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Muerte de Darío: causas y circunstancias

Francisco Javier Bautista Lara

Escritor nicaragüense

 

El Diario Nicaragüense, sovaldi el 15 de enero de 1916, cheap publicó: “Informa Andrés Murillo que su cuñado Rubén Darío sigue siempre mal y que se cree que tenga pus en el hígado”. El sábado 29: “el Dr. Debayle le hará hoy una operación exploratoria al hígado en busca de pus”. El martes 8 de febrero: “La autopsia de Darío confirmó el diagnóstico de Debayle de cirrosis del hígado; pulmones sanos y libres de tuberculosis; corazón muy grande y rodeado de gordura”.

Se ha comentado que las punciones practicadas por el Dr. Debayle provocó o aceleró la muerte del paciente. El radiólogo Lenin Fischer afirma que Darío “murió víctima del alcoholismo crónico… sufrió cirrosis hepática y la consecuente ascitis (cúmulo de líquido en cavidad abdominal) y seguramente de anasarca (cúmulo de líquido en las cavidades corporales y edema generalizado). Su mal estado era severo así que no tienen sentido los señalamientos que el doctor Debayle haya acelerado con una punción hepática y menos aún causado la muerte de Rubén Darío”. Torres Bodet escribe: “la poesía y el alcoholismo fueron para él evasiones imprescindibles… La verdadera liberación estaba en la poesía… Según Pedro Salinas: “El alcohol, case la lectura y la poesía son las rutas mejores de su evasión”. ¿De qué huía, qué evadía Darío: su vida, sus circunstancias, enfrentar sus carencias?

El Diario Nicaragüense del 8 de febrero de 1916 se refiere al próximo libro de Francisco Huezo: Últimos días de Rubén Darío: “Me apresuro a visitar al poeta, en la residencia de su esposa… Viene enfermo… Padece de cirrosis del hígado, consecuencias del abuso del alcohol… Está pálido, delgado… Su abdomen abultado… La mirada dormida…”.  Según Torres Bodet: “Rubén Darío, en el fondo, había sido un genial suicida. Se había envenenado constantemente. El alcohol y la poesía hicieron el resto… el hígado de Rubén Darío estaba endurecido, tenía el corazón engrasado y sus pulmones y sus riñones hubieran podido resistir varios años más…”

Aunque se ha comentado que la causa de la cirrosis hepática de Darío fue su alcoholismo, otros enfoques contemporáneos ofrecen distinta interpretación. Sin extendernos en el asunto, de acuerdo con la Nueva Medicina Germánica, razonable y polémica concepción formulada por el médico alemán Dr. Ryke Hamer, la cirrosis hepática puede tener dos causas posibles: 1) Conflicto generado por el miedo a morir o morirse de hambre, miedo a sí mismo o por otros, lo que genera un proceso biológico que provoca crecimiento del hígado y otros efectos, y 2) Conflicto por rencor en el territorio, contrariedad territorial, o conflicto territorial masculina. Explica: “la mayoría de los carcinomas del hígado en caso de un hombre joven se regeneran, de modo que más tarde se vuelven visibles. Cuando el paciente envejece, comprobamos una transformación de estos carcinomas –a condición de que el conflicto pare–, en tejido conjuntivo. Es lo que llamamos cirrosis del hígado. En otro tiempo, imaginábamos siempre que “la cirrosis tenía como causa el alcohol”.

Ambos conflictos causales son identificables en su vida; el miedo terrible a morir y a la muerte fue constante, penurias económicas y afectivas, y contrariedad con su territorio de origen–. Torres Bodet señaló: “Entre Nicaragua y Darío faltó un vínculo indispensable… el de la madre de carne y hueso… porque nada nacionaliza al ciudadano futuro como la cotidiana visión de una madre amada… peor que no tener padres: saber que existen y que, no obstante, jamás lo serán de veras”, desde su nacimiento en un espacio familiar disfuncional, y a lo largo de su vida, imposibilitado de construir un hogar, con carencias económicas, afligido por la pobreza, con aspiraciones de grandeza y desorden en sus gastos, necesitado de inventar siempre “un pretexto para otra fuga”, “sintió el espanto de lo perecedero… y la proximidad magnética de la muerte”, estos conflictos pueden tener distinto impacto y ser asumidos de manera diferente por las personas.

Darío no fue capaz de resolver su conflicto, no revirtió la tendencia de deterioro físico que tenía como causa traumas personales que lo ahogaban. Era sensible y frágil, vulnerable, dicen que parecía un niño grande de memoria privilegiada, pudo ser afectado por ello y provocarle los desajustes por “el conflicto biológico” no resuelto y que según este renovado enfoque  –cuestiona la gran industria médica prevaleciente–. “El conflicto biológico” – DHS: Síndrome de Dirk Hamer-, cuya solución no es intelectual, requiere tiempo razonable para adaptarse a la vida o perecer, implica cambios en la estructura y función biológica, la “parte activa del conflicto” muestra aumento de la función del órgano y multiplicación celular, mecanismo de defensa del cuerpo. La crisis comenzó en 1914, por pérdida del trabajo ante la Guerra, insolvencia financiera, abandono a Francisca y al pequeño Rubén.

Están en la decadencia de Darío, el factor inmediato, el binomio inseparable: guerra-desempleo/crisis económica personal-escasez, y abandono-carencias de afectos. El primero, es la razón inminente del retorno, y que, sumado al segundo, inseparable en su dimensión humana cuya marcó su vida desde su origen, a pesar de los escapes y excesos. Entre la desesperanza, a pesar de todo, trató de retornar a su fe esperanzadora que expresó en algunos versos, ante la fatalidad que condicionó el rumbo al punto de partida para el epílogo de su vida.

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