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Poemas de Matilde Elena López

Tú y yo

En esta noche clara y constelada

de vagas inquietudes andariegas,

aunque el anhelo cruce lo imposible

todo hacia ti conduce mi ternura.

Más que el hogar, los hijos y el destino

y más que la pasión de oscura fragua,

nos unen los abismos de tortura

el fuego de la fe que nunca muere.

En nuestro amor de cauces escondidos

de metales purísimos y exactos,

se suman complicados engranajes.

Tú y yo, la vida, el beso repartido

el anhelo enredado en tus pupilas

¡Un destello de soles ignorados!

 

 

En este punto del camino…

Caminos que cumplir

¿Por dónde empiezan

si todo es comenzar

y volver a vivir?

Yo comienzo el camino

con tu nombre

¿En dónde estabas tú

ha tantos años?

 

 

Un juego con el tiempo

Dime dónde están las horas del pasado.

Dime si puedo volver a recorrerlas simplemente

bajando por la cuesta.

Dime – el amor – ¿En dónde lo olvidamos?

¿O quién torció el curso de la dicha?

Dime también si el tiempo helado

podría detener el tiempo que se va.

Porque entonces – iris de las hibernaciones –

podría reunir en un haz de luz

el hoy, mi ayer y tu mañana.

Dime si puedo borrar

este gris que se interpone

con esa luz azul

que envuelve el día.

 

¡Déjalo que crezca!

Porque a veces nos gusta

escuchar las palabras

tanto tiempo esperadas.

Porque el anhelo a veces

va buscando en los ojos

esa luz que comprende.

¡Ay, porque al fin queremos

ver rendido el dolor

a la dulce esperanza!

Por eso y nada más, el corazón,

el pobre ciego a tientas,

el pobre loco apenas

puede contenerse.

Yo no sé lo que buscan

mis veranos ardientes

pero tú no lo digas

¡Déjalo que crezca!

 

Saudade

 

I

Espérame al otro lado del río.

Yo lo cruzaré

desafiando peligros.

Tu amor me dará fuerzas

y cruzaré sin miedo

como cuando en tus brazos

saltaban audaces olas.

¡Amor, mis brazos quieren estrecharte!

¡Amor, mi corazón salta de júbilo

al saber que me aguardas!

¡Amor, te veo y todo se ilumina!

¡Porque sé que tu amor me está aguardando

resisto estas ausencias y saudades!

Y aunque pasen los años y de ti nada sepa

sabré que tú me esperas al cruzar la ribera.

 

II

¿Sabes que había roto mis espejos

por no ver el tocado?

 

¿Qué guardé la esmeralda y rompí mis brocados?

¿Sabes que tengo duelo en mis ojeras

por el desvelo de tu amor ausente?

¿Sabes que guardo soledad en mi pecho?

Pero si tú lo quieres

me pondré los collares, las ajorcas de oro,

me vestiré de novia nuevamente.

¿Sabes que porque duerme sola el agua

amanece fría?

 

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