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EL LIBRE ALBEDRÍO Y LOS PENSAMIENTOS

Rubén Colomo Badillo  (Editor de la Revista El Rosacruz, Julio/ Septiembre de 2004)El Libre Albedrío es un Especial Privilegio

Como seres humanos, gozamos, entre otros, de este especial privilegio, el Libre Albedrío, que nos permite hacer lo que determinamos con base a nuestro criterio personal. Desde luego que en la práctica,  lo que hagamos está sujeto a los límites de las leyes naturales, así como a las normas convencionales fijadas por la sociedad para lograr la vida de nuestra especie en armonía. Sin embargo, aun teniendo esta libertad para escoger nuestro derrotero en la vida, para elegir las ramas básicas y los componentes que la han de consolidar,  sufrimos en el transcurso de nuestra existencia muchos reveses y somos víctimas de nuestros propios errores o equivocaciones en repetidas ocasiones.

Si pensamos que esto se debe a que no hacemos el so adecuado de nuestro libre albedrío en ciertas situaciones de nuestras vidas, empecemos por preguntarnos, ¿por cuáles vías se manifiestan los resultados negativo que nos afectan y que sabemos pudimos haber evitado? Básicamente, se evidencian en dos maneras: por aquello que expresamos, y por aquello en que ejercemos nuestras acciones; es decir,  lo que decimos y lo que obramos, son el resultado de nuestro libre albedrío.

Pero el origen de esa libertad de hablar y actuar, el punto de partida de nuestro libre albedrío, que usamos en cada instante de nuestra vida, es aún más sutil: radica realmente en nuestros pensamientos. Si bien al hablar tenemos que sujetarnos a ciertos límites en nuestras expresiones, bajo la pena de recibir las consecuencias negativas, si no lo hacemos; e igualmente al realizar cualquier acción tenemos también que limitarnos a ciertas demarcaciones de actuación, bajo el mismo riesgo de producir efectos negativos si llegamos a sobrepasarlas; en cambio, al dar rienda suelta a nuestros pensamientos, prácticamente no tenemos límite ni barrera alguna que nos detenga.

Galaxias o Planos Psíquicos

En cualquier momento y sin que nada se oponga a ello, podemos pensar que estamos en la más distante de las galaxias o en el más elevado de los planos psíquicos.  En cualquier instante podemos pensar en lo más sublime, así como también en lo más habitual, en lo más común, en lo más grosero o en lo más perverso. Es en nuestra mente donde gozamos de una completa libertad para pensar, pues es ahí donde radica el libre albedrío en toda su plenitud, ilimitadamente, sin otra frontera más que la que pudiera ser la de nuestra capacidad para pensar.

Y, aprovechando esta infinita libertad que tenemos para pensar, es que cometemos errores y tenemos grandes contrariedades en nuestras vidas, porque aquellas palabras que se convierten en equívocos  y aquellas acciones que culminan en errores, antes de serlo, fueron pensamientos en nuestras mentes. Exceptuando las reacciones instintivas y las funciones involuntarias de nuestros cuerpos, no hay palabra que pronunciemos ni acto que realicemos, que antes, en nuestra mente no haya sido pensamiento… fugaz, instantáneo, reflexivo,  tramado meditado, elaborado, con su cristalización inmediata o mediata, pero al fin y al cabo pensamiento que se ha manifestado.

¡Cuántos errores y equívocos podríamos ahorrarnos si aprendiéramos a educar nuestra mente, disciplinando y ´dándole dirección al pensamiento. Hay quien afirma que no es posible controlar lo que pensamos; que los pensamientos fluyen solos y son incontrolables. Pero, en realidad, podemos hacerlo, educando a nuestra mente. Para ello, seamos como observadores de lo que en ella fluye.  Escojamos lo adecuado, lo que sí nos sirve, y lo demás, simplemente desechémoslo… no lo necesitamos. Si este simple ejercicio lo realizamos con constancia, varias veces al día, iremos educando a nuestra mente, iremos dirigiendo nuestro pensar personal.

Esto nos permitirá, desde luego, caer en menos errores en cuanto a las palabras y acciones que realizamos, evitando que como tales se lleguen a materializar los pensamientos que no pudimos seleccionar o direccionar en nuestras mentes.

Ver también

Control del pensamiento por medio de las ondas Alfa

Por Ralph M. Lewis, F.R.C. (Pasado Imperator de la Antigua y Mística Orden Rosacruz AMORC, …