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La noche del martes de la semana pasada presuntos pandilleros asesinaron al policía Walter Guardado, pero no les bastó y también dieron muerte a la esposa de este y a su hija de apenas 4 años.
Un amigo de la familia fue la cuarta víctima la misma noche. Todo esto ocurrió en el cantón El Cerro de la jurisdicción de Coatepeque, en Santa Ana.
El 5 de noviembre, siempre en Santa Ana, en la finca San Cristóbal del cantón Potrero Grande Arriba, fue asesinado el pandillero Gabriel de Jesús Cristales junto a su esposa y sus dos hijos de 10 y 2 años de edad.
Como dice la directora ejecutiva del Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia (CONNA) Zaira Navas, de por sí, la violencia que vive el país es irracional, pero: “Es más irracional que se mate a niños y niñas por el hecho de ser familia de personas que están vinculadas a la seguridad o de personas vinculadas a la delincuencia.
Y todos los que habitamos en cualquier rincón de El Salvador debemos estar de acuerdo con la preocupación y las palabras de Zaira Navas, pero no solo eso, sino iniciar todo un esfuerzo para exigir a los grupos criminales que no atenten contra los niños y niñas, ya sean estos de familias de los cuerpos de seguridad o de los grupos delincuenciales.
Creemos que las iglesias y cualquier otra organización no gubernamental que trabaje en zonas de alto riesgo, donde residen grupos pandilleriles, deben hacer un trabajo pastoral y de concienciación para que cesen sus ataques contra las familias de los agentes de seguridad y sobre todo contra los niños y niñas.
De igual forma, exigir a los grupos de pandilleros no atentar contra las familias de los grupos rivales, sobre todo contra niños, porque la niñez debe respetarse.
Por más está decir que los niños deben ser protegidos desde el seno familiar y desde el Estado, incluidos aquellos que los mayores utilizan como informantes no solo de la presencia policial sino de un extraño por el territorio que ellos consideran propio.
Coincidimos también con la directora del CONNA al calificar como “aberrantes” los crímenes en los que se han exterminado familias completas.
“Revela una profunda situación de violencia, de perversidad y hasta de maldad en quienes cometen estos hechos de barbarie”.
Es preciso, pues, comenzar condenando estos hechos y exigir a quienes corresponda respetar la integridad física y moral de los niños y niñas en El Salvador.
