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Los veinte años de desgracias jamás los vamos a olvidar

Nelson López*

Los champeros mareneros son los que más saltan cuando nos acordamos de los veinte años de desgracias, en las que no tuvimos escuelas reparadas ni mucho menos hospitales con medicinas, sino que solamente las sobras de todo un sistema neoliberal que buscaba más que todo que los más empobrecidos pagáramos las millonadas de impuestos que los ricos, a cambio de nada, se embolsaban; y mientras tanto, en lo único que pensaban era en desfalcar autónomas, en venderlas o concesionarlas, en aumentarnos el Impuesto al Valor Agregado o sea el IVA, que realmente lo pagamos todos, pero a quienes más nos afecta es a los más empobrecidos porque siempre nos clavan con esos impuestos que los ricos ni siquiera lo reportan al fisco.

Los champeros mareneros son los que más chillan cada vez que les recordamos que en esos veinte años de perdición la economía se fue a pique hasta quedar a menos dos, simple y sencillamente porque los muy oligarcas y todos los corruptos que los rodeaban no se cansaban de saquear al pueblo y de venderle todas las propiedades que tanto le habían costado, como las telecomunicaciones, y para ello nos sometieron al peor servicio para que cuando todo fuera privatizado la gente pagara más y con ello los que hicieron la venta se quedaran con su pata de cheje de muchos millones de dólares, y que quede claro, que esa venta fue en los veinte años de desgracias, les guste o no les guste.

Los champeros mareneros se escapan a morir cuando los más empobrecidos nos recordamos que para que nuestros hijos fueran a la escuela teníamos que pagar las matrículas como si fueran a colegios privados y para colmo nos tocaba comprar los útiles escolares y nos tocaba comprarles los uniformes y nos tocaba pagar la cuota voluntaria en los hospitales y comprar las medicinas y nos tocaba pagar todo… que por último lo que hacíamos era no mandar a nuestros hijos a las escuelas porque muchos los hostigaban los profesores areneros – tienen que pagar o no les damos las notas- y los agüevaban delante de todos los compañeritos y para colmo debíamos comprarles zapatos porque no los querían chuñas o sea descalzos y así uno mejor no los mandaba a la escuela y la única ilusión era irnos para la USA y mandarlos a traer porque allí -sí podían estudiar y ser alguien- aunque a uno de tata le tocara lavar platos en un comedor mexicano o lavar excusados en un chupadero gringo.

Los champeros mareneros algún día tienen que comprender que están apoyando a un montón de corruptos que nos robaron las donaciones que los países amigos nos hacían como Japón o como Taiwán, y que hay pruebas que después de los desastres de terremotos o huracanes los muy malditos ladrones se embolsaban todo y a los más empobrecidos no nos dieron nunca nada, solamente porque todo lo querían egoístamente y exclusivamente para ellos y para darle las migajas a los perros falderos que les servían pero solo las migajas con eso los contentan, de ahí que jamás nosotros pudimos recibir nada, siempre pagamos por todo, y para colmo zamparon el IVA con el 10 por ciento primero, que significaba que cada vez que comprábamos lo pagábamos y después nos aumentaron al 13 por ciento. Los empobrecidos somos los que pagamos más pero alegrémonos champeros mareneros que ahora hasta ustedes logran paquetes escolares para sus hijos, hospitales gratis para sus abuelas, escuelas gratis para sus nietos, aunque sigan terriblemente engañados por los abrazos y las tocaditas con guantes que les dan los que cuidan y pelean por la plata de los oligarcas.

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