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La sombra del Holocausto aún está entre nosotros

Pierre Giroux*

Cada 27 de enero se cumple el aniversario de la liberación de prisioneros de Auschwitz, ailment el campo de exterminio Nazi liberado por parte de las Fuerzas Armadas Soviéticas. Muchos países conmemoran este día en recuerdo de las víctimas del Holocausto, site el cual fue adoptado como “Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto” a través de una resolución de las Naciones Unidas emitida en 2005.

El Salvador también conmemoró a las víctimas, a través de un acto solemne y la puesta en marcha de un ciclo de exposiciones y conferencias auspiciadas por las Naciones Unidas y la Alianza Internacional por la Memoria del Holocausto.

La Alianza es poco conocida ante el público. De hecho, es el único organismo inter-gubernamental dedicado exclusivamente a la memoria del Holocausto. Se considera que su papel es ayudar al mundo a recordar, no sólo lo que sucedió, sino también por qué. ¿Cómo el odio y la intolerancia transformaron a vecinos en víctimas y victimarios?

Fue en este espíritu de mantener viva la memoria del Holocausto que se creó la Alianza en 1998. Sus 31 Estados miembros, 11 Estados observadores y las organizaciones multilaterales que la forman, están regidas por los principios de la Declaración del Foro Internacional de Estocolmo sobre el Holocausto. Esta declaración fue firmada por los miembros fundadores en Estocolmo en enero del año 2000, haciendo hincapié en la importancia de la defensa de la “terrible verdad del Holocausto contra aquellos que la niegan”, y con el fin de preservar su memoria.

Actualmente, Canadá preside la Alianza Internacional por la Memoria del Holocausto, en representación de los diez países miembros y observadores que tienen misiones diplomáticas permanentes en El Salvador: Alemania, Argentina, España, Estados Unidos de América, Francia, Gran Bretaña, Israel, Italia y Uruguay.

Uno podría preguntarse por qué El Salvador debería preocuparse por el recuerdo de las víctimas del Holocausto. Parte de la respuesta se encuentra en la Declaración del Foro Internacional de Estocolmo sobre el Holocausto. Permítanme compartirles algunos aspectos destacados de esta Declaración, que resultan particularmente relevantes hoy.  La Declaración expresa:

1. El Holocausto (Shoá) sacudió los cimientos mismos en que se basa la civilización. El carácter sin precedentes del Holocausto tendrá siempre un significado universal. Tras medio siglo, sigue siendo un hecho lo suficientemente próximo en el tiempo para que sobrevivientes puedan seguir brindando testimonio de los horrores que el pueblo judío debió padecer. El terrible sufrimiento de muchos millones de otras víctimas de los nazis ha dejado igualmente una cicatriz indeleble a través de Europa.

2. La magnitud del Holocausto, planificado y ejecutado por los nazis, debe quedar por siempre grabada en nuestra memoria colectiva. Los abnegados sacrificios de aquellos que desafiaron a los nazis y, en ocasiones, ofrendaron sus propias vidas en aras de proteger o rescatar a las víctimas del Holocausto, también deben quedar inscriptos en nuestros corazones. Las profundidades de ese horror, y las cimas de heroísmo por ellos alcanzadas, pueden ser tomadas como piedra angular en nuestra comprensión de la capacidad humana para el mal y para el bien.

3. Con la humanidad aún marcada por el genocidio, la limpieza étnica, el racismo, el antisemitismo y la xenofobia, la comunidad internacional comparte la solemne responsabilidad de combatir esos males. Juntos debemos sostener la terrible verdad del Holocausto contra aquellos que la niegan. Debemos fortalecer el compromiso moral de nuestros pueblos, así como el compromiso político de nuestros gobiernos, a fin de asegurar que las generaciones futuras puedan comprender las causas del Holocausto y reflexionar acerca de sus consecuencias.

Este mensaje sigue siendo sumamente relevante.

El Holocausto es principalmente recordado en la mente del público por el masivo asesinato de seis millones de judíos. Sin embargo, muchas personas se olvidan – o no conocen- que cientos de miles de miembros de diferentes comunidades también cayeron víctimas de la persecución de los nazis: poblaciones roma, sinti, personas homosexuales, disidentes, minorías religiosas, prisioneros de guerra y personas con discapacidades.

Todos los días, los medios de comunicación denuncian actos de violencia alrededor del mundo. Mucha de esta violencia se basa en la discriminación y la xenofobia. Algunos países aún promulgan leyes que discriminan a ciertos grupos, utilizando criterios parecidos a aquellos que condenaron a millones de personas a ser víctimas del Holocausto, entre ellas sus creencias religiosas, su orientación sexual o etnicidad.

En la actualidad algunos extremistas utilizan nuevos recursos, entre ellos los medios sociales, para difundir sus mensajes de odio contra grupos específicos y vemos un resurgimiento del viejo antisemitismo, y a su vez una nueva forma, virulenta y violenta de antisemitismo y discriminación. La sombra del Holocausto aún está entre nosotros. La conmemoración nos recuerda que cada uno de nosotros debe trabajar para evitar que estos mensajes de odio se introduzcan en el corazón de nuestros niños, niñas y jóvenes, y prevenir que crezcan hasta estallar en actos de indescriptible horror e inhumanidad.   El Salvador ocupa un lugar especial este Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Este país, que se encuentra muy lejos de las zonas donde estuvieron los campos de concentración y exterminio de la Segunda Guerra Mundial, tuvo un papel importante salvando a miles de personas de los horrores del Holocausto, a través del heroísmo de un salvadoreño. El Coronel José Arturo Castellanos, Cónsul General de El Salvador en Ginebra durante la Segunda Guerra Mundial, emitió decenas de miles de certificados de nacionalidad salvadoreña- más tarde reconocidos por el Gobierno de El Salvador-, al pueblo judío, salvándolos de la deportación y de la muerte.  La acción del Coronel Castellanos demuestra que, incluso frente la injusticia y crueldad masiva y aparentemente imparable, las acciones individuales pueden hacer una diferencia.  Que él sea un ejemplo para todos nosotros. El registro histórico de El Salvador que ayudó a miles de víctimas potenciales del Holocausto, también muestra que todo país puede desempeñar un papel en la prevención de la recurrencia de actos como éste.  Por lo tanto, animo a El Salvador a unirse a la Alianza Internacional por la Memoria del Holocausto, y que junto a Argentina y Uruguay, se convierta en el tercer país latinoamericano en hacerlo. Permitamos que estos hechos históricos que reflejan el heroísmo de El Salvador sean reconocidos por la comunidad internacional y que su voz sea añadida a aquellas que no olvidarán el Holocausto y que lucharán para asegurar que esto nunca vuelva a suceder.

*Embajador de Canadá en El Salvador, en representación de la Presidencia de la Alianza Internacional por la Memoria del Holocausto

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