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La solidaridad con Cuba es más que solidaridad

En las reuniones que organizamos para planear iniciativas solidarias con el pueblo cubano y su gobierno, a veces alguien nos pregunta: ¿porqué nos llamamos solamente “Movimiento de solidaridad con Cuba”?

Del momento que nos declaramos solidarios “con Cuba y con todos los pueblos del mundo que luchan por su autodeterminación y su libertad, contra las injusticias planetarias y por un desarrollo ecológicamente sustentable” (punto 19 de nuestro documento de “definición”), ¿no sería mejor llamarnos “Movimiento de solidaridad con los Pueblos”?

Es cierto: además que con el pueblo cubano (por más de medio siglo agredido por el Imperio, en los últimos años sobre todo con el “bloqueo”), nosotros somos solidarios con los pueblos de Haití, de la República Árabe Saharaui, de Palestina, de Venezuela, etc. etc.

Pero la solidaridad con Cuba es más que solidaridad: es identificación y gratitud también. Nosotros nos identificamos con la Revolución Cubana: quisiéramos que todo el mundo logre construir un socialismo cómo en Cuba. Y nosotros agradecemos al pueblo cubano, por demostrarnos que un mundo mejor es posible.

Aún si las relaciones entre los EE.UU. y Cuba se normalizaran de verdad (cesara toda forma de bloqueo, el territorio ilegalmente ocupado por EE.UU. en Guantánamo fuera devuelto, cesara todo intento gringo de eliminar el socialismo cubano, etc.), nosotros seguiríamos siendo solidarios con Cuba socialista.

La solidaridad con Cuba no es, por lo tanto, una solidaridad coyuntural: los miles (decenas de miles) de Comités de Solidaridad con Cuba existentes, en el mundo, seguirán existiendo siempre.

Así como el legado de Fidel seguirá: con su desaparición física, va aumentando la determinación de millones de hombres y mujeres de buena voluntad, de luchar por un mundo sin injusticias.

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Dos semanas antes de que Fidel falleciera, el Comité de Solidaridad con Cuba de la pequeña Comunidad de Santa Marta (700 familias campesinas de un cantón del municipio de Victoria, en el departamento salvadoreño de Cabañas) empezó una campaña para recaudar ayuda económica a los damnificados por el huracán Matthew en la provincia cubana de Guantánamo. La verdadera solidaridad no es donar lo que nos sobra: la mayoría de las 700 familias han compartido lo poco que tienen con quienes han perdido sus casas en Baracoa, por el huracán. (Los santamarteños mayores bien saben lo qué significa, por haberlo perdido todo hace 35 años, cuando tuvieron que huir a Honduras, bajo la persecución del Ejército de la Dictadura salvadoreña de ese entonces).

Pero Matthew hizo destrozos, sea en el Oriente cubano, sea en Haití. ¿Porqué Santa Marta ha preferido enviar su modesta pero significativa ayuda a Cuba, en vez que al pueblo haitiano, más pobre que el cubano?

Porque la solidaridad con Cuba es más que solidaridad: es identificación y gratitud también.

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