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Testigos recuerdan dolorosa infancia por abuso de autoridades militares en 1981, al norte de Morazán. Foto Diario Co Latino/David Martinez.

“La mayoría eran niños que no sabían por qué los mataron”: María López

Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino

María del Rosario López Sánchez y María Margarita Chica de Argueta, de 70 y 64 años de edad, respectivamente, no solo comparten su nombre, sino el pasado de violencia de la guerra y la impunidad de la justicia generada por el Estado salvadoreño.

Ahora, el Juzgado Segundo de Primera Instancia de San Francisco Gotera, Morazán, les ha brindado un espacio para aspirar a la verdad, luego de sobrevivir al operativo militar de “Tierra Arrasada” del año 1981, que ejecutó el ejército salvadoreño.

Ambas mujeres de origen campesino quienes residieron en el Cantón La Joya y Arambala, narraron ante el juez y abogados las situaciones de horror y abuso de las autoridades militares antes y durante la perpetración de la Masacre El Mozote y sitios aledaños, entre el 9 y 12 de diciembre de 1981.

María del Rosario recuerda muy bien, como se rompió su rutina hogareña, así como, la de su esposo José de los Ángeles y sus hijos Eugenio, Mélida y Rosalina, en el cantón La Joya, caserío El Potrero, municipio de Meanguera, Morazán.

“Yo vi que iban entrando los soldados y corrí porque tenía miedo de morir, y nos fuimos con mi familia a una abertura de un cerro que se llama Perico, ahí estuvimos 15 días; luego volví a buscar a mi madre y otros familiares, pero ya estaban muertos eran 24 familiares”, afirmó, antes de romper en llanto.

Sobre la autoría de la masacre, María del Rosario no duda, fue el Batallón Atlacatl, ya sea por las leyendas dejadas escritas en las paredes: “El Batallón Atlacatl estuvo aquí” o “Un niño muerto, un guerrillero menos”, así como por sus uniformes camuflados verdes con negro y las insignias que distinguen los batallones militares.

María Margarita perdió a su esposo en Arambala, el 8 de diciembre, luego del arribo del Batallón Atlacatl, a las seis de la mañana, encabezado por su comandante, coronel Domingo Monterrosa. Toda la población fue obligada a concentrarse en la plaza central, frente a la iglesia. Y los hombres y jóvenes tirados al suelo boca abajo mientras les apuntaban a sus cabezas.

“El Coronel Monterrosa andaba una lista con nombres y agarraron al grupo y les decía, ¿Cómo quieren morir… sentados, acostados?, luego los vendaron de sus ojos y los llevaron a una casa como mesón y los metieron en un cuarto. El Coronel Monterrosa nos dijo que había llegado a sanear Arambala, ahí estaba mi esposo en ese grupo, que luego sacaron del cuarto y los llevaron a una finca. Yo con mi hijo me fui detrás de ellos y los soldados me obligaron a irme, mi padre Lázaro Chica, quien preguntó por él, lo golpearon y guindaron los soldados, hasta después se oyeron los balazos, habían matado a todos esos hombres y el Batallón Atlacatl se preparó para irse a El Mozote”, narró.

Sobre los testimonios desgarradores de las sobrevivientes, Eduardo García de ProBúsqueda, reafirmó el valor de las mujeres que han narrado lo ocurrido en El Mozote.

“Aquí existe un punto de partida que me disgusta, ellas parten de la vulneración de sus derechos, y que ahora, como debe ser además, se deben proteger los derechos de los victimarios, pero ni modo es parte de la justicia”, consideró.

En cuanto a la presencia del General Juan Rafael Bustillo en la Audiencia de intimación, consideró que era bueno que acatara la ley al presentarse ante el juzgado, aunque, consideró que fue atípico que lo hiciera sin un ejército de abogados que le fue asignado uno por el Ministerio Público. “Él como que está muy solo, sin abogados defensores particulares. Y creo que ante esa situación, él decidió en un momento de su comparecencia declarar y es quizá, porque se siente abandonado, entonces decide hablar sobre lo que pasó”, reiteró. Uno de los trece juristas contratados por los otros militares implicados en la Masacre de El Mozote, señaló que estarán esperando que concluya la ronda de los testigos ofrecidos por la Fiscalía General de la República y los acusadores particulares, así como, las explicaciones técnicas de los peritos forenses con respecto a las exhumaciones de los restos óseos documentados.

“Por ahora, solo estamos valorando los testimonios de los testigos y sabemos que los testigos ofrecidos por la parte acusadora han negado que ahí, precisamente una zona de guerra, en 1980, y que fue declarada zona liberada por el ERP, que era parte del FMLN, era la zona Norte de Morazán, que reconoció como grupo beligerante Francia y México, que era donde tenían su base de operaciones y escuelas de Samuelitos, que eran niños de 8 a 12 años, que eran buenos combatientes.

No sabemos aún cómo murió tanta gente, que pudo ser por fuego cruzado o fuego amigo, además, esas zonas eran despobladas”, argumentó.

María del Rosario y María Margarita abordan el vehículo que las llevará a sus nuevos destinos, pero reiteraron su anhelo que se aplique la justicia a los victimarios de sus familias.

“La fuerza la estamos sacando de las ánimas de nuestras familias, esto no es fácil quedarse solo en un instante, por eso estamos aquí”, dice María del Rosario; mientras María Margarita expresó  “Ahora, ya uno no se intimida tanto, pensé que iba a estar más mal, porque cuesta decir estas cosas, ahora solo quiero justicia, es lo único la justicia para nosotros”.

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