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De las amenazas de Rubio

Ante la acción soberana del Gobierno de El Salvador, de votar en contra de un proyecto perverso contra la República Bolivariana de Venezuela propuesto por el, hasta el sábado, secretario general de la OEA, Luis Almagro, el congresista republicano Marco Rubio manifestó que Estados Unidos podría suspender la ayuda a El Salvador.

La amenaza del congresista Rubio, que no es la primera contra El Salvador, fue respaldada por la Embajada de los Estados Unidos en El Salvador, Jean Manes, quien agregó: “…los miembros del Congreso tienen un papel en el presupuesto que recibimos, por eso es sumamente importante enviar señales claras en todo sentido”.

¿De qué señales claras hablaba la señora embajadora del imperio Estadounidense? Seguramente de genuflexión al imperio. Es decir, para la señora embajadora Manes, una señal clara del Gobierno de El Salvador hacia Estados Unidos debería ser que el Gobierno de Salvador Sánchez Cerén se alinee a los países que, junto a Estados Unidos, quieren votar al Gobierno de Nicolás Maduro, y entregarlo a una perversa, recalcitrante y añejada derecha empresarial venezolana.

Buena señal para la señora embajadora sería que El Salvador renuncie a su soberanía y se alinee a Estados Unidos contra los Gobierno democráticos de izquierda de América Latina.

Al congresista Rubio se le ha olvidado que El Salvador ha pasado por una guerra civil para exigir derechos políticos y sociales, históricamente violados por los regímenes militares proimperialistas.

Una guerra civil para la liberación del pueblo, la recuperación de la soberanía, y por la autodeterminación de los pueblos.

Al congresista Rubio se le ha olvidado que los dos gobiernos de izquierda de El Salvador, han mantenido y mantendrán buenas relaciones con los Gobiernos de Estados Unidos, en la marco del respeto de las soberanías mutuas.

El vicepresidente de la República Oscar Ortiz dijo el fin de semana pasado que “Más allá de cualquier discusión internacional, más allá de cualquier discusión interna, nuestras relaciones con el Gobierno de los Estados Unidos son fuertes, son sólidas, están por buen camino, no están amenazadas, ni están en crisis”.

Y, finalmente, a Rubio se le olvida que las ayudas, producto de las relaciones bilaterales de las naciones, no están condicionadas a renunciar a su soberanía, de lo contrario, seguramente las ayudas serían rechazadas, por muy necesarias que sean.

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