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Claudia Vega elabora tela con la técnica del telar de cintura para la confección de manteles, centros de mesa, portavasos, paños y nahuilla (tela especial para la falda típica pancha). Foto Diario Co Latino/ Luis Ponce.

Manos de madre que tejen historia

Luis Ponce
@DiarioCoLatino

Claudia Vega camina desde su casa, en el barrio Concepción, al costado derecho de la iglesia colonial de Panchimalco. Lleva con ella un paso que denota el pasar del tiempo. Ya son 60 años de trabajar una herencia que ha sobrevivido en su familia durante varias generaciones. Debe caminar no menos de 400 metros antes de llegar a su destino. Viste un atuendo gris, de esos paletoneados que hoy cualquiera diría que no están de moda, refajada con un enorme delantal blanco. Su piel morena, su pelo invadido por las canas, unos lentes para distinguir mejor los tejidos, una sonrisa perenne y unos ojos que irradian optimismo.

Hoy no hay actividades fuera de lo común pero la costumbre, desde hace 60 años, la hacen salir de su casa y luchar un día más porque la joya de su familia pueda sobrevivir en el tiempo. Poco a poco saca los materiales: hilos y lanas. Luego sus herramientas: empitadores, urdimbre, corazón delgado, corazón grueso, filloteros, susupaste, templador, paquiteros, mecapal y cuerdas para fijar el telar. Suenan nombres desconocidos a simple vista pero para ella son sus compañeros de todos los días.

En 1983 que la Asamblea Constituyente de la República de El Salvador, ahora Asamblea Legislativa, aprobó el Decreto Legislativo número 205 de fecha 29 de abril, con este se decretó que en toda la República se reconocería el 10 de mayo de cada año como día de la madre. Dicho reconocimiento legal establece, además, “Que es conveniente establecer y reconocer oficialmente esa costumbre, con el objeto de reafirmar poco a poco la unidad de la familia y de rescatar los valores morales, así como tributar un merecido homenaje de parte de los poderes públicos no sólo a las madres sino a la mujer salvadoreña en general”.

Claudia es una pancha. Es una artesana del telar de cintura. Dice que cuando estaban pequeños sus hijos, aunque antes los ingresos por este trabajo eran mucho mayores a los de hoy, ella iba a cortar café a las fincas aledañas al municipio para sacarlos adelante. Pero su determinación fue mayor, nunca dejó de practicar el telar de cintura. Quizá porque le recuerda a su tan amada abuela, quien fue como su madre pues creció con ella, o porque es la herencia que se van dejando en su familia generación tras generación.

No recuerda con exactitud quién le enseñó a su abuela, ella asume que fue la mamá, pero si de algo está segura es que en su familia ya hay al menos seis generaciones que practican el telar de cintura, es la herencia que se han ido dejando y que ella también planea dejar a su descendencia. Claudia tuvo 4 hijos. Dos de ellos murieron durante el conflicto armado. Los otros dos viven con ella: María y Francisco. Ya es abuela, tiene 5 nietos. Ya llegó a ser bisabuela, tiene 1 bisnieto.

En El Salvador las mujeres muchas veces son la cabeza del hogar. Costureras, secretarias, vendedoras, cocineras… y podrían mencionarse los mil y un oficios que esas madres ostentan para sacar adelante sus hogares. Ellas son ejemplo de lucha, entrega y valentía. Cómo no recordar también a las mujeres repobladas de Nuevo Gualcho, Guarjila y San José las Flores quienes se sacrificaron y pusieron todas sus fuerzas en la reconstrucción de las comunidades.

Hay muchas formas de celebrar el día de la madre, desde las serenatas,  las cenas en familia, los detalles como flores, cartas y fotografías. Sin embargo, también debe honrarse la memoria de las que ya partieron de este mundo. En especial aquellas mujeres combativas, sufridas y valientes que entregaron su vida por la construcción de una patria más justa. Aquellas que no solo tenían como hijos a los que parieron con dolor, sino a todo un pueblo que alzó su voz contra las injusticias.

Claudia no solo es madre, abuela y bisabuela. Es ejemplo de trabajo. Su oficio se lo enseñó a su hija María y también a su nieta Claudia. Ella solo espera que está tradición no se pierda. Así muchas madres salvadoreñas día a día reproducen sus tradiciones y costumbres. Mujeres que son corazón de los hogares, solidarias, con fe y esperanza que tejen día a día la vida con trabajo duro.

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