferencia «catastrófica» entre las promesas nacionales de limitación de emisiones de gases de efecto invernadero y las acciones necesarias para contener el calentamiento global a menos de 2°C, advirtió la ONU a pocos días del inicio de la COP23.

«Los compromisos actuales de los Estados cubren apenas un tercio de las reducciones de emisiones necesarias, abriendo una brecha peligrosa» anunciadora de grandes desajustes (canículas, inundaciones, superhuracanes…), subrayó Erik Solheim, director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUE), que publica este martes su informe anual sobre la acción climática mundial.

«Gobiernos, sector privado, sociedad civil deben colmar esta diferencia catastrófica», agregó. Y subrayó: «Un año después de la entrada en vigor del acuerdo del clima de París, estamos lejos de hacer lo necesario para impedir una vida de miseria a cientos de millones de personas».

«El acuerdo de París impulsó la acción climática, pero esta dinámica claramente se está debilitando», opina el ministro costarricense Edgar Gutiérrez Espeleta, presidente para 2017 de la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Según el informe del PNUE, al mismo tiempo hay que «acelerar urgentemente las acciones a corto plazo y reforzar la ambición a largo plazo».

«Todos los países» están implicados, especialmente el G20, responsable de tres cuartas partes de las emisiones, se añade.

La revisión de los compromisos nacionales, prevista en 2020 por el Acuerdo de París, será la «última ocasión» para hallar la correcta trayectoria para 2030: si no es así, «es extremadamente improbable que el mundo quede por debajo del objetivo de los 2°C y desde luego del 1,5°C de calentamiento respecto a la revolución industrial», añade el balance.

Este texto es publicado antes de la apertura el lunes en Bonn de la 23ª conferencia de la ONU sobre el cambio climático.

Los compromisos de reducción de emisiones en el horizonte de 2025 o 2030, presentados voluntariamente por los Estados en la COP21 a fines de 2015, harían que el mercurio suba más del 3°C en 2100.

Lejos de los objetivos

Para quedar por debajo del 2°, habría que emitir como máximo 41,8 gigatoneladas (Gt) equivalente CO2 en 2030, contra 51,9 Gt en 2016. Y si los países se limitan a sus actuales compromisos, sin reforzarlos, producirán 52,8 Gt en 2030.

El PNUE cita las acciones posibles y necesarias para ahorrar más de 30 Gt por año antes de 2030 (renovación de inmuebles, energías renovables, transportes…) pero admite que persisten numerosas incertidumbres relativas a las tecnologías, y la capacidad o voluntad de los Estados.

También se impone el cierre de las centrales de carbón, indica el PNUE, que las cifra en 6.683, más otras en proyecto.

«El PNUE hace lo que puede para intentar conservar una visión optimista, pero el futuro es lúgubre» comenta el climatólogo Glen Peters, interrogado por la AFP.

«Ya es el octavo informe, y cada año la conclusión es la misma: ‘hay que actuar urgentemente, hay medios a disposición’. Pero, en el detalle, el texto es más bien sombrío» este año, añade.

En efecto, cada acción «está en el límite de la viabilidad», subraya el experto del centro de investigación Cicero (Oslo). «Y si una de ellas fracasa, no podremos colmar la diferencia en 2030», explica.

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