Página de inicio » Suplemento Tres Mil | 3000 » Poemas de Clara Lecuona Varela

Poemas de Clara Lecuona Varela

Sobre mi
vestido blanco
Tengo un oso de peluche.
El peluche resulta dañino a mi salud.

Aun así duermo con él algunas noches

En la mañana estornudo.
Un estornudo puede ser un recuerdo.

A veces regalo mis recuerdos.

Nada varía solo el hecho irrefutable
de las hojas que se dispersan sobre mi
mientras atravieso el parque.

El parque donde Martí
indica con gesto admonitorio

Siento pena de las estatuas.
Tan solas.
Tan llenas de palomas y mierda.

La mierda también resulta dañina a mi salud.

Digamos entonces que soy alérgica
regalo estornudos
y recuerdos.

Excepto para Martí en su pedestal,
para su dedo acusador
que nada me dice…
como nada dicen estas palabras.

Ni las calles de Memphis por donde transita algún conocido.
Ni Vancouver de los santos y fríos recuerdos.
Ni la Santa María de los Buenos aires.

Esos mismos aires
que hacen un remolino mientras transito
escuchando música.

Atravesando el parque
entre hojas que caen de los árboles.

Las hojas me rozan el rostro.
Se enredan entre mis piernas.
Sobre el cabello se extienden.

Caen sobre mi vestido blanco
como en esas películas románticas que todos adoran
y buscan con ilusión
porque saben no son ciertas.

Aunque lo parezcan.
Los Muertos salen de día
Jim Morrison murió un mes antes de yo nacer.
Le cantó a una mujer llamada Clara.
Quiero pensar lo hacía para mí.

El Papa se voló la cabeza.
Al final
fue solo un hombre destrozado.

Colgó los guantes,
dijo adiós a las armas…
excepto a la única que necesitó.

Quiero pensar estoy junto a él.
Para decir

Es mentira.
Ernesto.
Es mentira.

Guarda el arma.
En cualquier caso, separa muchas balas…
no sea toquen a la puerta.

Silvia Platt decidió introducir su cabeza en el horno.
El mismo donde se deleitó haciendo confituras de manzana.

El viejo Tolstoi también nos visita
y sonríe
mientras
Edgar se despide sobre un charco
un pequeño charco de agua

Un día comprendí estaba sola.
Midiendo hacia atrás las horas
como un laberinto.

No sé si al final alcanzaré a ver algo más.

Por el momento.
Jim Morrison y yo coleccionamos
muertos.

Cierro los ojos.
Él acaricia mi pelo, lo cubre
con unas extrañas flores que se me antojan violetas.
Y canta: Clara.

Un mes antes de yo nacer.
El boulevard de los sueños…
A través de mis gafas …del cristal de mis gafas puedo ver como caminas entre la gente… a través del espejo del cristal de la tienda te encuentra mi espalda…pero mi espalda y yo tenemos un pacto donde yo te pierdo y ella te encuentra siempre en cada espejo de otro par de gafas dentro de otro par de cristales otro cristal otro frío otro vuelo al infinito cohete roto en la altura de mis ganas y el avión no detiene su vuelo… salvo mi espalda rectifique el rumbo … splash …otro …y estamos de espaldas ….acaso nos ignoramos desde siempre …acaso nos sentamos juntos en los mismos sitios… minutos antes o caminamos por aceras contrarias ….o chocamos sin pedir disculpas porque la gente anda demasiado apresurada en estos tiempos y no para el tiempo en que te pienso ….porque en otro lugar lejano ya nos encontramos.
Mi espalda es consciente del hecho… yo lo desconozco y te sigo buscando en cada muchacho que pasa a través de estos segundos en que te pienso …y no te encuentro en aquellos momentos que no serán estos… por más que digamos es cierto… nada es cierto cuando se tiene la certeza de que algo ya ocurrió y solo somos el reflejo …a través de la noche …y de mis cristales …y de mis ojos… solos nos vamos…entonces cuando todos los reflejos se han apagado …cuando parece que mi espalda me traiciona …es que apareces en un esquina y me saludas así no más , yo me digo que todo está bien , tengo la extraña sensación de haber caminado de tu mano antes ….de habernos sentado en los mismos sitios ….de habernos mirado en otros espejos …pero entonces mi espalda comienza a escocer y yo me olvido por completo y te saludo , así no más.
Continuo caminando al ritmo de mi música buscándote….aunque la espalda no deja de gritar a mis espaldas.
Los pasos
de la noche
Escucho a Nickelback.
Baile solo dos veces contigo
y no hay lengua que me salve
ni libere tu cuello
de la mordida
y la sangre dice Helow
Hola
corro
y me corro en tu saliva que es tatuaje en mis muslos
donde abreva el deseo de la bestia
y el gato más inocente ronronea
al paso de la noche
y el día y del tiempo que nos signa
porque inventamos esa palabra y a ella nos ceñimos.
si no hubiéramos inventado la palabra tiempo
nos regiríamos por otras palabras
la primera mirada
el segundo orgasmo
la tercera vez
el cuarto orgasmo.
el quinto solo
el sexto rubio castaño y ladeo de cabeza.
el séptimo ojos bellos
el octavo pene dorado
el noveno plato de comida
el décimo palo sobre la cabeza

Así hasta que nos hastiemos también
Habremos entonces inventar otras palabras

Porque nos enseñaron a morir
Nos enseñaron a vivir a plazos.
Nos enseñaron a callar.

Nos enseñaron a gritar pero también nos los prohibieron todo.

Somos preguntas y el señuelo de vivir se tramita con un trago
una pastilla
un polvo
arts
Los viejos pecados de las piernas
y el fruto del hombre con el hombre.
Los oleos nos negaron el cuerpo.

Ahora es lo único que tenemos.

Hombre que toca con un dedo a otro hombre
Da Vinci

La carne fue lo único que nos dejaron

Los sabios
Los no sabios.

Lo último

El tiempo

y unas ganas rabiosas de vivir
Política Internacional
Ha llegado un excelentísimo señor,
han llegado los representantes

Política internacional.
Dices…

Y tomo tu pelo
nuevamente
porque oler tu cuello es un sueño,
la acreditación ,
flash…

Diplomacia.
Dices…

Líneas rojas.
Aplicadas.
Jornada en el marco apolítico de mis senos.
Una nota de rescate.

Política internacional.
¿Dices?

Apocalipsis Now

Los ángeles caen.
Ocurre cada día.
Evidente y ordinario.
Saltan sobre mi cabeza y se tienden a jugar con mi cabello.

Soy una cazadora de la lluvia.
Es hora de beberlos
de todos prefiero al más hermoso.

Al de la luz infinita plantado como un cuenco
entre mi boca abierta.

Dilatar la noche es usual.
Sea maldita pues
prefiero el blanco enceguecedor.
Una de esas estrellas fugaces
que caen
cual la ceniza de un cigarro
o el vino en el invierno.
Juegos del anillo y la mentira.

Mañana la mujer de la limpieza barrerá
mis pelos sueltos, las colillas.

Yo.
Diré adiós a la clientela.
al vino
a los ángeles.

Luego
más tarde cerraré la puerta.

Ver también

«Mecánica» Mauricio Vallejo Márquez

Bitácora Mauricio Vallejo Márquez Muchas personas tienen un vehículo con el que pueden desplazarse, pero …